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"Calle y acontecimiento" se incorpora a Archivo Digital del DAV

"Calle y acontecimiento" se incorpora a Archivo Digital del DAV

"En esa época ya estaba interesado por la calle como modelo de trabajo, por experiencias personales, por recorridos y callejeos desde los cuales me construí, por los múltiples e intensos encuentros que ahí se producen y por todas las dinámicas siempre nuevas e indeterminadas que les son propias. Entonces, mientras promovía trabajos de estudiantes que accionaran en la calle, principalmente de la Universidad ARCIS, donde hacía clases de grabado en esa época, organicé un colectivo interdisciplinario para trabajar desde y en la calle", recuerda Francisco Sanfuentes sobre el origen de Calle y acontecimiento, proyecto que lideró hace más de 10 años y que, financiado por Fondart, buscaba abordar la relación entre arte y espacio público como noción general

Con ese objetivo es que, en un primer momento, Francisco Sanfuentes invitó a Virginia Errázuriz, Ángelo Pierattini, Willy Thayer, Alfredo Da Venezia y Claudio Aranda, con quienes, y a partir de un proceso sistemático de reuniones que se realizaban todos los lunes, "comenzamos a reflexionar y muchas veces a discutir en torno a la naturaleza y sentido de la calle y su relación con el arte desde su dimensión de acontecimiento, siempre movidos desde la experiencia concreta que cada uno pudiera aportar como sujetos que viven y padecen en la ciudad. De hecho, teníamos en mi taller un mapa de Santiago armado con fotocopias de la guía de teléfonos que nos servía para ir marcando tanto los lugares que nos interesaban, propuestas de intervención o simplemente fantasías", agrega.

A ese grupo de trabajo se sumó más tarde, Natascha de Cortillas, Claudia Monsalve y Ricardo Villarroel, entre otros, quienes comenzaron a participar activamente en las reuniones organizadas por el hoy académico del Departamento de Artes Visuales. "La idea siempre fue reflexionar y accionar en la calle, pero no se trataba de realizar cualquier ocurrencia o intervención. Había que pensar la calle en su dimensión de experiencia, pensar en quiénes la habitan, la viven o la transitan. Ya no hablábamos de espectadores, hablábamos de transeúntes o miradas perdidas que quizás se encontrarían casualmente con alguno de nuestros gestos, o a veces nadie, ya que algunos trabajos sólo se relacionaban con el diálogo íntimo con la propia biografía inscrita en los espacios de la ciudad", recuerda Francisco Sanfuentes.

Y agrega: "También pensábamos en qué tenía que ver esto con el arte y su obsesión por la inscripción en un circuito, pues al tratarse de la calle, hablábamos de la fragilidad de cualquier sentido, porque algo así como una intervención en la calle puede inscribirse como acontecimiento en la memoria del transeúnte, en su pequeña o gran historia, sin que nosotros podamos verificar o recibir algo así como una retroalimentación. Por eso es que la invitación era a pensar la calle como lugar de desaparición en que se lanzan gestos que al mismo tiempo son absorbidos por ésta, gestos que desaparecen y que se suman a las múltiples capas de huellas que hay en la ciudad".

Así, cada integrante del equipo presentaba sus proyectos, los que eran discutidos en conjunto e ingresados a fichas de trabajo, fueran éstos intervenciones realizadas o por realizar, incluso intervenciones sugeridas. "Muchas se realizaron en forma individual, para ejecutar otras nos juntábamos como grupo y organizábamos salidas en la noche, donde cada uno llevaba ciertos materiales para realizar gestos mínimos, efímeros, muy leves, que no se superpusieran a la calle sino que se sumaran y se perdieran en ella. Organizamos algunas salidas en grupo en las que todos íbamos realizando intervenciones, dejando algo así como pequeños rastros en la ciudad, las más de las veces enigmáticos. Todo se desarrollaba principalmente de noche y sin ningún tipo de convocatoria pública, porque ésa era la idea, no nos interesaba un público de artistas", recuerda.

¿Y en qué momento aparece la figura del libro?

El libro siempre fue parte fundamental del proyecto porque recogería las reflexiones de este proceso y daría cuenta de las acciones realizadas por nosotros y de otros momentos de nuestra historia reciente. Los textos que hice no sólo tienen que ver con esas reflexiones, sino que a la vez relatan, en una clave quizás más poética, muchas de las intervenciones que incluso no aparecen registradas en el libro, porque efectivamente hubo intervenciones que no fueron registradas aunque el libro sí las describe.

¿Por qué?

