Ciudad Sísifo
El Centro de Creación Artística e Investigación Interdisciplinaria de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, realizó el 22 de septiembre del 2014, su segunda sesión, invitando a responsables de proyectos de creación ganadores del Fondo de Creación de la Facultad de Artes. Los dos proyectos seleccionados para la ocasión proponen distintas miradas sobre el problema del archivo en las prácticas artísticas contemporáneas. El primer proyecto, una investigación curatorial que culminó en la exposición “Ciudad Sísifo” en MAC Quinta Normal durante el mes de septiembre, a cargo de Matías Allende y Carol Illanes, egresados de la carrera de Teoría e Historia del Arte, con apoyo del profesor Sergio Rojas, se acerca al problema de la ciudad y su teorización a través del trabajo de diez artistas contemporáneos chilenos. El segundo, a cargo de Verónica Troncoso, explora desde lo performático y lo sonoro el archivo de la Huelga de Hambre en la CEPAL durante el año 1977, en plena dictadura.
"Ciudad Sísifo" en MAC Quinta Normal
Conformando un equipo patrocinado por el profesor Sergio Rojas, Matías Allende y Carol Illanes componen una dupla curatorial que ya han indagado en otras instancias el problema de la relación entre arte y ciudad. A partir de una investigación de año y medio, se concreta “Ciudad Sísifo”, que cuenta con la exposición, una producción audiovisual de entrevistas a artistas y un catálogo.
La curatoría es reflexionada como un espacio para pensar la obra y producir un relato a través de la investigación, exponiendo un diagnóstico en torno al arte contemporáneo, la historiografía y la vinculación entre arte y ciudad. Siguiendo estos lineamientos, se convocaron a diez artistas seleccionados por los curadores, de distintas casas de estudio y experiencias curriculares. Sumando la significancia de las experiencias curatoriales anteriores, como por ejemplo “Trabajo en utopía: óxidos de la UNCTAD III” en Galería Macchina o “Planisferio” en Galería Concreta de M100, se enriquecen las relaciones posibles entre arte, urbanismo, política y arquitectura, en donde la exposición sólo es uno de los productos de la investigación historiográfica.
El proceso de este proyecto se inició con una selección de artistas que fuesen coherentes a través de la observación de su trabajo anterior, apostando a la zona incierta de las obras por encargo. Mientras que el equipo ya había trabajado anteriormente con algunos de ellos, los curadores decidieron privilegiar el formato de la instalación. Luego del encargo, se crea una relación constante entre el trabajo de taller de los artistas y la investigación, entregando los avances de esta última como material para el proceso de las obras.
La investigación, en tanto, nace de una pulsión que se genera a partir de las últimas investigaciones sobre la ciudad de Santiago, repensando la historia de su fundación desde su importancia administrativa en el imperio Inca al sur del Tahuantinsuyo. Esto los obliga a volver sobre el relato discursivo de la historia nacional y los patrones de identidad que se tejen en los albores de la república. Para pensar la ciudad del presente, se propone entonces una alegoría, el mito de Sísifo, para dar con una espacio complejo de particularidades que tienen que ver con procesos sociopolíticos y cómo aquellos han marcado su fisionomía, dejando huellas en la ciudad y en las subjetividades que la habitan.
A partir de dicha reflexión, se proponen dos autores principales para adentrarse en el problema, marcando dos líneas de investigación distintas pero complementarias. Por un lado Albert Camus, en su elaboración existencialista del mito de Sísifo, y por el otro Gabriela Mistral, indicando la condición telúrica y el paisaje como un elemento permanente en los relatos artísticos nacionales. Las dos líneas que se despliegan a partir de esto son tituladas como Mito y Errancia.
A partir de la línea Mito, se incluye el problema del Santiago Andino, repensando su momento fundacional, usando fuentes y archivos, más allá del puro relato de la historia nacional. Aquí se inscriben las obras “Dromos” de Gabriel del Favero, en la que se presenta un Santiago postapocalíptico, donde se abraza el componente barbárico como forma de restituir la posibilidad de encontrar más seres humanos; “Postperiferia” de Eugenia Rojas, que instala fachadas de viviendas construidas en la ciudad formando una cartografía del sueño de los suburbios; “Cristóbal y Joaquín” de Cristóbal León y Joaquín Cociña, que se ríen de la condición mítica, hablando desde una ciudad futura sobre la obra construida; y finalmente, “Tántalo” de Matthey Neary, en la que un muchacho se masturba al borde de una carretera excitado por la imagen de una mujer en una valla publicitaria utilizando como alegoría al condenado Tántalo, que al intentar beber agua, se le escurre eternamente de las manos.
En la línea Errancia, se propone más en profundidad la relación con las formas urbanas y con los individuos. De esta manera, se presentan los trabajos “Superviviente” de Jessica Briceño, que captura formas escultóricas de la ciudad que dan cuenta del proceso modernizador; “Low Low Low” de Fiorella Angelini que a través del relato familiar archivado se entra en la historia de la ciudad; “Lava y Seca” de Camilo Silva, que parte de una acción performática de intercambiar las frazadas de un vagabundo por una nueva, desplazando la antigua hacia el museo, inscribiéndola en un mecanismo que permite su lavado; “Hijas de la Grieta” de Nicolás Astorga, mostrando cómo se proyecta la subjetividad de una generación sin historia en la ciudad; y finalmente, “Los hijos bastardos” de Catalina Andonie”, que reproduce un modelo comprado de concreto, que resultan imposibles de trasladar a la sala que se les había asignado, repitiendo el gesto de Sísifo.
El trabajo posterior a la exposición sigue siendo fundamental en el desarrollo del proyecto. Se crea una serie de videoregistros de entrevistas a los artistas, en que ellos relacionan sus obras con los ejes de la investigación, exponiendo los procesos de trabajo y los procedimientos formales. Este trabajo propone una política de archivo a través de una estética propia, dando como resultado un producto que explicita los procesos.