Prof. Luis Montes Rojas: "Lo más importante es la voz de la comunidad"

Fue el 11 de abril pasado cuando la Facultad de Artes inició un proceso participativo por una nueva infraestructura. Dicha instancia, en la que participaron la Rectora Rosa Devés junto a la Prorrectora Alejandra Mizala, su equipo de Vicerrectoras y Vicerrectores, autoridades de nivel central y de la Facultad de Artes, así como representantes de los tres estamentos de dicha unidad académica, fue el puntapié inicial para un trabajo que se ha estado realizando de manera participativa hasta el día de hoy.

Nueva Infraestructura para la Facultad de Artes es el nombre de este proyecto que busca generar una guía de diseño para un Plan Maestro enfocado en los espacios en que se desarrolla docencia y producción académica de la Facultad, buscando actualizar su entorno educativo y de encuentro. Impulsado desde Decanato, éste tiene como piedra angular que sea un proceso comunitario, participativo y triestamental construido a partir de las necesidades emergidas de su propia comunidad. 

“Quienes conformamos esta comunidad, sabemos que la situación de la infraestructura de nuestra Facultad no favorece a la docencia ni al desarrollo académico”, explica Luis Montes Rojas, Vicedecano de la Facultad de Artes. Y agrega: “En el pasado reciente ha habido manifestaciones respecto de esa situación especialmente desde el estamento estudiantil, pero el desafío es de tal magnitud que se hace imposible pensar que proyectos menores vienen a resolver el problema, más allá de una contingencia puntual”.

Vicedecano, teniendo en cuenta lo anterior, ¿a qué respondió la decisión de desarrollar el Proyecto de Nueva Infraestructura, centrado en las sedes en las que se desarrolla docencia de pre y posgrado? ¿Por qué en este momento? 

El informe levantado por la Dirección de Servicios e Infraestructura (DSI) es categórico: hay sedes que no tienen la capacidad de expansión que requiere el desarrollo de nuestra Facultad. Entonces, ¿qué hacemos? Si ya ha habido intentos anteriores donde la Rectoría dispuso de los recursos para la construcción de una nueva infraestructura para la Facultad, ¿qué falló como para impedir concretar esos esfuerzos en una materia que toca tan transversalmente a la comunidad? Nos pareció, desde este Decanato, que la participación y la información era un motor esencial para generar un proyecto viable, pero por sobre todo, que se originara en la conciencia triestamental respecto del futuro de nuestra Facultad. No puede ser un plan propuesto desde la autoridad central, sea de Facultad o Universidad, sino más bien un esfuerzo colectivo que nos permita soñar la Facultad de Artes que queremos para el futuro.

¿Qué destaca de la metodología que se está utilizando en el levantamiento de información sobre el que se sostendrá el Plan Maestro? 

Primero, creo que se han explorado todos los caminos posibles para propiciar la expresión de los tres estamentos. Claustros, encuestas, focus groups, información permanente a través de redes sociales. Segundo, que todas estas instancias recogen la información que genera el diálogo y la participación, especialmente para incorporar las expectativas y las necesidades tanto locales como transversales, y en ese sentido, se ha observado una importante voluntad de ser parte de la Universidad, por ejemplo, en la pertenencia a un campus, a construir espacios de encuentro, a imaginar espacios de carácter cultural que visibilicen y compartan aquello que somos y hacemos.

Se ha mencionado en las presentaciones del proyecto que la única sede con posibilidades reales de crecimiento es Las Encinas, ¿eso implica necesariamente que la Facultad se trasladará a ese espacio, o hay otras alternativas? 

El informe de la DSI plantea en términos técnicos algo que es conocido a todas luces: la sede que permite mayor desarrollo en torno a la construcción de una nueva infraestructura es Las Encinas. Tanto Pedro de la Barra como Compañía no permiten hacernos de un espacio propicio. Ahora, creo que lo más importante no es ni la opinión de la DSI ni de este Vicedecano, lo más importante es la voz de la comunidad. En los espacios de conversación y diálogo se ha conversado de esta posibilidad, y si bien hay voces aprobatorias y otras reticentes, éstas últimas dicen relación más bien con la consecución de los recursos antes de la ubicación geográfica. Creo que, personalmente, me atrevería a proponer una premisa: no hay que perder la presencia en el centro, sea a través de nuestros centros extensionales (MAC, MAPA y TNCH), sea a través de salas como la Isidora Zegers, o de la presencia del propio ISUCH. Creo que habrá que pensar, en los meses que nos quedan, en la manera en que eso pueda resguardarse, sea cual sea la voluntad de la comunidad respecto de su futuro. Espacios como la Sala Isidora Zegers no pueden dejar de pertenecer a la Facultad de Artes.

