Doctor en Filosofía y Cineasta argentino:

Adrián Cangi: El hombre que habla de cuando olvidar es una posibilidad

Adrián Cangi: El hombre que habla de cuando olvidar es una posibilidad

Abraham Boba sabe perfectamente lo que significa querer olvidar. Este peluquero judío tuvo la ardua misión de tener que cortarle el cabello a miles de mujeres en el campo de concentración de Birkenau, antes de que ellas entraran junto a sus hijos a las cámaras de gas.

La experiencia de Boba es parte de las nueve horas y media del documental "Shoah", del cineasta francés Claude Lanzmann, quien filmó a lo largo de  once años y en diferentes continentes los testimonios en primera persona de víctimas, testigos y verdugos del exterminio de comunidades judías durante la Segunda Guerra Mundial.

Fue justamente la proyección de extractos de este documental, lo que sirvió como hilo conductor para que el Doctor en Filosofía, académico e investigador en la Universidad de Buenos Aires, Fundación Universidad del Cine y Universidad Nacional de La Plata, Profesor Adrián Cangi, sostuviera el seminario titulado "Filosofía e Imagen: el giro ético de la estética y la política", los días 30 de junio, 2, 7 y 9 de julio en la Sala Adolfo Couve de la sede Las Encinas de la Facultad de Artes.

La visita de Cangi a Chile se enmarca en el programa de internacionalización del Doctorado en Filosofía, mención Estética y Teoría del Arte de la Universidad de Chile, que ha contado con personalidades de la talla de Antonia Birnbaum y Rodolphe Gasché. De esta forma y durante su visita al país, el destacado intelectual argentino sostuvo un debate con estudiantes de dicho doctorado, en el que abordó treinta años de historia en el campo filosófico, estético y político, refiriéndose a los efectos de los campos de exterminio en el dominio del arte y de las prácticas políticas, utilizando el cine como un vehículo expresivo.

Rossellini: "Ha llegado el momento en que el cine lo haga gente sin uniforme"

"La idea central de los seminarios fue abordar, a través de una serie de films y autores, la pregunta del leguaje cinematográfico después de la destitución de las lógicas sensoriales y motrices anteriores a la desaparición de un pueblo de la faz de la tierra", explica Cangi, quien utilizó la obra de Rossellini,  uno de los directores más importantes del neorrealismo italiano, como ejemplo para el seminario que dictó en Chile.

Es así como este destacado académico argentino y asesor audiovisual del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), durante el 2001 y 2007, instaló la pregunta sobre cómo opera la relación entre testimonio y archivo, utilizando para aquello las cintas "Noche y Niebla" de Alain Resnais y "Shoah" de Claude Lanzmann.

El segundo movimiento fue el debate entre la cinta de Lanzmann y el trabajo del director de cine francés Jean Luc Godard, planteando de qué manera debería obrar la palabra del testigo y de qué manera funcionaba la lógica del archivo. Al finalizar el seminario, Cangi postuló una serie de ejemplos contemporáneos, en un debate que giró en torno a cómo funcionaba la contemporaneidad hoy, utilizando como ejemplo una serie de films, como "Dogville", para llegar al problema y la pregunta de la justicia, para lo que utilizó ejemplos de cine americano y las fábulas contemporáneas en torno a Clint Eastwood.

Nietzsche: "Es tan necesario el recuerdo, como imprescindible el olvido"

-En el film de Lanzmann vemos cómo Abraham Boba no quiere seguir con la entrevista porque no quiere seguir recordando. ¿Cuándo existe el derecho a olvidar y cuándo existe el derecho a recordar para el testigo?

En "Shoah", Claude Lanzmann coloca a los testigos en un estado de extremo compromiso. Para el cineasta francés, el testigo se encuentra un paso no más allá de la experiencia del olvido, esto es que sólo se puede olvidar en la medida que antes se testimonie por los muertos, por aquellos que ya no están. Esa experiencia es radical, en tanto el testigo es el único que está de cara a la muerte estando vivo y hablando por los muertos.

-En ese sentido, ¿es válida la exigencia a la memoria?

Yo creo que la exigencia a la memoria siempre es una exigencia que tiene dos caras; una es el reclamo ético, en el que se da cuenta de un pueblo que ya no está. Siempre ese reclamo ético puede volverse, para el testigo, un reclamo totalitario en el que el testigo tiene un desgarramiento interno frente a la memoria colectiva. Por una parte es el único que tiene un puente con los que no están y con el campo de la experiencia que produjo esa práctica, la desaparición, pero por otro lado, es el que tiene pleno derecho a no querer recordar para seguir viviendo. Esa tensión es la que, de alguna manera, se transforma en un escenario radical en el mundo contemporáneo. Para poder vivir, el recuerdo es necesario como construcción reminiscente que nos permite enfrentar el trauma, pero el olvido es imprescindible para poder seguir construyendo mundo.

