Presentado en el Teatro Municipal de Santiago:

Facultad de Artes se hace presente en exitoso musical El hombre de la Mancha

Facultad de Artes se hace presente en "El hombre de la Mancha"

Con un elenco de 24 personas, una orquesta de 16 músicos, 15 funciones a teatro lleno y más de 19 mil espectadores, el musical "El hombre de la Mancha" fue todo un éxito de taquilla, alzándose como uno de los espectáculos más vistos del Teatro Municipal durante los últimos 15 años. Razones para esto hay muchas, y es que el éxito no se basó únicamente en la presencia de Amaya Forch y Julio Milostich en los roles protagónicos, sino que también porque se trata de un potente trabajo global asegurado por una muy cuidada dirección escénica, un gran desempeño orquestal y por supuesto un riguroso trabajo actoral.

La primera versión nacional de "El hombre de la Mancha", historia que narra el encierro de Miguel de Cervantes en una prisión del siglo XVI en Sevilla, debutó en agosto de 1974 en el Teatro Municipal convirtiéndose con el tiempo en uno de los montajes más exitosos del país. En esa oportunidad, los roles protagónicos fueron interpretados por Alicia Quiroga (Dulcinea/Aldonza), José María Langlais (Quijote/Miguel de Cervantes) y Fernando Gallardo (Sancho), en tanto que Juan Azúa estuvo a cargo de la dirección orquestal. 35 años más tarde, esos roles fueron encarnados en el mismo escenario por Amaya Forch, Julio Milostich y el cantante lírico Daniel Farías, mientras que Eduardo Browne tuvo a su cargo la dirección musical.

Para el académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Eduardo Browne, una de las razones del éxito de este musical es que combina un buen argumento dramático con una excelente musicalización, y es que "muchos musicales tienen muy buenas canciones pero se caen en la parte dramática, porque el drama es muy superficial. Por ejemplo la historia de Cats, a pesar de que tiene una música fantástica, es débil dramáticamente. Este show en cambio, reúne las dos cosas". Y agrega: "La historia de 'El hombre de la Mancha' además pone en escena el espacio de los ideales, del ir más allá de lo que uno ve. No es que el Quijote sea un loco que ve cosas donde no las hay y todo el mundo se ríe, no se trata de eso, sino del ir más allá de lo que la gente normalmente ve. Eso es muy bonito, especialmente en una sociedad como la nuestra que está siempre muy pendiente de lo superficial, por lo que el mensaje profundo que deja la pieza es lo que realmente vale la pena, lo que hace vibrar".

En efecto, cada función fue coronada por largos y emotivos aplausos, donde la gente homenajeaba de pie el excelente trabajo presenciado y llevado a cabo por un equipo íntegramente nacional, donde un elenco multidisciplinario compuesto por actores, cantantes líricos y bailarines fueron los encargados de pasear al espectador por distintos paisajes emotivos de la mano de una inteligente orquestación.

Para Rodrigo Claro, diseñador escénico egresado del Departamento de Teatro de la Facultad de Artes y régisseur de esta obra, la experiencia de trabajar con un equipo multidisciplinario fue "una expectativa con muchos acertijos y una fabulosa respuesta ante una compenetración entre las diferentes disciplinas en pos de enriquecer la del otro". Y es que después de un arduo trabajo, "los bailarines cantan mejor, los actores bailan y cantan sorprendentemente a veces, y los cantantes son los jefes del humor a toda costa y a toda prueba. Ha sido un ejercicio donde la claridad para guiar, para resolver, para transmitir la idea del montaje a tan diversos profesionales me ha enfrentado a crear un sistema donde las experiencias anteriores con los tres rubros han desatado un mínimo común múltiplo que funcionó muy bien, y que estableció un altísimo nivel de profesionalismo, compromiso y espontaneidad en el montaje", señala.

Precisamente la multidisciplinariedad del elenco era un factor que sumaba complejidad al montaje, y es que cada una de las disciplinas tiene un modo particular de trabajar y transmitir un mensaje específico al público. Para lograr un buen resultado entonces, además de reunir un buen director de actores y un buen director musical, era absolutamente necesario contar con un buen régisseur que pudiera aunar los elementos que ya habían sido trabajados por separado.

Esto es precisamente lo que destaca Pablo Zamorano, alumno de la Licenciatura en Artes con mención en Danza que también forma parte del elenco de "El hombre de la Mancha". "Rodrigo Claro, a pesar de ser muy joven, ha hecho un trabajo súper bien logrado. Él logra hablarle al intérprete, sea bailarín, actor o cantante,  desde un lugar muy humano para encontrar lo que él busca, y eso es súper rescatable de un director. Él logra entrar en tí como intérprete, como artista, para hacer", señala este joven bailarín, único estudiante en el numeroso elenco.

