Académico del Departamento de Teoría de las Artes:

Rodrigo Zúñiga presenta su primer libro de poemas

Rodrigo Zúñiga presenta su primer libro de poemas

Más de treinta poemas, escritos en verso y prosa, dan forma al primer libro de poesía del académico del Departamento de Teoría de las Artes, Rodrigo Zúñiga. Titulado "El púrpura en los ojos", este libro además inaugurará una nueva colección de las ediciones del Departamento de Teoría de las Artes cuando se publique y distribuya durante el año 2009. Por ahora, en el sitio web de esta unidad académica se da a conocer íntegramente este trabajo, escrito entre noviembre de 2007 y mayo de 2008.

 

ARENILLA

Los mudos lienzos
del borde oceánico
crepitan en forma de pequeñas trenzas
de aire
como címbalos o lenguas
recién bautizadas.
Encrespadas en el fuego de la orilla
chapucean
con manos encintadas.
Así vienen a colmarse
todas las estelas
perdidas en el mar.
Quién sabe qué murmuran
a las arenas de la playa.

 

RESTOS DE PAISAJE

            Un portón azul al sol
            y a una calle perpendicular
            dos barriles sujetan la coraza de una camioneta blanca
                      ladrillos y utensilios de mampostería se enredan en pendencia con los muros
            abollados por continuas demoliciones,
            como también con lo que pudiera ser el rastro abatido de la mano del viento
             bajo restos de luz y menajes exhumados.

            Se alientan en el eriazo las actas de los prófugos veranos.

 

LOS PEQUEÑOS MUERTOS

              Los pequeños muertos llegan a mi casa. En pocos días han deshojado las
sombras nuevas, han enamorado el sonido de los pájaros. Ocúltanos de los
cazadores, me dicen. Yo sólo pido silencio. Me dejan el aire herido con la promesa de
las palabras que faltan.

 

CLAUDIA BY STARLIGHT

                        Rodantes sobre luces hipnóticas, las blandas comisuras
                        de frutos granizados de color. Rimas
                        para la durmiente claridad de las mejillas
                        salpicante matisseano: rebordes enroscados,
                        sus nidos quemantes de un azul turquesa. Un azar
                        de inundación se ventisquea
                        del lóbulo izquierdo al paréntesis
                        plomizo del labio
                        superior. Exacto de
                        improviso: el rebote de los copos
                        en franjas del patio de arbustos
                        en la espesura fina, migratoria
                        del púrpura en los ojos.

 

CODA

              Llega de ningún lugar, como un nombre que hubiera sido escrito por una
mano despiadada, en una hora de secreto fulgor. Lo que abraza es un delicado velo
de nubes, las nupcias de sus bandas rizadas contra el azul cobalto posado en la
campana del cielo. Untan claridades imprecisas con dedos que levitan en destierro.    

 

FLAVIA

              Asoleando, sus ojos remansan -tibios coágulos- como si un temblor de
sílabas secretas los agitara por dentro. Sorben leves estruendos, brisas, pequeñas
desinencias de los atardeceres. Blanden colores imprevistos detrás de una línea de
sombra.

 

HAMBRES

              Te envuelve el primer silencio del día, las calles más lejanas llevan a tu
puerta la carga de unos materiales de intensa meditación. Serán ofrendas de los
ángeles, dijo ella con un tono reverencial de falsa profecía. Y en plena distracción,
añade: los ángeles caídos de alguna religión para los malos tiempos. Sobras de
almanaque, salmos de extasiado para echar espuma por la boca. Son las palabras que
nunca ocuparía, repitió. En un instante, su voz saturada de plásticos se imprimió a la
ascendente combustión del celuloide, y los jardines dejaron de existir en la página
borrada por un hambre furiosa.

 

LLUVIA DE PRIMAVERA

         Ahora, entonces,
                                 ya visible,
         el trino en los cristales.
         Un árbol gime alucinado.
         De todos los cielos
         caen frutos transparentes.

 

CUBOS DE HIELO

            Removía los cubos de hielo con una bombilla de cumpleaños, absorta en una luz
            ahogada en sus colores.
            Hablaba también de la llovizna de los días cambiantes,
            las manos despojadas sobre la mesa.     

 

MEMORIAS

  Como livianas ánimas hirsutas, como trozos de hojas que se arruman en palabras
anegadas. Brotes secos de polvo del camino.
  Lo que arde alguna vez, como riberas profanadas.

