“Límites confusos: Reflexiones en la creación de cine experimental” es la denominación de la instancia que, desde la sección Cin(E)xperiencias del Festival Internacional BioBioCine, promueve la creación de proyectos artísticos experimentales desde el territorio chileno y Latinoamericano, todo esto gracias a los Fondos de Cultura.
Se trata de una convocatoria que en medio de la pandemia ha tenido dos importantes despliegues: el primero consiste en clases magistrales con exponentes del cinearte experimental nacional e internacional que se están efectuando durante el período del festival; y el segundo contempla la realización de un proceso de formación a través de una residencia online, donde 10 jóvenes seleccionados el pasado 11 de junio podrán desarrollar sus proyectos para presentarlos en la 10ª versión del Festival BioBioCine a realizarse en 2022.
A propósito de esta gran oportunidad para los/as creadores de diversas disciplinas, el profesor Luis Corvalán Correa, docente del Departamento de Danza de la Facultad de Artes de la U. de Chile, gestor de la iniciativa desde sus inicios y actual programador del área Cin(E)xperiencias, comparte su perspectiva en torno a las múltiples posibilidades y vínculos entre el cine, la danza y otras artes escénicas.
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- En esta iniciativa que tendrá su novena versión, ¿cuál es su visión acerca de lo que se espera en esta convocatoria que en esta oportunidad lleva por título “Límites confusos: Reflexiones en la creación de cine experimental”?
La idea de esta convocatoria es apoyar a jóvenes con proyectos seductores, con deseos de investigar y abrir un campo experimental para la producción de cine. En ese sentido, serán proyectos que acompañaremos durante todo el año con el propósito que puedan estrenar el 2022 en la versión número 10 del festival. Será el próximo año donde realmente veremos los resultados de esta visión y deseo que tuvimos.
- Desde su relación con el Departamento de Danza de la U. de Chile, ¿qué piensa acerca del vínculo entre el cine y disciplinas como la danza?
El vínculo entre el cine y danza es histórica, y se remonta a las primeras experiencias de los hermanos Lummier en 1896 con una experiencia registrada con la bailarina Loïe Fuller "Danza Serpentina". Con esto me refiero a que siempre han estado vinculadas, pero dentro de nuestra organización separatista va generando pequeñas islas que se comunican de vez en cuando. Lo comento porque a pesar que la universidad cuenta con procesos formativos en ambas disciplinas, nos encontramos poco en este hacer. Es lamentable pero es una deuda que se puede ir reflexionando y transformando con el tiempo, de hecho, pueden servir de inspiración estos encuentros en que se reorganizan nuevas fórmulas y maneras de contar historias, transmitir sensibilidades y generar corporalidades particulares que no se dan en la escena teatral.
- ¿Qué aprendizajes podría destacar desde su vínculo al festival y particularmente a Cin(E)xperiencias?
Dentro de lo que puedo observar como aprendizaje es el buen manejo relacional y organizacional que se cultiva al interior del grupo que desarrolla este festival. Por otro lado, el lenguaje que se despliega en la disciplina audiovisual, el material que llega año a año al área experimental que me toca programar. Finalmente ya son 8 años mirando trabajos y relacionándome con directores, artistas y claramente eso me ha traído un conocimiento mucho más específico que no manejaba.
¿Cuál es su historia personal en esta iniciativa?
El primer año de este festival me encontraba recién llegando de Francia, decidí instalarme en Concepción (no tenía mucho interés en vivir en Santiago). Fui espectador de esta iniciativa y asistí a casi todas las películas que se exhibieron y no vi nada de cine experimental o video danza. Entonces decidí acercarme a la organización una vez terminada esta primera versión y les propuse mostrar una serie de películas que tenía y que había coleccionado durante mi estadía en Europa. En ese momento tenía material audiovisual de compañías de danza europeas que habían realizado películas de sus procesos escénicos. En resumen, al director Francisco Toro y al productor Ramón Ávila les pareció muy novedoso e interesante por lo que decidieron invitarme a la segunda versión del festival para mostrar las obras y desde ese momento esto no ha parado, y se ha ido expandiendo año a año.
-¿Qué producciones o ideas anteriores han marcado un hito en esta instancia?
El cuarto año al interior de Cinexperiencia decidí expandir las exhibiciones de películas de cine experimental con muestras de arte en vivo. Comencé a invitar artistas visuales con performance, poetas y rock, danza contemporánea, arte sonoro y todo lo que pudiese aportar a la experiencia del clásico espectador de cine, que va a un espacio a sentarse y ver una obra audiovisual.
Esto marcó un hito ya que se dio el boca a boca y comenzó a llegar mucha gente curiosa de saber de qué trataban estos encuentros y de alguna manera buscando una experiencia distinta en un espacio de muestra de cine.
Este año por el contexto pandémico el formato del festival es por una nueva plataforma y de todas formas mantendremos esta idea, realizaremos unos encuentros en vivo y habrá artistas invitados que activarán performance desde sus propios e íntimos espacios.
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