Hojas color rosado, una mesa, una silla, una máquina de escribir y una escalera fueron los dispositivos utilizados por el compositor y pianista Manfred Werder, en la performance realizada en la Sala Juan Egenau el pasado viernes 21 de abril.
Una instancia de puesta en obra y reflexión gestionada por el Núcleo de Artes Sonoras del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, quienes invitaron a Werder a dar la conferencia-performance “[la música de la historia]", tomando en cuenta que una de las líneas de trabajo del núcleo, es la relación con la producción artística sonora fuera de la Universidad de Chile.
“Manfred Werder es un importante compositor, con propuestas extremas que sobrepasan el campo de la música, incorporando elementos literarios y visuales en sus conciertos-performances. Aprovechemos su paso por Chile para que pueda presentar su propuesta al público estudiantil y académico, tomando en cuenta que hace tiempo el sonido se incorporó como un material más en la producción artística en el DAV”, indicó el académico, Rainer Krause, uno de los representantes del Núcleo Artes Sonoras.
De este modo, aunque Manfred Werder proviene del campo de la música docta, a su vez altera estos cánones a través de sonoridades (voz, sonidos incidentales), temporalidades (largas pausas) y medios transdisciplinares (textos, acciones) en sus presentaciones.
“Él propone una práctica de composición sonora y presentación improvisada fuera de las disciplinas tradicionales como concierto o lectura. En este sentido, el núcleo lleva el nombre ‘Artes Sonoras’ (en plural) para indicar que no entendemos su trabajo en una línea predefinida, sino explícitamente transversal observando las diferentes categorías artísticas. Por eso Manfred Werder es un muy buen ejemplo de estas prácticas artísticas que traspasan las convenciones de la obra sonora y su escucha”, indicó el académico del DAV.
Así durante su puesta en escena, por cuarenta minutos aproximadamente, se dedicó a leer citas en diferentes soportes y con largas pausas: “Tronar los cerros, arar la tierra”, se le escuchó leer. “Ciudad de México, Valparaíso, Universidad de Chile, Las Encinas”, entre otros, fueron lugares que nombró Manfred durante su performance en la que recorre 2800 años de texto, de inscripción de los cuerpos y la tierra.
Con movimientos repetitivos, en silencio, tecleó en una máquina de escribir: “Las ideas son a las cosas, lo que las constelaciones a las estrellas”. Pasó después por arriba de una escalera, leyendo un pequeño rollo de papel, luego descendió, para dejar a su libre disposición el rollo con frases, que rodó por el suelo.
A todos estos actos llenos de signos y significaciones le corresponden sus respectivos sonidos y silencios, que son lo medular de la performance de Werder, quien explicó: “Yo juego con esto de lo que se puede escuchar, por ejemplo, como compositor yo trabajo con la escritura, por ende con el pentagrama que todos conocemos y eso para mí ya es un tipo de escritura. La escritura va mucho más allá, casi como la música que toca los cuerpos, es un labrar de los cuerpos. Si un tatuaje te marca el cuerpo, o la música te golpea de forma más fina o más fuerte, es como una escritura del cuerpo. De todo eso intento decir algo, pero de manera más lateralmente”, introdujo Werder.
De este modo el compositor suizo, actualmente radicado en Ciudad de México, selecciona los textos que lee de acuerdo a su estado emocional. Dicha selección implica un filtro de lo implícito y explícito de los textos, tomando en cuenta además que los lugares y públicos donde se presenta Manfred Werder, siempre son distintos.
“Hay muchas maneras de decir algo. Como leo mucho para mí una página es harto, por eso me quedo en una frase, de cierta manera quiero sentir baja influencia de lo que leo, ya que lo que me interesa es la influencia que siento en el momento que me presento [...]Yo pienso que quiero leer estos textos con todo mi amor a la materialidad, al papel, a la escritura [...]”, contó.
La performance de Manfred Werder está llena de decisiones que son precedidas por preguntas prácticas sobre el lugar donde se presenta. “Me cuestiono ¿Qué impone el espacio? Al menos quiero hacer visible algunos dispositivos, pero no quiero someterme a ellos”, dijo y agregó “Yo solamente puedo pensar en lo que la sala se ha prefigurado de mí como posibilidad”.
Sin embargo, el centro de su presentación está en los sonidos, en los ruidos que emite con cada movimiento. “Lo que yo hago con respecto al sonido es lateral, porque yo escribo, pero es el ruido lo que me importa”, indicó.
En ese sentido Werder también se refirió a la voz, un elemento que para él constituye una máquina. “Pienso que mi voz no tiene mucha diferencia entre la máquina de escribir, pero mi voz me representa más auténticamente que la máquina. Entonces yo creo que también la voz es un medio transformado, es un aparato de control, de autocontrol, de represión, por eso intento con mi voz, no fingir otra voz”.