Postítulo en Restauración del Patrimonio Cultural Muebles:

Destacado restaurador de materiales arqueológicos visitó Facultad de Artes

Destacado restaurador de materiales arqueológicos visitó Fac. de Artes

Joaquín Barrio cursaba la carrera de Arqueología cuando se encontró con un grupo de restauradores mientras realizaba sus estudios prácticos en campo. Fueron ellos quienes, al ver sus aptitudes personales para ese tipo de trabajo, le recomendaron postular a la Escuela Superior de Restauración que, en esa época, ofrecía dos especialidades para sus alumnos: materiales pictóricos y materiales arqueológicos y arquitectónicos. Sin terminar aún su primera carrera, Joaquín Barrio dio el examen de admisión a dicha Escuela comenzando sus estudios a fines de la década de los 70, al mismo tiempo que terminaba Arqueología.

Lo que lo cautivo de ese primer contacto con la restauración fue el trabajo práctico que vio en ese grupo de restauradores y, por razones obvias -"es el campo más cercano, donde más a gusto me sentía, en el que tenía mejores conocimientos y el que me resultaba más atractivo"-, optó por la especialidad de materiales arqueológicos y arquitectónicos. "Además, la riqueza y la cantidad de materiales que entran en el ámbito de la arqueología es muy atractivo porque uno puede dedicarse a la restauración de metales, de cerámicas, de colecciones palenteológicas, de desenterramientos, etc.", explica Joaquín Barrio, hoy académico de la Universidad Autónoma de Madrid.

Luego de finalizar sus estudios de Arqueología y de Restauración en materiales arqueológicos y arquitectónicos, Joaquín Barrio se doctoró en la Universidad Autónoma de Madrid, iniciando en esa misma institución su carrera académica como profesor ayudante. Finalmente, llegó a ser Director del Departamento de Prehistoria y Arqueología -cargo en el que estuvo durante siete años- y miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad Autónoma de Madrid. "Pertenezco a un Departamento en el que los estudios de patrimonio arqueológico están muy incluidos. A todos los alumnos de arqueología se les enseñan conocimientos básicos de restauración de materiales arqueológicos", cuenta.

Terminado su mandato de Director de dicho Departamento, Joaquín Barrio tiene este 2009 como su año sabático, es decir, tiempo dedicado a finalizar sus investigaciones y publicaciones. En el marco de ello es que este académico de la Universidad Autónoma de Madrid llegó a nuestro país como invitado al Postítulo en Restauración del Patrimonio Cultural Muebles de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Artes, oportunidad en la que dictó un curso sobre Estrategias de Conservación y Restauración del Patrimonio Arqueológico en España, para estudiantes de primer semestre de este programa académico.

"He venido aquí porque me parece un lugar idóneo, ya que nuestra Universidad tiene un convenio preferente con la Universidad de Chile, además, conozco a la profesora Theile y sabía un poco sobre lo que hacía en este Postítulo. La Universidad de Chile tiene muy buena prensa en España, y dentro del ranking de las universidades latinoamericanas, es bastante prestigiosa. Y como yo provengo también de una universidad pública, me pareció mucho más honesto dedicar mis esfuerzos personales a trabajar con los alumnos de una universidad pública", explica Joaquín Barrio, quien además ha recibido y conocido a estudiantes chilenos que llegan hasta la Universidad Autónoma de Madrid para seguir el Master de Arqueología y Patrimonio.

Profesor, uno asume que la arqueología y la restauración, de alguna forma, son disciplinas hermanas. Como arqueólogo y restaurador, ¿está de acuerdo con ello?

La restauración y la arqueología son disciplinas hermanas, pero sólo en cierta medida porque la gente que se dedica a restaurar cuadros no tiene nada que ver con la arqueología. En el caso del restaurador especialista en materiales arqueológicos, su labor no es otra cosa que coger aquellos objetos que aparecen en un yacimiento arqueológico -que están en proceso de deterioro-, para intentar que ese deterioro no avance más, corregirlo y hacer lo posible para que esos materiales lleguen a las generaciones futuras. Esa es la labor y, desde esa perspectiva, el restaurador de arqueología, además de tener muy desarrollada la parte vocacional, está muy ligado al sentido de búsqueda de la arqueología, y de conseguir que los restos traspasen el tiempo y sigan existiendo.

Su inclinación por trabajar en restauración de metales, ¿cómo se fue dando?