Y a pesar de que en ninguno de los cinco pequeños papeles que encarna Pablo demuestra sus dotes como bailarín, rescata la experiencia en el musical al señalar que "el trabajo en esta comedia musical me ha servido un montón porque aunque no esté bailando, sí me permitió ir almacenando en mi bagaje cultural nuevas formas de trabajo, nuevas formas de comunicar. Ha sido súper interesante trabajar con actores y cantantes, porque ellos tienen una modalidad de trabajo distinta al bailarín, y si bien hay cosas muy parecidas relativas al comunicar algo al público, el lenguaje que se utiliza para llegar a comunicar es totalmente distinto".

El joven bailarín acota: "el cantante ocupa todo su órgano interno, de diafragma, pulmón y de alma para poder expulsar y contar eso tan maravilloso que nos comunican: trabajan desde lo interno hacia lo externo. El actor en cambio, tiene una modalidad de trabajo parecida a la del bailarín porque a partir de referentes visuales externos logra componer un personaje, o una cierta identidad  distinta para hacer, para recrear, para situarnos en un lugar distinto; y el bailarín por otra parte, trabaja desde el alma hacia los huesos, los músculos y de ahí hacia afuera. Como bailarín tienes que cuidar todo, no lesionarte ni corporal ni espiritualmente. En definitiva, todos tienen una forma muy particular y muy bella por lo demás de generar un lenguaje entendible, expresivo y conmovedor para la gente, y yo quise participar en este musical porque creo que para un artista, mientras más te nutras de las distintas formas de comunicar, es muy enriquecedor".

Eyal Meyer, egresado de la Licenciatura en Artes con mención en Actuación, encarna en esta obra al caballo Rocinante. Para él, la experiencia de trabajar con un equipo multidisciplinario ha sido algo "alucinante y enriquecedor, no deja de encantar. Es una oportunidad que intento aprovechar al máximo, hay mucho que compartir y nuevas cosas por aprender, tanto en el aspecto humano como en el profesional. Ha estado muy bueno que la relación entre todos fluyera desde el respeto y el compañerismo, remando con toda la energía hacia un mismo objetivo, sin caer en conflictos que no tienen nada que ver con lo laboral y que suelen presentarse en proyectos creativos. Estoy agradecido de cada uno y de lo que he aprendido con ellos, es un privilegio". 

Por otro lado, este joven actor destaca otro factor que lo motivó a formar parte del elenco de este montaje, y es que tal como señala, "siempre me ha interesado la versatilidad dentro de la actuación, por lo que cuando me llamaron a audicionar para Rocinante, explicándome que debía bailar, cantar y desarrollar al caballo de Don Quijote lo encontré muy atractivo, algo distinto en todo sentido, además de que el tema de la obra, y la magnitud y calidad del proyecto dejaban entrever que se trataría de algo muy especial".

Pero Rocinante no anda solo por los caminos de Sevilla, y es que junto a él está siempre el burro Rucio, el que es encarnado por el egresado de la Licenciatura en Artes con mención en Danza Luis Leiva. A pesar de que en "El hombre de la Mancha" hay pocos espacios efectivos para el desarrollo de la danza, Luis tiene unos segundos para lucirse como intérprete de flamenco. Tras trenzarse en una lucha coreografiada junto a Eyal al inicio de la obra, el bailarín asume a los pocos minutos su rol principal y definitivo: el ser el fiel burro de Sancho.

Para este bailarín, el trabajo realizado en este musical "ha sido súper enriquecedor, estuvimos  todo el tiempo retribuyéndonos, aprendiendo de los otros. Sin embargo a mi gusto, al musical le falta danza. Yo pondría más danza, le pondría un cuerpo de baile donde haya seis u ocho bailarines, para que se justifique el que sea un musical. De todas formas el elenco es increíble, por la energía y la comodidad con la que uno se enfrenta al trabajo. La relación humana siempre estuvo marcada por el respeto, la cordialidad y la atención en el otro. Increíblemente, hay muy poco ego. Acá estamos todos súper unidos".

Misma opinión tiene su compañero de disciplina, Pablo Zamorano, para quien "el elenco es increíble: Todos son muy buenos en lo que hacen, muy profesionales, muy entregados, con una fuerza sobrecogedora y para mí también ha sido súper rico trabajar con ese grupo humano".

El fenómeno de público de "El hombre de la Mancha"

Si bien en un principio se habían programado sólo 3 funciones del musical, la gran concurrencia de público hizo ascender muy prontamente este número a 15, y al poco tiempo de poner las entradas a la venta, éstas ya se habían agotado. "El hombre de la Mancha" fue sin lugar a dudas un éxito, marcando con su fenómeno un posible regreso del género musical a las salas nacionales.

Todos los protagonistas de este montaje coinciden en que uno de los momentos más emocionantes de la obra es el final, cuando a cada uno de ellos les toca enfrentarse a un Municipal copado de público.

