Entre el 10 y el 19 de junio:

Egresada participó en Escuela Abierta de Arte Público en Pisagua

Egresada participó en Escuela Abierta de Arte Público en Pisagua

En el marco del programa Arte y cultura en mi barrio, que el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes desarrolla en conjunto con la Fundación para la Superación de la Pobreza, se llevó a cabo el proyecto Escuela Abierta de Arte Público en Pisagua, el que consistió en la realización de ocho talleres artísticos y abiertos a la comunidad de esa caleta ubicada en la Región de Tarapacá. El organismo responsable de esta comitiva cultural fue Nodo Ciudadano, ONG que trabaja desde hace 6 años en sectores vulnerables de la Región Metropolitana y que desarrolla proyectos de arte público comunitario con el objetivo de fortalecer el sentido de pertenencia territorial, trabajando contenidos desde la identidad local de la comunidad.

En este proyecto, el segundo que la ONG Nodo Ciudadano desarrolla en el marco del programa Arte y cultura en mi barrio, participaron quince personas provenientes de distintas áreas disciplinares, conformando un grupo heterogéneo que tuvo a cargo la realización de los talleres de Stop Motion; de Diseño y escultura en reciclaje; de Circuit bending; de Serigrafía; de Música; de Teatro; de Muralismo; y una Muestra de cine. Estos talleres, que se desarrollaron entre el 10 y el 19 de junio pasados, finalizaron con la presentación de los resultados logrados a través de una muestra que se realizó en el Club Deportivo y en el Teatro Municipal de Pisagua ante la presencia del cincuenta por cierto de la población, según estimaron los organizadores.

"Quien enseña también aprende"

Viviana Corvalán, egresada de la Licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Chile, fue una de las artistas que participó en esta comitiva organizada por Nodo Ciudadano, ONG a la que fue invitada a participar el año pasado para coordinar un área del Laboratorio de Arte Público. Así fue como conoció el trabajo realizado por esta organización y el proyecto que ya habían llevado a cabo en Puerto Williams, también en el marco de este programa del CNCA. "Desde el día en que supe que se hacían ese tipo de talleres en otras regiones, mostré mi interés por participar en próximas comitivas", explica esta artista que, en el marco de la Escuela Abierta de Arte Público en Pisagua, dictó el taller de Stop Motion junto a Jessica Bruna.

La principal motivación que esta joven artista tuvo para sumarse a esta iniciativa fue la posibilidad de unificar el cotidiano, el trabajo y el arte; "insertarse por diez días en un lugar desconocido y concentrar toda la energía en poder producir un acto, un momento, una actividad íntegra por medio de las imágenes, el sonido y la convivencia con otros. Es sin duda una instancia llena de vida", dice Viviana Corvalán, agregando que, "desarrollar un taller de arte en otra región, entrega nuevas expectativas y abre, sin dudas, nuevas perspectivas. Y con esto no me refiero a que ellos, los pisagüeños, se llenaran de nuevas expectativas, sino que es una situación recíproca, tal como dice una conocida frase: 'quien enseña también aprende'".

Diez días duró el taller de Stop Motion que esta artista dictó en Pisagua, lo que implicó, además, convocar a la comunidad y preparar una exposición con lo desarrollado en ese espacio en el que participaron niñas y niños de entre 5 y 12 años. Organizados en grupos, estos niños prepararon una historia y trabajaron en la creación de las escenas, construyendo pequeñas escenografías de cartón, papel y plasticina donde destacaron los tonos ocres y azules para identificar el desierto y el mar, referentes de su propio paisaje. "Una de estas historias se llamaba Todos los soldados se van al cielo, y hubo otras en las que lo más simbólico fue la presencia del lugar en que ellos se presentaban como protagonistas", cuenta Viviana Corvalán.

Pero, más allá de la experiencia concreta, esta artista señala que lo más importante para ella fue situarse "como una extranjera que no puede llegar a decir lo que otro necesita en el lugar que habita, sino que entrar como visita, disfrutar del paisaje, de las conversaciones, observar el lugar y poder establecer un vínculo sincero y de confianza, aunque sea de unos días. Para crear historias, escenografías y un video que acoja toda esa experiencia, tuvimos que realizar un trabajo con cada grupo de niñas y niños, y me arriesgo en hacer partícipe de esta reflexión a mi compañera de taller, Jessica Bruna, porque creo que para ambas fue fundamental crear un ambiente de confianza, donde valorábamos las ideas y apostábamos por su realización".