-¿Cuál es el deber de la memoria?

Siempre es un imperativo trascendente en nombre de un pueblo, de una Nación y de un Estado. Es decir, cuando un Estado construye un monumento para la memoria, lo que exige es recordar aquello que hace el inmenso principio de una colectividad pública, pero ahí no se está pensando en la subjetividad privada, sino en la conciencia colectiva. En ese sentido, el deber de la memoria es ante la conciencia colectiva, para lo que Lanzmann dice que Abraham Boba debe recordar, a pesar de que éste no quiere hacerlo, por lo que el cineasta francés le responde "tú sabes que nosotros debemos hacerlo". Siempre la conjugación de Lanzmann ante una negativa del testigo es "nosotros debemos hacerlo", refiriéndose a que un colectivo debe testimoniar, y para que no haya dudas que en ese intervalo el testigo es puente, quien no se debe a sí, sino que a otros que no están y a otros que vendrán, por lo que el cuerpo del testigo es un cuerpo desgarrado.

El testigo y el derecho al olvido

-¿Tiene un testigo derecho a no recordar?

Creo que no recordar es el derecho humano capital. Pero efectivamente ese derecho, como todos los otros derechos, está juzgado políticamente, en términos de políticas de emancipación, como individualismo frente a la construcción colectiva. Hay que recordar siempre que ese derecho individual, ese derecho del sujeto a no volver a la reminiscencia de la experiencia, es un pleno derecho humano, sin embargo cuando la pregunta es "nosotros debemos hacerlo por los que no están y por los que vendrán", el imperativo es trascendente al sujeto, y por lo tanto tiene que ver con la construcción de una consciencia colectiva. El testigo está en una condición dolorosa, y si siempre su acción fuese la de recordar, su figura sería inmolada como una figura épica, monumental del recuerdo y es por esto que Nietzsche dice "que para poder vivir es necesario olvidar, alivianar, volver a la superficie de las cosas y volver a formar relaciones en el mundo".

-Pero ha habido personas que se han suicidado por no querer recordar

Efectivamente ha habido filósofos, músicos y escritores que sobrevivieron a los campos de concentración y que luego de hacer obra se suicidaron porque no soportaron el fantasma de la memoria, aquel repercutir del presente, de ese recuerdo traumático. En ese punto existe un derecho al olvido y lo aborda el filósofo Yosef Yerushalmi en su libro "Reflexiones sobre el olvido", donde dice, citando a Nietzsche, que "el olvido es un derecho equivalente al imperativo del recuerdo".

-¿Compartes la idea de Theodor Adorno que dice que la cultura se ha vuelto excremento?

Se reconoce de Adorno dos frases, una que se ha citado hasta el cansancio: "Después de Auschwitz no puede volverse a poetizar, y menos aún en lengua alemana" y la segunda, menos citada, pero más curiosamente dolorosa, dice que "Toda la cultura, después de Auschwitz, sólo puede ser excremento". Esta frase dice, de alguna manera, que la propia razón occidental, eso que produjo la ilustración, la potencia de igualdad de los hombres frente a la razón y la ley, la constitución de una ciudadanía, es decir, lo que nosotros entendemos por una práctica de la cultura, quedó destruida en Auschwitz. Cuando Adorno dice esa frase, efectivamente deja flotando sobre la segunda parte del siglo XX, la imposibilidad de una cultura emancipatoria, ya que la propia cultura se ha vuelto excrementicia. Si uno quedara bajo esa lógica negativa, estaríamos destinados al escepticismo radical frente a la práctica cultural, que es una gran posibilidad, ya que la posibilidad del escéptico es aceptar que tal vez la cultura ya no sea transformadora. Pero uno también podría relativizar esa condición excrementicia, diciendo que en los últimos textos de Adorno volvieron a recordar que era imprescindible volver a construir poesía en lengua alemana. Es decir, como dice el dramaturgo Heiner Müller, volver a construir poesía en la lengua del exterminio, hay que volver a liberar a esa lengua del horror produciendo un acto de creación, siendo esa la idea de Adorno en el final de su vida y también de Müller.

Personalmente, creo que en la sociedad del espectáculo, donde el mundo se ha vuelto una relación de las personas mediadas por imágenes, hay un carácter profundamente fetichista de esta cultura, inmensamente peligroso para la actividad de las relaciones sociales, donde básicamente, la mayoría de las condiciones que llamamos formas que piensan, han sido convertidas en desechos. Hay un cierto carácter de defección de nuestra cultura, pero es cierto que yo soy profundamente optimista y creo que hay que ver esos inmensos cruces, entre las formas de una cultura popular y las formas radicales de un experimentalismo más erudito, existiendo en esos cruces, posibilidades de recreación de la cultura, y efectivamente la cultura tiene que vérselas, permanentemente, con sus restos excrementicios en un cruce con dominios experimentales.