 

BOCETO

Alcanzan a prendarse de lumbres, de estrépitos extraños
uniformemente acelerados
al rebotar contra el silencio. Sus pigmentos balancean
y el extremo de un ojo los acuna
y los abalanza. No tienen reposo. Sus invisibles arabescos
fulguran como tiempo muerto. Me pueblan de fantasmas.

 

BORROSAS LÍNEAS DE PALABRAS

    No se sabe qué esperar del trenzado vuelo de los pájaros, del recodo que forman
las primeras tibiezas de noviembre. El agua fija ya no dice más. Sombras de algo que
se encastran en la ventisca.
    Lo que a un niño el sabor de una vana sonrisa.

 

UN DIBUJO DE DEGAS

      Aprender el cuerpo como una forma de regreso. Aprender la línea que lo abisma y
lo sorprende convertido en criatura, en respiro que sabe de abandonos.

 

ROSEDAL

    Por los ojos extendidos se esparcen esos colores jadeantes que saltan de la piel,
que en la cercanía de las manos palpitan graves aullidos, y que escupen dolores hasta
arrancarse de raíz las formas del mundo que buscan contenerlos. Entonces se alzan
frente a ti como en un rapto despavorido. Moran en el origen de un gesto extraviado
para el que los cielos son legión.

 

POEMAS NONATOS

     Los poemas nonatos que se eyectaron o fueron evacuados por la salida de
emergencia en un trance a medianoche tras una ardiente
     polvareda inútil
     se apilaron o guardaron con sonajas
     a menudo se encienden como aguas fortuitas que se tocan en silencio
     amancebados de un modo inconfesable se convierten en alimento para pájaros y
con ellos amenazan
     con volver junto al oído que los vio nacer para abrirse en forma de espejismo y
comenzar a respirar
     como un sueño estremecido

 

PARQUE

     De este lado, en torno a la hoja anochecida,
     alcanzando la vista del parque que seguirá pasando en tu camino,
     el deshabitado pacta su música ceremonial,
     su eclipse prisionero,
     se retira hacia el surco de imágenes que se rompe en contacto con el aire,
     mordiendo la madera seca, de elongadas fibras,
     con napas de rosa,
     de brillos irreales. 

 

RENOIR

                        La furiosa caricia de la luz:
                        Todo lo que toca se convierte en prisma

                        Desnudarse
                        como una sombra para respirar
                        esa primavera que nunca volvió.

 

CASPANA

  Por una vez sentirse abrigado al mundo, con la boca fría, como un espectro
oficiante del amanecer.

 

BALANCES

        Lo que te abandona adquiere la forma de lo desalumbrado. Abre la piel al aire en
      una sola dentellada. Secreta sus blasones de baba y dobla su camino oscureciéndose,
      balbuceando indecisas permanencias.
        Decir lo que recuerdo es ya decir demasiado.

 

STOCKHAUSEN ACABA DE MORIR

  Destellaba los pigmentos sonoros, como abrasivos cristales, en el centro del día. Y
que fuere el día una sola vibración, y bregar apenas, y convertirse en brizna.

 

MARIPOSAS

  Como dos luceros indolentes que arrullan su retiro, extenuándose a un abrazo que
se anuncia en la hora señalada. Lo que no sabremos oficiar: el saludo y la lujuria de
un dios olvidado. Seguirán bogando en el ramaje más oculto del lamento. El reflejo
infiel lanza un zarpazo de agonía.

 

SILLA ARLESIANA, 1888

  El último de los vigías recoge sus enseres, pone a velar ausencias, extiende sus
sacramentos. El acoso de las criaturas no sabe apaciguar memorias. Delante de los
ojos apenas una silla escuálida, un rollo de tabaco. Un nombre como una mota que
calcinó la víspera, lo impronunciable.

 

ZAPPIANA (LIVE VERSION, 1976)
                                                Para Víctor

          A las extrañas cloraciones de los instrumentos percusores
responde cada socavón de la corriente alterna del
          crepúsculo en las medianías

fibrilados entre
cloqueos gomaespumas que se raspan como electroimanes -terry bozzio-
contra los enroques
         contrarritmos llamaradas timpánicas -ruth-

del emisor -ajustando los auriculares (The black page)
para doblegar el gozne de los aires

         las poleas de las notas se disparan en ráfagas inusitadas, como materiales
explosivos dulcemente maniobrados por un
guante
(Black napkins)  
          abriendo brechas repentinas
         entre fuegos que se asoman por las cornisas del xilófono y una

        fontanería deliciosa  se fuera deshaciendo en trinos polimétricos -Echidna's arf- por
los que deslizan los raíles sus témpanos extraños
        -Building a girl-
      
 y funambulescos
       para destilar el fuego lento de un tornado!

