Luego de una vida consagrada al teatro, el director, actor y maestro Fernando González, está cosechando el reconocimiento de su país por su valioso aporte al enriquecimiento artístico y cultural nacional. El 2005 obtuvo el Premio Nacional de Artes de la Representación y el pasado lunes 23 de abril en la Casa Central de la Universidad de Chile, recibió la Medalla al mérito cultural "Profesor Pedro de la Barra", junto a Gustavo Meza.
"Es un honor muy grande recibirla, y también recibirla junto a una persona tan importante de teatro como es Gustavo Meza, quien para mi gusto es uno de los hombres de teatro más completos que hay y ha habido en este país", afirma González.
El profesor debe impartir clases en unos minutos más en alguna de las salas de la sede Pedro de la Barra de la Facultad de Artes ubicada en calle Morandé, en pleno centro de Santiago, pero no se le ve ni apurado ni cortante. Llano, amable, hila recuerdos e ideas con tranquilidad y cierto dejo de melancolía, pese a su excelente humor. Pero el dejo apenas se deja ver y se disipa cuando ríe fuerte, de buena gana, y prosigue la charla.
¿Usted fue alumno de Pedro de la Barra?
No, mi vinculación con la Universidad de Chile empieza en 1957 y ya el maestro De la Barra no estaba. Sí lo conocí, era un hombre ciertamente carismático, muy sencillo, simpático y muy chileno. Fue un agrado conocerlo. La última vez que lo vi fue un día que el maestro Pedro Orthus me invitó a almorzar a su casa porque le daba un almuerzo de despedida a Pedro de la Barra que se iba a Venezuela. Fue un almuerzo muy simpático, también estaba Sergio Aguirre, con él sólo escuchábamos como hablaban los viejos. Cuando se despidió Pedro de la Barra de Pedro Orthus se dieron un abrazo muy apretado, muy fraternal, y Pedro de la Barra lloró y le dijo: `me voy con la sensación de que en cualquier minuto me van a decir que mataron a mi hijo´. Y así fue. El hijo de Pedro era casado con una actriz, Ana María Palma, y fueron asesinados a la salida de un supermercado. Quedó la guagua en el coche, sola. Esa fue la ocasión en que conocí más profundamente al maestro de la Barra sin haber hablado con él.
"El teatro no está destinado a dar respuestas"
Conversando con el profesor Juan Barattini hace algún tiempo, me decía que creía que para el teatro actual era más complejo encontrar respuesta a las necesidades de su tiempo, algo que habría marcado el éxito del teatro experimental de la Universidad de Chile en su época
No sé en qué sentido lo habrá dicho el señor Barattini, pero yo creo que el teatro no está destinado a dar respuestas. Creo que muy tangencialmente nos sirve en muchos sentidos, también en lo social, pero que el teatro dé respuestas... Creo que un movimiento teatral importante crea la necesidad de preguntar, no es que preguntas estén latentes. Creo que el teatro de la Universidad de Chile fue un movimiento demasiado importante, el más importante que ha habido en Chile sin duda, porque creó la necesidad de ver buen teatro. En Chile había teatro, desde luego, había compañías muy populares como la de don Alejandro Flores, pero era un teatro que solamente alimentaba las necesidades inmediatas del espectador. Entretención y nada más. El teatro de la Universidad de Chile vino a llenar otras apetencias. La cultura por ejemplo, conocer los grandes clásicos...
"No siempre los problemas son de plata, a veces son de creatividad"
¿Cómo ve la situación actual del teatro en Chile?
Con la vuelta a la democracia y los fondos concursables ha habido un respiro que nunca antes tuvimos, pero también ha venido lo que le pasa a los ricos, que no se dan cuenta que tienen plata y la malgastan. Entonces no siempre los problemas son de plata, a veces son de creatividad, y en un concursos como el Fondart u otro no hay tiempo para averiguar si los que concursan son artistas serios, comprometidos. La mayoría lo son, pero también se ha dado plata a proyectos que ni siquiera se han hecho, incluso figuras conocidas, más de alguno tuvo que devolver el dinero.
Aparte de los fondos, hay muchas más escuelas de teatro...
Eso de la abundancia de las escuelas es un arma de doble filo, porque pareciera que todos queremos estar arriba del escenario y nadie quiere estar en la platea, y el teatro vive de la platea, tiene que vivir de eso... Hay demasiadas escuelas, demasiados ingresos a la vida laboral de personas que no van a vivir del teatro, que no van a ser profesionales del teatro porque egresa demasiada gente, más de lo que necesitamos y no necesariamente buenos. Habría que ser más estrictos.
"En la carrera teatral sólo llegan los rigurosos y trabajadores, los demás quedan en el camino"
¿Cómo ha sido su experiencia como docente en tantos años, cuáles son sus mayores satisfacciones?
El hecho de que si tú compararas las notas en mis viejos cuadernos, en las actas, te das cuenta que los que tienen éxito, éxito artístico me refiero, son los que sacaban buenas notas conmigo (risas). Los que trabajaban... El teatro es muy tentador, porque es algo muy lindo, pero también solamente llegan los hombres rigurosos y trabajadores. Los demás quedan en el camino.
¿A quién admira de los que hacen teatro hoy en Chile?
Uf, siento admiración por muchas personas. Empezando por Alfredo Castro, Ramón Griffero, dramaturgos como Radrigán, Galemiri, Jorge Marchant... Siento admiración por muchos, muchos directores, como Andrés Céspedes y ejércitos de actores y actrices.
¿Ahora esta solamente haciendo clases o tiene otros proyectos?
Quiero dedicarme a mis clases, que es lo que me provoca mayor placer. Me encanta relacionarme con los alumnos, las satisfacciones que me dan y las peleas también, le dan sabor a la vida.