Para Luis Leiva, la recepción del público "fue impresionante. Enfrentarse al teatro lleno es emocionante. Es la parte más bella de todo el espectáculo, me emociona demasiado", afirma. Misma opinión tiene el académico de la Facultad de Artes Eduardo Browne, para quien "lo más bonito de todo ha sido la recepción del público: es emocionante ver cómo la gente se queda aplaudiendo de pie durante ocho minutos".

Consultado sobre qué es lo que más valora de esta experiencia, Eyal Meyer respondió sin dudar: "La recepción del público. Es realmente invaluable la energía que se genera durante el viaje que propone el espectáculo, sobre todo al terminar la obra cuando un Teatro Municipal completamente repleto está de pie aplaudiendo y vitoreando emocionado, es un sueño del que estoy muy agradecido. Por otro lado el aprendizaje ha sido notable, considerando que la gran mayoría de los elementos participantes del proyecto eran nuevos para mí. No había tenido la oportunidad de trabajar con una orquesta por ejemplo, menos en una comedia musical o con un grupo tan numeroso y talentoso de artistas y técnicos como lo es este. Se ha hecho un gran trabajo y ha estado muy entretenido".

Rodrigo Claro, en tanto, atribuye la excelente recepción del público a que "este montaje se ha caracterizado principalmente por ser muy fiel a representar un espíritu muy claro en la obra, que ha teñido, se ha reflejado o ha resaltado en cada uno de los que componemos el equipo de manera explícita. Ese nivel humano es el que guía el montaje. Además la obra es muy conocida, habló de un sueño imposible en medio de la crisis después del 73' y quedó en la mente de los chilenos, que la traspasaron a sus hijos, a sus nietos. Habla de valores, todo lo contrario a lo que los medios comunicacionales están bombardeando a diario y sin piedad ni distinción al público hoy. Pero el ser humano se aburre, se aburre de lo que le es adverso y clama por vida y trascendencia desde algún recóndito lugar de su alma, y es eso lo que busca en 'El Hombre de la Mancha', y dadas las características de este montaje, es lo que le hace salir de la función sobrepasado de ganas, de ánimo, llenos de emoción".

El joven régisseur agrega:  "Creo que la enorme demanda que hemos tenido de público no se debe sólo a que el 74' Alicia Quiroga y José María Langlais, a quienes sin duda les debemos un enorme escalón pues dejaron una huella imborrable en los chilenos, sino a que hemos desarrollado un trabajo que habla de amor y de fe coherentemente, en medio de una crisis, y en medio de un mundo que está transformando al propio hombre en un cartucho desechable, y donde ése mismo hombre se está revelando en contra de eso".

Los desafíos del montaje

Una vez culminadas las funciones, el éxito rotundo de la obra se hizo patente e indiscutible. Pero nada es gratuito. Según Rodrigo Claro, los mayores desafíos de montar esta obra en el Teatro Municipal fueron "traer un grupo de afuera ya consolidado para ocupar un espacio donde generalmente las personas no se conocen, y casi no alcanzan a trabajar juntos por la rapidez de los montajes de ópera". Del numeroso elenco que tuvo a su cargo en términos de dirección escénica, Claro destaca su "impronta dinámica, alegre y muy positiva que ha llenado al teatro de una energía muy especial. Por otro lado, la puesta en escena maneja códigos referidos a lo técnico y escénico nada de académicos ni comunes a lo que exige la mayoría de los montajes al Teatro Municipal, por lo cual la parte técnica del escenario, que incluye a maquinistas, maestros internos y de luces, ha debido adecuarse a dinámicas y efectos que no son comunes, pero que el montaje de esta obra requiere y potencia en su particular visión".

Por su parte, Eduardo Browne, director musical de este montaje, concluye: "El trabajo fue muy intenso de parte de todo el equipo actoral bajo la guía de Rodrigo Claro. Si bien yo me integré un mes después, por supuesto que el director musical siempre tiene algo que decir con respecto a la caracterización, y encontré a un grupo humano que estaba muy dispuesto a trabajar, y que de hecho trabajó muy duro. Había unos que cantaban muy bien y otros cantaban menos bien, pero hay que recordar que este es un musical y no una ópera. Había cantantes que respiraban en medio de una frase, algo que sería inaceptable en un contexto operático, pero acá lo hacían de una manera tan convincente, y es tan bonita el alma de ellos, que estaba bien de todas formas. Además como esto es un musical se privilegió más el hecho de que fueran actores que pudiesen cantar, y en ese sentido yo no los traté de meter al Conservatorio, sino que traté de escuchar qué era lo que tenían, qué material tenían, y ha sido un material sorprendentemente comunicativo, con un mensaje muy potente, y eso para mí lima todas las asperezas vocales".

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