Porque al final siempre estuvo la idea de que esas intervenciones se consumieran o se perdieran en la calle. De hecho, hubo mucha discusión con algunos invitados externos, puesto que para nosotros lo importante era la acción, acontecer, y la desaparición de esos objetos en la calle. Por lo tanto, su inscripción en la calle y no necesariamente en el circuito del arte, porque una cosa es el arte en tanto circuito de relaciones generalmente endogámicas que buscan la inscripción en un campo y otra cosa es la dimensión de lo poético en su acepción más abierta, porque lo poético se manifiesta cotidianamente, en todas partes y para todos, aunque ahora cada vez menos. Incluso cuando dejamos de hablar de obras, de hablar de arte, comenzamos a hablar de poéticas, poéticas que ocurrían en la calle ya sea para nosotros como lectores de algún recorrido o provocadas por nosotros. Lo que queda de todo esto, el libro, es un lugar para reflexionar críticamente la calle como paradigma de intemperie donde se puede pensar el arte fuera de la institucionalidad o campo que lo cobija a veces y cada vez más como una buena forma de "hacer negocios", y repensar nuestro quehacer desde su fragilidad. Y así empezamos con este proyecto y con  intervenciones visuales, sonoras, donde el libro siempre estuvo pensado como parte del proceso pero no como catálogo. De hecho, el libro se escribió mientras trabajábamos y yo llevaba sus avances para discutir en nuestras reuniones periódicas. Se trataba de lograr un libro extemporáneo, capaz de renovar su vigencia ante cada mirada o lector que lo recogiera o se lo encontrara y que también fuera un objeto que interviniera la ciudad. Por eso es que los libros se repartieron en muchos lugares, pensando, por ejemplo, en el divagar de la mirada por las portadas y los lomos de alguien que entraba a una librería, encontrándolo casualmente. Entonces, esos mil ejemplares estaban al acecho de quien los encontrara, conteniendo en sus páginas esta suerte de registros no muy objetivos, más bien relatos de intervenciones que podían ser ficticias o reales, intervenciones que quizás puedan haber sido reconocidas por quien encontrara este libro, generando un calce entre la lectura y las acciones vistas o la propia experiencia en la calle.

¿Qué material recoge este libro?

Hay imágenes de contexto, calles y recorridos, imágenes y fichas de intervenciones e incluso anuncios de algunas intervenciones que estaban planificadas para realizarse varios años después de publicado el libro, abriendo la posibilidad de ficcionar que todo es posible afuera, en la calle, donde nada es verificable. Junto a ello, se editaron mil casetes con los registros de las intervenciones sonoras que también se realizaron en la noche, donde nos encerrábamos en distintos lugares, casas, talleres de amigos con una serie de equipos de amplificación, precarios y de los otros, instrumentos musicales, guitarras eléctricas, teclados, cassettes, en definitiva cualquier cosa que pudiese sonar, sacando líneas de pequeños parlantes de 20 W hacia la calle, a cinco, diez, creo que hasta doscientos metros de distancia para empezar improvisadamente a generar sonidos. Recuerdo que siempre acordábamos Mi Menor porque dentro de mis limitaciones musicales era la escala que mejor manejaba. No nos preocupaba que hubiera gente o no, por eso nunca convocamos a nadie, a pesar de que eran intervenciones que tenían un gran esfuerzo en términos de producción. Nuestro destinatario era la calle, hubiera alguien o no y la fantasía giraba en torno a qué efecto, fantasía o interrogante pudiera producir en quien, caminando en la calle por la noche, se encontrara sorpresivamente con esto. A eso apostaba el proyecto.

¿Quedan casetes?

Muy pocos. De hecho yo no tengo ninguno aunque sí unas copias digitales. Los casetes se repartieron todos mientras de los libros sólo quedaron algunos ejemplares entre los participantes. La idea era que éste circulara, que pasara de mano en mano. Con el paso del tiempo me he ido encontrando con personas que tienen el libro, que hablan del libro o que trabajan con el libro, por lo que efectivamente ha circulado aunque nadie sabe exactamente quién lo tiene. Y eso no es casual. Siempre aposté a que este libro iba a reflotar y renovar su vigencia a su modo, porque es libro extemporáneo, no se circunscribe a un tiempo acotado, se activa cuando tiene un lector y en ese acto éste lo reescribe, o sea lo vive desde su experiencia. La experiencia de la calle y la noche tienen esa virtud de estar siempre, por suerte, por el lado y a contrapelo de la experiencia diurna, concreta e implacablemente "real" dominada por el dato objetivo y la información verificable. Entonces, en vista de eso y de que mucha gente anda detrás del libro, me pareció que lo más lógico era que lo reeditáramos digitalmente porque es un referente importante desde distintos ámbitos: desde el punto de vista de las poéticas y desde el punto de vista del trabajo de recopilación que hizo Virginia Errázuriz, por ejemplo.

¿Y por qué ahora y en el Archivo Digital del DAV?

El año pasado los estudiantes del CFG Arte y espacio público habían tenido acceso a este material, pero la idea ahora es subir la reedición de este libro al Archivo Digital porque ésa es una plataforma que efectivamente estamos tratando de constituir en archivo y en la que muchas publicaciones quedarán circulando libremente y accesibles para quien las quiera revisar y bajar. Y de eso se trata una Universidad, de generar y compartir conocimiento. Es importante que los libros circulen y de todas las formas posibles, sobre todo si es un libro que lo que siempre intentó hacer fue no agotarse endogámicamente en su interior, sino que abrir y proyectar la mirada hacia afuera, en la búsqueda y experiencia activa de la calle.

La reedición del libro Calle y acontecimiento ya se encuentra disponible para ser descargado gratuitamente desde el Archivo Digital del Departamento de Artes Visuales.

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