En el mundo de la restauración, el campo de los metales arqueológicos -y de los metales en general- es el más complejo de todos, el más dificultoso. Mientras que una cerámica es prácticamente inalterable una vez que sale de la tierra, los metales arqueológicos que han estado por mucho tiempo enterrados sufren un deterioro enorme cuando salen a la superficie, principalmente, por las condiciones ambientales. Para mí, siempre ha sido un reto extraordinario dedicarme a uno de los campos más complejos de la restauración, y el que muchas veces nadie ha querido hacer porque es bastante arriesgado. Muchas veces, tener un metal con un problema determinado es como tener un enfermo de cáncer al que sólo se le pueden hacer cuidados paliativos. Por eso no hay muchos restauradores que se dediquen a la restauración de metales.

¿Por la complejidad de la que me habla?

Por la complejidad y la dificultad del tema. Un restaurador de material metálico en arqueología tiene que tener muchos conocimientos, y eso siempre ha sido bastante atractivo para mí. En esta materia, por ejemplo, muchas veces han llevado objetos a nuestro laboratorio que otros habían desechado, y hemos conseguido solucionar, en ocasiones, problemas a los que otros no se habían querido enfrentar.

¿Cuando habla de laboratorio se refiere al Grupo de Investigación de Tecnología y Conservación de Patrimonio de la UAM que dirige?

En el laboratorio del Dpto. de Prehistoria y Arqueología de la Universidad, trabajamos algunos de los profesionales del Grupo de Tecnología y Conservación de Patrimonio. En España, cada universidad tiene grupos de investigación, y yo creé un grupo de investigación a través del cual se analizan todas estas investigaciones relacionadas con la conservación del patrimonio. En ese grupo de investigación participan profesores, becarios, investigadores de nuestro Departamento, y también investigadores de otras universidades.

¿Pero usted se siente más arqueólogo o restaurador?

Me siento más restaurador que arqueólogo, sobre todo porque aunque pertenezco a un Dpto. de Prehistoria y Arqueología y soy profesor titular de Arqueología, en los últimos 10 años casi toda mi función académica y de investigación la he dedicado a la restauración. Mi docencia universitaria al interior de ese Departamento está dedicada a formar a los alumnos en restauración arqueológica.

¿Cuándo estudiaba Arqueología también tuvo asignaturas de restauración?

Tuve la suerte de que fue la única universidad de España donde hubo asignaturas de restauración dentro de Arqueología. El creador del Departamento de Arqueología, en el año 1969, había sido Director General de Bellas Artes y la persona que había creado el Instituto Central de Restauración en España. Era una persona muy sensible a los temas de restauración, y cuando llegó al Departamento de Arqueología, creó asignaturas de esta naturaleza y llevó a profesores específicos a arqueología. Por eso tuve como profesor de Restauración Arqueológica a uno de los químicos pioneros en la fundación de la restauración en España, José María Cabrera. Esa es una casualidad porque de las seis universidades que hay en Madrid, ninguna tiene estudios de conservación dentro de Arqueología.

¿Hasta el día de hoy?

Hasta el día de hoy, solamente nosotros. Los estudios de restauración han estado siempre vinculados a la Escuela de Restauración y desatendidos en las facultades de arqueología, salvo en la nuestra.

Y ahora que usted es profesor de restauración para estudiantes de arqueología, ¿en qué se centra en sus clases?

Nosotros no pretendemos que el alumno que sale como arqueólogo esté formado completamente en restauración, pero sí que tenga conocimientos básicos de restauración arqueológica en dos ámbitos: Primero, en lo que hay que hacer con los materiales arqueológicos durante el proceso de excavación para que no se estropeen cuando se está excavando; y segundo, que sepan lo hay que hacer cuando se llevan al laboratorio para ser estudiados en la fase de investigación arqueológica. Cuando los alumnos indican que ellos quieren profundizar y ser restauradores de profesión, nosotros los enviamos a la Escuela Superior de Restauración, y ahí completan sus estudios.

Usted mencionó que en este año sabático, también terminaría investigaciones y publicaciones, ¿nos puede contar algo sobre eso?

Estamos terminando una investigación de tres años sobre los problemas de restauración de los metales dorados, un proyecto de investigación financiado por el Estado español donde hemos estudiado la tecnología y los problemas de conservación de los dorados. En los próximos meses publicaremos un libro dedicado a ese tema que, posiblemente, será la única publicación a nivel mundial dedicada a la conservación de los dorados de carácter arqueológico, y que tienen problemas muy determinados. Para Latinoamérica, este tema es muy importante porque la tecnología de dorados que se utilizó en España en el siglo XIII y XIV, después se importó aquí. Y los mismos problemas que tienen nuestros dorados, lo van a tener los dorados que existen de México a Tierra del Fuego. Entonces, vamos a concluir esta investigación mientras comenzamos a trabajar en otro proyecto también financiado por el Estado español, por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, dedicado a la aplicación de láser en la restauración de metales.

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