"El profesor Víctor Alegría, en ese entonces Jefe de carrera de la Licenciatura en Artes con mención en Artes Plásticas, me comentó que había llegado una carta de una señora que contaba que su hijo, que sufría de una cardiopatía, había sido asignado a una sala del Hospital Calvo Mackenna. Como el espacio le parecía un tanto lúgubre, quería saber si desde aquí se podía hacer algo para alegrar un poco ese lugar, para que los niños y sus papás pudiesen ver colores, tener otra visión", recuerda Jaime Zelada, técnico del Taller de Serigrafía del Departamento de Artes Visuales, sobre la conversación que más tarde gatillaría la realización de un mural en el interior de una de las salas de hospitalización de ese recinto ubicado en Antonio Varas, en la comuna de Providencia.
El espacio a intervenir correspondía a una sala destinada precisamente a niños que tienen algún tipo de cardiopatía, "chicos que pueden estar ahí desde sus primeros días de vida hasta los 12 o 14 años, pero no sólo por un tiempo. Es decir, a la mayoría los tienen que seguir operando y prácticamente viven en el hospital", cuenta Jaime Zelada, quien contactó a un grupo de estudiantes de la Licenciatura en Artes Plásticas para ver si estaban interesadas en trabajar en la realización de un mural. "Pensé que podían tener una buena respuesta e inmediatamente se motivaron con esta iniciativa que era totalmente voluntaria, por amor al arte, una forma de devolver todo lo que uno recibe", agrega al respecto.
Así, Daniela Muñoz, Nicole Beaupuits, Carla Santibáñez, Ariadne Opazo y Luciana Pérez comenzaron a trabajar en el boceto del mural, "un proceso largo en el que decidimos que la imagen a ocupar tenía que ser neutral pero acogedora, tenía que funcionar para los niños pero también para sus padres y para las personas que trabajan ahí", cuenta Nicole Beaupuits sobre esa etapa que se extendió por varios meses debido a la demora que significó conseguir autorización para pintar una sala en la que, como cuenta Jaime Zelada, "muchos niños están conectados a máquinas. Y lo complejo es que no es que se operen y se recuperen, porque a medida que van creciendo tienen que volver a operarlos. Es muy compleja la situación que les toca vivir".
El mural
"En un primer momento pensamos básicamente en la generación de un espacio, en construir un mural que fuera capaz de generar una atmósfera para los niños. De hecho, barajamos la opción del espacio exterior y de pintar árboles en el hospital", dice Daniela Muñoz sobre el objetivo que perseguían con este mural que finalmente se transformó en un fondo marino creado colectivamente que ocupó dos muros del fondo de la sala. "En el proceso de la pintura del mural empezaron a llegar personas que nosotras no conocíamos, estudiantes de la Escuela que supieron de esta iniciativa, que fueron al hospital, que nos ayudaron a pintar y que luego se iban. Pero era así todo el tiempo, siempre había personas dispuestas a ayudar", añade Nicole Beaupuits.
De hecho, fueron alrededor de quince estudiantes de la Licenciatura en Artes Plástica los que se sumaron finalmente a esta iniciativa. "El mismo día en que nos íbamos al hospital, unas niñas de primer año, en cuanto supieron qué era lo que íbamos a hacer, se ofrecieron a ayudar. Entonces es esa generosidad la que yo destacado y admiro, sobre todo porque hablamos de jóvenes que desinteresadamente se comprometieron con esta idea", cuenta Jaime Zelada sobre cómo se fue concretando este proyecto que lideraron estas cinco estudiantes de tercer año y que para su realización incluso contó con la donación de pinturas de parte de Pinturas Sipa, las que fueron utilizadas para dar forma a este mural que, aunque pintado por distintas manos, "pareciera haber sido pintado por una sola persona", dice.
"Aquí todo fue con aportes y donaciones, y el resultado fue genial. De hecho, las enfermeras que trabajan en el hospital me dijeron que había quedado maravilloso, que para ellas era increíble porque levantaban la vista y se generaba algo distinto, como si tuvieran una ventana para ver hacia otros paisajes. Eso les generaba una actitud distinta y, por lo miso, la gente en general está sumamente agradecida de que se preocuparan por sus hijos", agrega Jaime Zelada. Y concluye al respecto: "El director del hospital no había tenido la oportunidad de ver la obra y ahora que la vio quedó encantado y le gustó a tal punto que nos pidió ver la posibilidad de repetir la experiencia, de generar algo similar en otra sala".
Los estudiantes de la Licenciatura en Artes Plásticas que trabajaron en la realización de este mural fueron Nicole Beaupuits, Ariadne Opazo, Daniela Muñoz, Carla Santibáñez, Luciana Pérez, Verah Miranda, Anastasia Vargas, Carolina Sandoval, Camila Godoy, Daniela Gallo, Daniel Estrada, Cristian Tejo, Cristóbal Salazar, Ignacio Mora y Sebastián Buzeta.