Gineco-obstetra, con especialidad en Ginecología Pediátrica y de la Adolescencia, además de Magíster en Bioética, la Dra. Montero lidia a diario con una realidad compleja y nada resuelta en nuestro país: el embarazo adolescente, la regulación de la fertilidad en este grupo etario y un sistema que de a poco avanza para poder dar la atención adecuada a estas pacientes.
Según cifras del ministerio de Salud, un 15,5 por ciento de los embarazos en Chile corresponden a mujeres menores de 19 años.
La tasa de fecundidad en el grupo de adolescentes de 15 a 19 años muestra un ascenso, pasando de 48,77 por 1000 mujeres en el 2004 a 54,52 por 1000 mujeres en el 2009. En el grupo de adolescentes menores de 15 años, en el 2005 la tasa de fecundidad era de 1,28 por 1000 mujeres de esa edad a 1,57 por 1000 para el 2009.
A esto se suma que la edad promedio de inicio de la actividad sexual en jóvenes va en descenso. Según el último estudio nacional del Instituto de la Juventud, para 2012 un 48,7 por ciento de los jóvenes entre 15 y 19 años ya había comenzado su vida sexual, cifra que llega a 63 por ciento en el estrato social más bajo de nuestra sociedad.
El embarazo adolescente, explica Adela Montero, es un tema complejo en el que influyen múltiples factores. Está el “a mí no me va a pasar”, una característica propia del desarrollo adolescente: no reconocer el riesgo. A eso se suma la falta de conocimiento sobre educación sexual , las barreras en el acceso a la atención en salud como la confidencialidad de la atención y la carencia de proyectos de vida, entre otros.
-Ver que mi salida de este entorno tan adverso es un embarazo porque me va a dar afecto. Aquí hemos escuchado de adolescentes, “es que es la única persona que me va a querer”, y eso es dramático. A veces estar embarazadas les da un cierto estatus a las adolescentes, cuestión terrible porque revela que ya no tienes otros proyectos de vida, y ahí hay un tema de inequidad social-dice Montero.
-Eso lo podemos vincular claramente al tema de la educación.
-Si efectivamente hubiese un proyecto educativo más equitativo para todos, abriríamos las posibilidades a todos los jóvenes para alcanzar y desarrollar sus proyectos de vida. Por supuesto, ahí entra el tema de la educación pública y de calidad. Estos temas convergen, se cruzan, no van en paralelo.
Políticas públicas
En el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente, dice Adela Montero, abogan por el respeto a la autonomía progresiva de los adolescentes respecto a su sexualidad.
-Como profesionales no estamos aquí para enjuiciar a los adolescentes, sino para dar consejería, entregar el apoyo en esta toma de decisiones, tratando de empoderarlos y acompañarlos en este proceso- explica.
- ¿Cómo ve la atención que reciben las adolescentes en el servicio público?
-Ha ido mejorando, el Ministerio de Salud en los últimos años ha intentado implementar los espacios amigables de atención, que consisten en profesionales que están capacitados en la atención de adolescentes y que atienden en horarios vespertinos. Los sistemas de atención tienen que ser acogedores, con respeto por su confidencialidad, por sus derechos, por su autonomía progresiva.
-¿Cuál es el problema de la atención adolescente en nuestro país?
-Tiene que ver principalmente con la confidencialidad. Aquellos adolescentes que tienen más factores de riesgo tienen más temor a que la confidencialidad se vea vulnerada.
-La polémica con la entrega de la anticoncepción de emergencia puso en relieve el tema de la autonomía de las adolescentes de poder decidir ¿Qué piensa al respecto?
-Tradicionalmente el sistema de salud ha entregado una atención paternalista en que el profesional decide por el paciente, qué exámenes se hace y qué medicamentos se utilizan. En general no te dan la opción de decidir. Mientras disminuye la edad en que los jóvenes se inician sexualmente en Chile, es todavía más preocupante que se pongan barreras para la regulación de su fertilidad. Sobre todo considerando que las más afectadas son precisamente las adolescentes, que son más vulnerables socialmente. Las comunas de más altos ingresos prácticamente no tienen embarazo adolescente.
