Hasta el 28 de noviembre en Estación de Trabajo L2702:

"Monodia" de Francisco Sanfuentes, la repetición de un mismo gesto

"Monodia" de Francisco Sanfuentes, la repetición de un mismo gesto

En el que fuera un local comercial ubicado en Erasmo Escala 2702, espacio donde aún quedan vestigios de su antiguo uso, se exhibe actualmente la exposición "Monodia" de Francisco Sanfuentes, académico del Departamento de Artes Visuales de la Facultad de Artes, en lo que hoy es la Estación de Trabajo L2702 de la Universidad Arcis. "No es una galería. Cada uno trabaja en ese espacio que aún contiene huellas tanto de su antiguo uso como de las exposiciones anteriores, por lo que hay que asumir ese contexto y articularse con ello", señala sobre ese lugar el artista y también coordinador de Extensión del Departamento de Artes Visuales.

En este espacio, que por sus características se ubica justo en el límite entre lo público y lo privado, Francisco Sanfuentes presenta siete planchas de zinc en marcos de fierro que contienen el revelado de huellas de corrosión mediante tinta industrial y son iluminados con tubos fluorescentes. "Repiten un mismo gesto, una misma intencionalidad material. Pierden su condición de individualidad para constituirse en un solo espacio porque la suma de las partes trasciende su materialidad individual. La luz borra, niega la imagen -icono o sentido- que pudiera contener cada uno de los marcos", explica el académico.

Por ello es que la exposición se titula "Monodia" -término utilizado para describir el llamado canto plano de la Edad Media que consiste en que las distintas voces del coro repiten al unísono la misma melodía y estrofas de forma, habitualmente, monótona-, concepto que engloba una serie de operaciones y obras que Francisco Sanfuentes viene realizando desde hace un tiempo. "Tiene que ver principalmente con la repetición manual de un gesto de producción; repetición como exceso que trasciende su monotonía; repetición como gesto de corrosión sobre soportes de zinc luego entintados y limpiados mecánicamente a la manera del aguafuerte para revelar su huella; repetición como mínimos recursos para lograr un máximo valor expresivo", agrega.

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¿Se sintió cómodo trabajando en un espacio con estas características, que está justo en el límite entre lo público y lo privado?

Absolutamente. Tiene el carácter de cerrado pero, a la vez, está abierto porque a diferencia de una galería que se construye como lugar cerrado, en este caso pese a que no se puede ingresar, lo que hay dentro se proyecta hacia la calle, hacia el espectador que va a ver este proceso de obra, o al transeúnte que se ve atrapado por la visualidad que tenga en su interior. De alguna forma, contiene dos cuestiones: el trabajo de sala que yo he hecho muchas veces, y también el trabajo en el espacio público. Es una especie de híbrido entre ambos.

Tomando en cuenta la particularidad de estar justamente en el límite, ¿cómo abordó específicamente la creación de las obras que forman parte de "Monodia"?

Tiene una suerte de ambigüedad. Por un lado, los trabajos que están ahí tienen formatos regulares similares al formato cuadros que se mueven de acuerdo a las estructuras propias del lugar en el sentido de la ubicación de las obras. También están los cables que dibujan y unen, interviniendo de alguna manera lo blanco de los muros. Entonces, no son obras que sean contemplables individualmente, sino que son gestos o voces individuales que corresponden a la misma mecánica de trabajo pero que se constituyen en un espacio, integradas a las huellas que ya existen en ese lugar. Ahí es donde aparece el concepto de Monodia, que aquí tiene que ver con los timbres específicos de cada uno de los trabajos. Todos remiten la misma intencionalidad de huella para trabajar con el concepto de icono central, pero donde se espera que esté la imagen, no hay nada. Entonces, son distintos cuerpos que pierden su individualidad y se articulan para generar una nueva especialidad.

A diferencia de trabajos anteriores, en "Monodia" la repetición está dada en el gesto, por la acción de corroer estas planchas de zinc porque las formas varían.

Claro, en este caso la relación sobre los materiales es la misma, generándose variaciones de formato que tienen que ver principalmente con el dibujo que se hacía sobre ese espacio. Así como cada voz tiene un timbre distinto, cada una de estas piezas también tiene un timbre específico. Lo que hice en Pintura Negra fue mucho más radical: todas exactamente del mismo tamaño y el mismo gesto donde se intenta producir cuerpos seriados pero trabajados manualmente. En este caso, no existe la idea del cuerpo seriado, pero si aplicamos la sutileza del término del timbre, todas tienen un timbre distinto sin que ninguna se constituya como individualidad. Se deshace lo individual en el conjunto del dibujo total. La atmósfera fría de las luces en contraste con la calle, tiene que ver con una tesitura, algo así como el conjunto de sonidos propios de cada voz. Además, la naturaleza de este lugar implica que la obra no tiene una visualidad estable porque como esto está abierto a la calle, durante el día las condiciones de visualidad van mutando, al igual que en la noche.

Pero desde la calle podrían parecer cuadros, ¿no?

Claro. Para quien mira desde el exterior parecieran cuadros, pero como la entrada esta negada, simplemente no se puede ingresar a contemplarlos. Los cuadros se niegan así mismos y no existe la imagen tampoco.

"Monodia" de Francisco Sanfuentes de exhibirá hasta el próximo 28 de noviembre en la Estación de Trabajo L2702, ubicada en Erasmo Escala 2702, esquina Rafael Sotomayor, Metro Estación ULA.

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