Viviana, ¿cómo se tradujo, en términos concretos, esa confianza de la que hablas?

En que ellos sentían la confianza de animar y dar vida a sus propias historias. Aunque muchos no podían generar los diálogos que se incluían en los videos -por vergüenza o timidez-, las opciones de creación les dio la libertad y la tranquilidad para comprender que en estos ejercicios no hay obligaciones, y que dentro de los límites del video todo podía ser. La labor más compleja y enriquecedora fue poder hacer que los niños tuviesen un espacio de creación, donde incluso podían jugar en las historias. Por ejemplo, un grupo de niñas no sabía qué hacer con las figuras de plasticina que ellas mismas habían hecho, por lo que tuve que ponerme a jugar a las muñecas -como lo hacen las niñas-, generando un diálogo que me permitió explicarles que por cada movimiento de los personajes tenía que haber una fotografía para que luego lograr el movimiento, tal como se ven en los monitos animados. Entonces, se creó una unión entre el juego, el arte y el aprendizaje de una técnica.

¿Qué es lo que más destacas de esta experiencia en Pisagua?

Me gustaría poder ampliar la noción de experiencia con respecto al viaje a Pisagua, ya que éste englobó una sucesión de imágenes y emociones que sobrepasaron los límites de un resultado y de una relación. Cuando presentamos el proyecto al CNCA, yo conocía Pisagua por la Guerra del Pacifico y por los detenidos desaparecidos, y sólo una vez que supimos que el proyecto había sido aprobado comencé a buscar material sobre ese lugar para establecer algún vínculo con el territorio. Escuché el tema "Pisagua" del grupo Los Miserables y del grupo Los de Marra, busqué fotografías del antiguo puerto en internet, poesías dedicadas a la zona y, de casualidad, me encontré con escritos en periódicos bolivianos que se referían a sus intereses de un paso al mar por Pisagua. Esto me hizo reflexionar en torno a que la búsqueda de información sobre un lugar específico por enlaces en internet, dan sólo un pequeño esbozo inacabado de la zona. Por eso, llegar a Pisagua significó, en primera instancia, enfrentar esta serie de supuestos construidos desde Santiago respecto a que se podía observar en el mismo lugar, ver a sus habitantes, algunas de sus costumbres y actividades, observar el paisaje árido y el mar que muchas veces daba para comer a sus habitantes y que, en otras ocasiones, sólo implicaba una larga espera. El paisaje se veía nutrido con aves de rapiña, palmeras y múltiples construcciones en ruinas. Vivir y trabajar en Pisagua por diez días, me hizo cuestionar más aún la labor del arte y cuál es la inserción de éste en el cotidiano de las personas.

¿Y en términos de resultados?

Llegar a Pisagua junto a catorce personas a realizar talleres, organizarnos como una unidad y vivenciar el arte desde el cotidiano, a mí parecer, ya es un resultado. Detenerse a reflexionar sobre lo que es este concepto tan usado en las disciplinas artísticas es fundamental para esta clase de actividades, donde no todo puede ser un papel con nombres, firmas y un producto. Como grupo, claramente teníamos que tener resultados para ser entregados al Consejo de la Cultura, como exhibir una obra de teatro, una presentación de música y, en el caso de nuestro Taller de Stop Motion, preocuparnos de que los grupos de niños tuviesen su video terminado. Sin embargo, el proceso va más allá de eso, tiene que ver con reflexionar en torno a cómo podíamos establecer el vínculo con las personas, que era lo medular en la primera llegada. Tenemos que detenernos a pensar que nosotros como grupo de talleristas, éramos extraños entre ellos y en sus tierras y, desde ese plano, tuvimos que enfrentar la relación de la enseñanza y el lenguaje creativo. El resultado aquí es la calidad de cómo entregamos el contenido y el tiempo que dimos al momento de entregar confianza para crear.

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