En algunas instancias de participación, han surgido preguntas ligadas al presupuesto y posibles desvinculaciones. En ese sentido, ¿hay presupuesto para llevar a cabo una nueva construcción? ¿Habrá desvinculaciones de funcionarias y/o funcionarios?

El presupuesto para la construcción de una nueva infraestructura requiere, primero, de una comunidad comprometida con su futuro. Cuando hubo presupuesto disponible por parte de la Iniciativa Bicentenario, esta Facultad dijo que no. Y esa decisión la llevamos encima hace ya más de 15 años. Entonces, primero pongámonos de acuerdo y, desde ahí, con una decisión fuerte y con un proyecto, la Universidad apoyará nuevamente a esta Facultad. Hay voces que dicen que la Rectoría no nos ha apoyado, y es que quizás no recuerdan los anteriores proyectos de infraestructura o no han visto todo lo que se está realizando en cada una de nuestras sedes, con nuevas bibliotecas (como en Teatro), mejoras en la impermeabilización (como en el Auditorio y Casino Las Encinas), nuevos espacios interdisciplinares (Sede Compañía y MAC Quinta Normal). Pero, como decía anteriormente, la historia dice lo contrario: tanto en el 2007 como en el 2014 hubo proyectos para una nueva infraestructura de Facultad, con apoyo de los rectores de la época. Por lo tanto, creo que no ha sido la Rectoría ni los recursos los que se han opuesto a la nueva infraestructura para nuestra Facultad, sino esta misma comunidad. Ojalá no repitamos la historia.

Ahora bien; respecto de los funcionario/as no académico/as, hemos sido claros y categóricos en cada una de las reuniones que hemos sostenido con la comunidad: no hay un plan de desvinculación. Esa fue una de las falacias que sostuvieron el rechazo al proyecto de 2007, y hemos sido enfáticos en que no se llevarán a cabo desvinculaciones asociadas a la nueva infraestructura, fundamentalmente porque ni es nuestra intención ni el plan económico-administrativo, por estricto que sea, lo admite. Hemos conversado personalmente con los dirigentes de los funcionarios y creo que ellos también han colaborado a transmitir esa confianza a su estamento. Es más, la participación de funcionarios y funcionarias en este proceso ha sido muy potente, y eso también es signo de confianza.

Hasta el momento, ¿cuáles han sido los mayores desafíos, pensando en la comunidad de la Facultad de Artes? Y siguiendo esa línea, ¿cómo ve las próximas etapas? 

El mayor desafío siempre será la participación, que a la vez es vital para la información. El trabajo desarrollado tiene por objeto establecer una clara diferencia con los procesos anteriores, pues la comunidad es la que expresa sus necesidades, y no solo respecto de los espacios, sino de la identidad, de su propia memoria y, también, de su futuro. Entonces este proceso se basa en la participación, en un sueño colectivo que no es para nosotros, sino para quienes estarán aquí en 10 años más, y debemos ser responsables con ellos y ellas, también. Espero que después de esta primera etapa de levantamiento de información pasemos pronto a la socialización de los resultados y, posteriormente, al diseño colectivo. Creo que son etapas donde se visualiza lo que hemos imaginado, y espero poder ver pronto aquello que hasta ahora solo está en palabras.

También pensando en cómo ha sido el proceso hasta ahora, en la participación y respuestas, ¿qué destaca al respecto? 

Lo importante ha sido la participación y el compromiso, que da fortaleza a los procesos de levantamiento de información. Eso es clave. Pero además, esa información es muy interesante, pues aparecen cuestiones que a veces uno ve muy laterales. Hay expectativas, como por ejemplo, sobre espacios de reunión y esparcimiento, áreas verdes, también respecto de la eficiencia energética de los edificios y de la sostenibilidad. Cuando se llueve una sala, uno tiende a creer que solo requerimos espacios secos que permitan trabajar. Entonces, mi reflexión es la siguiente: nos estamos atreviendo a soñar. Nos podemos imaginar una infraestructura que no solamente sean metros cuadrados que nos cobijen de la lluvia y el sol, sino que expresen nuestras voluntades disciplinares, pero también nuestra voluntad interdisciplinar, de trabajar juntos y encontrarnos. En definitiva, de un espacio que exprese la expectativa de una Facultad de Artes de y en la Universidad de Chile.

Pensando que la etapa de codiseño del Plan Maestro culmina con la consulta a la comunidad a finales de año, y en los múltiples escenarios que puede brindar, ¿cuáles serían los próximos pasos a seguir?

Si tenemos un plan aprobado por la comunidad, entonces nos encaminaremos hacia la constitución de un proyecto arquitectónico que integre aquello que hemos recogido en todo este proceso, y por ende, a la visualización de una futura Facultad mediante el trabajo de arquitecto/as, por ejemplo, a través de un concurso. Y creo que una vez tengamos ese proyecto, tendremos el apoyo de las instancias superiores para avanzar en su materialización. Espero que no nos detengamos en este empeño.