- ¿Qué le pareció el rechazo que hubo de algunos grupos a la entrega de anticoncepción de emergencia a menores de 14 años sin consentimiento de un adulto? Porque me imagino que esa disposición afectaba mayoritariamente a las menores de grupos más vulnerables.
-Te lo imaginas bien. A veces atrás de esas menores no hay una familia que las apoye, o hay otros problemas asociados como índices de violencia intrafamiliar, sexual, etc. Entonces tenemos que ver en qué contexto estamos, si un adolescente ha vencido todas estas barreras para llegar a consultar y a solicitar la anticoncepción de emergencia, y nosotros los adultos y lo más grave, los profesionales responsables de esta atención, les ponemos estas barreras, es un problema ético en el que estamos cayendo.
-¿Cuál es el rol de las políticas públicas en el área de la sexualidad adolescente?
-Es fundamental la educación sexual, y depende cómo se haga, cuáles son los objetivos de la educación sexual. Con la educación sexual entregas herramientas para la prevención a los jóvenes, pero nosotros estamos viendo en general a la sexualidad desde el riesgo. No vemos una sexualidad plena, como algo que nos define como personas.
-Tengo la impresión que en los colegios y las familias, la enseñanza siempre se enfoca a todo lo malo que nos puede pasar…
-Sí, y desde ahí partimos estigmatizando a la sexualidad.
-¿Qué ha pasado con los programas de educación sexual que han sido aprobados desde el ministerio de Educación?
-Que yo sepa no han seguido funcionando. Nosotros éramos uno de los programas que fueron aprobados; hubo un año en que se realizaron estos programas y después no se siguió adelante. Mi impresión, es que cada colegio probablemente hace lo que puede, pero claramente es insuficiente.
-Además supongo que en educación sexual, también es un rol del Estado educar a las familias, que muchas veces no saben cómo abordar este tema.
-Obviamente la educación sexual no debe estar enfocada solo a los adolescentes sino también a la familia. Aquí no es cosa de decirles “tú no te puedes embarazar”, sino decirles, “este no es el momento más apropiado para el embarazo”. Es un tema de regulación de la fertilidad, donde yo decido cuántos hijos quiero tener, en qué momento, con quién. Nosotros somos bien progresistas.
-Y ese poder ser progresista en este tema, en este país, tiene que ver con el hecho de estar dentro de la Universidad de Chile.
-Sí, eso es algo que me ha dado esta institución. En general, gracias a la formación que he recibido y el trabajar en un lugar donde a diario nos enfrentamos con los problemas sociales me ha dado la capacidad para hablar de los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes con convicción y de manera absolutamente libre frente a cualquier auditorio. Si perteneciera a otras instituciones tal vez no lo podría hacer. Me siento orgullosa de pertenecer a la Universidad de Chile y de representarla en cuánto congreso y curso participo. Mientras hay gente que no puede hablar estos temas, o le incomoda hablar de ellos, a nosotros nos motiva abrir el debate.
-¿Cómo ve ese debate en Chile?
-Yo creo que es complejo porque en general no nos entendemos, nos polarizamos. El ejemplo fue la anticoncepción de emergencia. Llega un momento en que no hay debate, no se puede dialogar si hay posiciones tan extremas. Ahí es necesario un cambio cultural, un cambio social donde el respeto por el otro es fundamental, sobre todo ahora viene el debate del aborto.
-¿Cómo ve el tema del aborto entre las adolescentes?
-Yo diría que el aborto es más de las multíparas, es más un mito eso que las adolescentes abortan más. Mi impresión y experiencia es que las adolescentes suelen optar por el embarazo. Pero como el aborto está penalizado no podemos hacer investigación y no tenemos cifras que avalen esto.