Este jueves 24 de abril:

Charla sobre arte contemporáneo sueco en sala Adolfo Couve

Charla sobre arte contemporáneo sueco en sala Adolfo Couve

Hace 34 años que el curador chileno Luciano Escanilla vive en Suecia. En ese país no sólo tuvo su propia galería, sino que además fue uno de los fundadores y organizadores de Eventa, una bienal que tuvo seis ediciones y reunió a un importante número de artistas suecos y extranjeros. "Un laboratorio artístico", según sus propias palabras.

Pero llegar a lograrlo fue una tarea titánica. "La realidad sueca se asemeja mucho a otras realidades en las que, en general, siempre hay dificultades para que tú, como artista, puedas realizar tu obra. Además, con la variante de ser extranjero, la tarea se torna mucho más compleja y se te dificulta aún más la entrada a los circuitos artísticos, no sólo de galerías, sino que también para que los propios artistas te reconozcan como un par", señala Luciano Escanilla.

Fue esa una de las razones que lo impulsaron a abrir su propia galería, espacio en el que acogió a artistas que enfrentaban situaciones similares a las que a él le tocó vivir, pero también dando oportunidades para exponer tanto a artistas suecos como a otros que desarrollaban su obra artística en otros países. "Mi experiencia se fue dando a través de instancias y circuitos alternativos, abriéndome mi propio camino por no tener acceso a las galerías, ya que como se dice, simplemente 'no nos daban pelota'", agrega.

Pero a fines de los 80, durante la crisis económica del mercado del arte, se trasladó a otro lugar, "un espacio natural fuera de la ciudad que tenía un molino y otros lugares como establos y fraguas, que fueron restaurados para crear un espacio de arte -ya no una galería-, una especie de laboratorio para el arte contemporáneo. Inmediatamente inventé un evento internacional, que por su característica inicial, lo llamamos 'Eventa' y que, posteriormente, fue articulándose como una bienal", recuerda el curador chileno, y agrega: "Invitábamos a artistas de otras nacionalidades y le dábamos la oportunidad para que pudieran exponer junto a artistas locales. Era arte contemporáneo en un espacio específico, natural, que estaba muy cargado desde el punto de vista histórico y que, en su actividad como molino, fue iniciado originalmente también por extranjeros provenientes de Valonia".

"Era lindo este proyecto porque nace de la nada, de esta inquietud nuestra y sin prácticamente apoyo económico de parte de las autoridades. Eso fue un dilema porque cuando el proyecto fue creciendo necesitaba de los recursos, pero también era bueno no tenerlos porque nos dejaba las manos libres para hacer lo que queríamos. Lo único que nos limitaba era la fantasía creativa, concentrábamos y teníamos tanta imaginación que nos sobraba", añade Luciano Escanilla.

¿Cuál fue la reacción tras Eventa?

Hubo un impacto local, en primera instancia, porque allá la gente cree, como en casi todas partes, que todo lo mejor pasa en otra parte del mundo y nosotros queríamos demostrarles que ahí también podían pasar cosas. El lugar donde se realizaba estaba fuera de la ciudad y los vecinos de alrededor eran fundamentalmente campesinos. En un principio, ellos vieron una cantidad de personajes extraños que empezaron a llegar y a invadir su territorio, impresión que cambió cuando nosotros empezamos a trabajar con ellos por las necesidades prácticas del proyecto y por las características de los miles de visitantes y espectadores que frecuentaban este espacio. Después, a nivel de ciudad, sucedió algo bastante interesante cuando empezamos a trabajar con los espacios exteriores e interiores de la ciudad a partir de la tercera edición, incluyendo lugares oficiales como la Municipalidad, Estación Central o las bibliotecas. Incluso, llegamos a tener obras en el aeropuerto y en el mismo Museo de Arte Contemporáneo de Estocolmo.

¿Cuál era el criterio curatorial de esas bienales?

