"Todo lo que yo hago hasta ahora viene marcado por una línea que comienza cuando estoy en segundo año de carrera, con continuidades y desvíos, obvio, pero al final siempre todo tiene que ver con un punto de origen. Entonces, si bien pretendo hablar sobre el trabajo de los últimos seis años, es perfectamente posible que aparezcan referencias a trabajos anteriores que están en la base de todo lo que yo he estado realizado", señala Francisco Sanfuentes, artista y académico de la Facultad de Artes sobre su participación en el Seminario de los jueves que se realizará este próximo 6 de noviembre.
Este artista y académico es enfático en señalar que lo que le interesa es moverse en los límites de los circuitos establecidos, ya sea el institucional o el marginal, como él mismo lo llama. "No se trata de estar radicalizado en un ámbito o encerrado en un circuito determinado porque lo que propone mi trabajo es irradiar en ambos sentidos. Es una postura más bien limítrofe respecto a la producción no perteneciente a ninguno de los dos ámbitos porque ambos tienen sus territorios limitados y sus propios lenguajes y, de alguna manera, incluso lo marginal genera cierta autorreferencia. La condición limítrofe sigue siendo una condición frágil de la producción artística", sentencia.
Para Francisco Sanfuentes, el Seminario de los Jueves le permitirá no sólo plantear sus procesos de obra, sino que además, espera "que se genere una conversación en torno a la obra, al proceso e incluso un cuestionamiento desde las distintas miradas y desde el ámbito específico de la formación de cada uno de los asistentes. Entonces, en un seminario se pueden poner en juego esas distintas visiones y confrontarlas en una escena concreta y delimitada como es ésta a la que me han invitado", agrega.
¿Cuál es ese punto de origen del que habla?
Yo provengo de un taller de pintura, por lo que un punto importante en mis inicios tenía que ver con el problema de la representación a través de los materiales pictóricos. Yo estaba poniendo en obra ciertas cuestiones que tenían que ver con el desecho, con el aspecto de la corrosión o de la materia que se degrada, por lo que en un momento cuestiono eso y dejo completamente los materiales tradicionales de la pintura para trabajar con el gesto de corroer, de yo generar esta degradación en los materiales. Por lo tanto, me desplazo hacia otro tipo de elemento, donde salgo de la tela en el sentido de la imitación y comienzo a producir sobre materiales como el metal u otros para generar en la obra su degradación. El tema de la degradación del material, que posteriormente se transforma en la oxidación, es una constante dentro de mi producción de obra.
¿Y los otros aspectos?
Lo segundo es que cuando yo todavía estaba pintado, el modelo con el que estaba trabajando ya tenía que ver con la calle. Es decir, la calle a través del muro, el muro como la superficie donde confluyen capas de huellas e historias, donde se construye un sentido a partir de la visión de esos espacios. Entonces, ya no era imitación de esos espacios ni imitación a la manera del grupo Signos. Tomo distancia absoluta de eso, lo que me obliga a desplazarme hacia el espacio público. Y el tercer elemento tiene que ver con el tiempo que está vinculado con la degradación de los materiales, la corrosión, la degradación de la pintura, la obra que tiene un periodo transitorio en el tiempo. A su vez, esa degradación está vinculada con el trabajo en la calle porque mi trabajo se abre a ese aspecto en algún momento sin dejar de lado el trabajo de sala. Un trabajo hecho el año 95, por ejemplo, ya no es el mismo porque su proceso de corrosión sigue estando ahí.
Esos tres aspectos atraviesan su obra desde que era estudiante, pero tengo entendido que además se centrará en momentos específicos de creación de obra. ¿Es eso así?
Claro. Un momento importante dentro de mi desplazamiento hacia la calle tiene que ver con el proyecto Calle Acontecimiento, proyecto colectivo que se realiza el año 2000, 2001. Es importante porque tiene que ver con un cierto malestar frente a esta idea de que cualquier gesto que se genera al interior del campo del arte, como un lugar autorreferente, es discutible o interesante sólo porque se genera al interior de él. Me interesaba -y me sigue interesando- cómo se somete un gesto de producción de obra fuera de ese cobijo autorreferente y protegido. Es decir, someter a la producción artística a la fragilidad que significa la intemperie, que es la calle y también el estar afuera de la institucionalidad artística. Hay otro proceso de obra largo que se inicia en 1998 con una exposición que hago en París, que continúa hasta el 2003 y finaliza con una exposición en Matucana 100. Allí fue muy importante el sentido narrativo, dónde la anécdota, la historia, lo biográfico respecto a ciertas situaciones de calle, son la motivación principal de la construcción de la obra. Se puede cuestionar dentro de la producción artística lo narrativo, estoy completamente de acuerdo con eso, pero en este caso en particular es aquello que moviliza muchos de los aspectos de la obra. En ese sentido, ese proceso del 98 al 2003 es fundamental.
Otro aspecto que me interesa y que se consume el 2005 en una exposición en el MAC que se llamó Pintura Negra, tiene que ver con la negación de todo lo narrativo o poner en escena lo irrepresentable de la experiencia, de ciertas situaciones que también tienen que ver con la calle, con la intemperie, con el espacio público, con la fragilidad del arte y de la existencia, que de pronto, al interior del espacio museal, pasan a ser cuestiones que se tornan irrepresentables. Lo que me interesaba ahí era todo lo contrario del proceso anterior, la negación absoluta. Poner en escena lo irrepresentable como irrepresentable, lo que también tiene que ver con un gesto político.
El Seminario de los Jueves que tendrá como protagonista a Francisco Sanfuentes se realizará este 6 de noviembre, a partir de las 14:30 horas, en la sala 2 del Departamento de Teoría de las Artes. La entrada es liberada.