Creo que hay una actividad creadora, un acto de resistencia creador, una voluntad de la resistencia creadora necesaria e imprescindible para seguir recreando cruces y condiciones de posibilidad. Por lo tanto, la frase de Adorno me parece brutal, por lo que es imprescindible volver a crear en la lengua del crimen, cualquiera sea ésta y tomando en cuenta que nuestra lengua también lo es.

"Si hay algo que deberíamos aprender después de la experiencia de la desaparición, es el terror de la palabra totalizadora"

-¿Por qué Claude Lanzmann dice sólo legitimar su archivo y no otros?

Porque dice ser quien le dio la voz en última instancia, a los últimos grandes testigos de la historia del exterminio. Sobre todo, a los de los campos de concentración de Este, donde no quedó archivo ni huella alguna. Por tanto, "Shoah" es presentada como la obra monumental que tiene la palabra coral de los últimos testigos donde no quedan huellas de la destrucción. En ese sentido, Lanzmann dice que eso no lo había hecho nadie antes que él en la historia del cine, ni tampoco podrá hacerlo nadie después de él en la historia del cine, siendo un principio de consciencia totalizadora. Dicha idea tiene relación a que esa obra monumental, hecha en once años, ha dicho todo lo que había para decir sobre ese mundo, porque ha dicho, en la palabra del testigo, la huella que ya no está. Si hay algo que deberíamos aprender, después de la experiencia de la desaparición, es el terror de la palabra totalizadora, ya sea a favor del recuerdo o en virtud de que Lanzmann diga que este film es todo lo que se puede decir, ya que uno imaginaría que siempre hay una alternativa nueva para decir y él la neutraliza.

El mundo de la filosofía detrás del lente de una cámara

No todo es filosofía para Adrián Cangi, ya que como integrante del grupo Tierra en Trance recibió el primer premio de la competencia internacional, sección Cine del Futuro, en el X Festival de Cine Independiente de Buenos Aires con el film Llavallol (2008)".

-¿Cómo entra el cine en tu vida como ser humano? ¿Cómo tu actividad como cineasta dialoga en este análisis de obras?

Cuando trabajo y doy clases con artistas, ellos siempre me preguntan "¿no te parece que es demasiado pesada la teoría para crear?", "¿no es demasiado peso entrar al interior de la pregunta filosófica, del cuestionamiento conceptual y teórico a la hora de crear?". Ellos tienen razón, porque cuando entras en las lógicas del pensamiento conceptual y teórico, hay algo que queda detenido en la percepción creadora. En ese sentido, he vivido en segundo lugar, una experiencia esquizofrénica, ya que me paro en el lugar de la interrogación conceptual y ahí respondo al principio de la interrogación filosófica sobre qué es esto y cómo funciona. De momento siento que eso requiere de algo más, una práctica y una experiencia que no sólo está en la pregunta, sino que también en una cierta ejecución que es ciega para uno, ya que cuando está creando, todo ese universo teórico que lo acompaña, sirve para muy poco. En el acto de creación uno está sólo y desnudo.

Ante esa soledad, siempre he trabajado en obras colectivas, ya que no creo en la creación fetichista bajo el nombre propio. Creo que es sumamente importante para el acto creador, ser provocado desde afuera, ser provocado por otros, ser puesto en tela de juicio, y al mismo tiempo, sentirse mudo en el acto de creación, como cualquier otro. Es decir, creo que efectivamente ahí hay un grado de sensibilidad que la experiencia de una práctica creadora recupera para uno, me refiero a ser mudo en el momento en el que uno, conceptualmente, tendría mucho para decir, pero a la altura de producir un afecto en la obra, saber que uno ahí se encuentra en pleno estado de desnudez, donde evidentemente necesitas de otros para poder hacer.

"Siempre he visto en filósofos y artistas una equivalencia en el modo de creación"

Nunca sentí que el filósofo está para alentar a un artista y en ese punto, creo que me gusta ese lugar intermediario, entre pensar sobre una obra, los procedimientos de creación de ellas y verme abismado a tener que crearlos. En ese sentido, siento que cuando creando, no necesito filósofos que me orienten a la hora de crear, sin embargo, los filósofos son una buena compañía y la filosofía es un gran acto creador a la hora de producir un concepto para leer mundo, para orientarse en el mundo y para producir mundo, sin embargo el arte te permite orientarte en el mundo, percibir mundo y sentir el mundo también de otro modo.

En el marco de los seminarios que realiza en Valparaíso el Doctorado en Filosofía, mención Estética y Teoría del Arte de la Universidad de Chile, Adrián Cangi se trasladó hasta la Universidad Católica de Valparaíso, donde por dos viernes sostuvo una charla titulada "Actos de resistencia, modos de la política. Claude Lanzmann y Jean-Luc Godard".

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