Había varios ejes que se entrelazaban, enriqueciendo el proceso creativo y de intercambio de lenguajes artísticos, entre ellos, la investigación también de los espacios rurales que ahí nos acogían, porque es una zona histórica de los antiguos vikingos y sus tumbas emblemáticas están allí. En una oportunidad, hicimos una travesía a través del río que pasa al lado de esos espacios y, durante una semana, 35 artistas de 15 países hicieron intervenciones. Fue una especie de seminario navegante porque íbamos en canoa y nos parábamos en sitios importantes e invitábamos a una serie de personas y especialistas a ayudarnos a entender el entorno histórico en el cual estábamos. Terminamos haciendo un gran evento performático sobre las tumbas vikingas porque, justamente en ese lugar, ellos hacían sus rituales paganos. Por eso, nosotros hicimos una especie de ritual pagano pero de arte contemporáneo, incluso aterrizamos helicópteros sobre esas tumbas. Además de ello, también trabajamos con la gente del lugar y con personas relacionadas con la música local, entre muchas otras cosas más. Nosotros nos queríamos integrar a lo que era la historia contemporánea sueca y demostrarles que ellos tienen un pasado donde hubo también mucha inmigración desde los inicios con los pueblos originarios, como sucedió aquí con los mapuches y las inmigraciones posteriores. Es que siempre hay migraciones y gente que va llegando y nosotros éramos los nuevos que se estaban integrando a esa historia.

¿Los suecos se dieron por aludidos?

Sí, por supuesto, y hubo mucho debate y mucha prensa nacional e internacional. Por otro lado, al principio tuvimos también vandalismo porque las obras las exponíamos en espacios naturales y había gente reacia que las destruían. Pero, en la quinta y sexta edición ya no hacían esos daños y era súper curioso porque se habían acostumbrado a ver obras, lo que indicaba que ya aceptaban el proyecto. Que no hubiese tanto rechazo, en cierta forma, nos molestaba porque no se desarrollaba el debate masivo que tuvimos inicialmente, aunque después este mejoró cualitativamente. Trabajamos en los puentes de la ciudad y en el mismo río hicimos obras, y la gente se preguntaba por Eventa. Es que cambiábamos, de alguna forma, la estructura de su paisaje y además ellos se empezaban a preocupar más de lo estético y ya no sólo de lo natural. Después, incluso hicimos un muro de los lamentos en el centro de la ciudad donde la gente podía venir a reclamar por escrito o debatir el proyecto. En la última Eventa teníamos a más de 35 países participando.

¿Cuánto porcentaje de artistas suecos participaban en esta actividad?

Eran un 10 o 15 por ciento porque era un proyecto internacional más un porcentaje pequeño de artistas locales. Hubo un poco de debate también sobre eso porque los artistas reaccionaron diciendo que esto, quizás, era sólo para traer artistas de afuera, pero había algunos que no los elegíamos simplemente porque eran deficientes, no estaban al nivel de lo que estábamos haciendo. Pero eso hizo que ellos empezaran a crear sus propios proyectos y aparecieron cosas parecidas. Ellos se unieron y la misma municipalidad inventó además un proyecto que se asemejaba al nuestro porque Eventa estaba generando cosas en la gente y los mismos artistas participantes mejoraron sus obras.

¿Y en qué contexto conoció a Anders, su compañero en esta charla?

Él es un artista reconocido de la ciudad y visitaba mi galería en los 80, también porque trabajaba en un instituto estatal súper importante de Estocolmo que compraba mucho arte. De alguna forma nos fuimos conociendo y cuando nace Eventa, yo lo invito a participar.

Anders, ¿por qué se interesó en participar en Eventa?

Fundamentalmente porque era un proceso muy vital. Veía que participaba gente de muchas partes del mundo intercambiando lenguajes y experiencias. Todo era un intento nuevo de hacer algo. Algunas cosas a veces fallaban pero también se obtenían muchos e importantes logros. En todo caso, para mí lo importante es poder decirles a los estudiantes que sigan su propio camino, su propia perspectiva aunque no sea, necesariamente, la más fácil.

La charla "¿Arte contemporáneo sueco?" se realizará este jueves, a partir de las 15:00 horas, en la sala Adolfo Couve de la Facultad de Artes. La entrada es liberada.

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