 

CLAUDIA VA

                        Te siento ir y venir en el reflejo de la oscuridad
                        la imagen te posesiona como un fraseo inmóvil
                        la luz del día te intersecta y da un giro somnoliento
                        dulcemente se regocija entre los pliegues adormecidos
                        de las palabras como a la orilla de un sueño.

 

PASTORAL

          Un bulto de lluvia en la imagen tendida sobre el agua, y los cantos robados al
      nacer, y sus fuegos imposibles: los rostros caídos que se espesan en lívidas comisuras,
      apartados como tristeza, pastando ribazos.

 

PROYECTO REDISEÑO AVENIDA LOS LEONES

          A la inclemencia de las calles renegridas por las estacadas del sol y el
otoño a destiempo se suman ahora los enormes forados y las
          atalayas imprevistas, maderas apiladas en orden de serie volumétrico
          montículos que se resuelven a cada momento en una nueva convulsión de brazos y
de rostros que rearman los
         esteros, el desmonte de los cables, el hundimiento de las zanjas y el barullo de
taladros y herramientas de abuso

          y el traqueo de máquinas de deslizamiento de terreno
          que se espolvorea por las calles adyacentes
          entre columnas de humo abatido y cuadrillas de árboles enfilados a un costado

          como una parduzca tos ferina -eléctrica- de averías y salientes, de tractores
sofocantes y
 pasta de hormigón, ciclones metálicos en estado de derrumbe
          y cuerpos tipologizados casi presociales (pero sólo varones)
  destinados a las labores de arrastre y de enlace y de giro
          que se dan tiempo para un juego de naipes y para un baño químico

          en zonas divididas - al lado de pequeños túneles o excavaciones o piezas de
reeemplazo
     que se rebalsan abrazando las cunetas y taludes

     y dificultan el paso peatonal hacia las pequeñas tiendas y
los trechos o aberturas de descanso de este inmenso convertidor

          destinado a reformar el biotipo de un barrio de nuevo siglo
         admirable aún en su bosquejo y en las alteraciones que no dejan de reconocerse
bajo el ruido filtrado
         acompañando la desnudez de las hojas que se desperezan por efecto del abandono
masivo en los meses de verano, que permite el avance de las obras
         rediseño de la avenida, dice el nombre turístico o informativo del proyecto,
         el temor y temblor de las grandes alamedas.

 

Barry White Memorial Barbecue
                                                  Para Lucho

     Sube la llovizna, a esta hora, como una salutación angélica, de improviso: la celada
soul. Pura bisutería, reímos, los gránulos melódicos resbalan en torno, acercan
llamaradas,  todas las notaciones imaginables del deseo. 
    Escarbando las horas y su resina de papel mojado, aquello que nos fue conferido
recordar... (lo que sea de Barry: un glissando inmortal para la luna).
    Y alguien dice un brindis por los rostros y los cuerpos tristes, ofrecidos a los
sueños vanos y la sombra desierta.

 

MAREA

           Han colmado las arenas con restos de palabras roídas por visiones atrapadas. Se
fijaron al espanto y rodaron con la última marea, hacia el final del día. Pero esto ya lo
sabíamos, como ciegos ansiando un bálsamo de amargura. La esperábamos de niños
con los labios robados a una mueca sombría.

 

LATIDO

     Al abrirse la piedra deja escapar un latido abandonado en un pozo de demencia.
Sus nobles insectos lo tallaron masticando sequedades y torrentes de sombra. Su
remota dulzura no busca consuelo y tiembla de vacío en un reflejo lunar que ha
empezado a enmudecer.

 

INVOCACIÓN A ROBERT JOHNSON

            Me he pasado el invierno, Mr. Johnson, todo el maldito invierno
            desconsolado como una luz desierta
            esperando los estigmas,
            ardiendo en cada miembro hasta subir los ojos

            velando tus cantos como una amarga copa de veneno
             que se bebe solo y miserable
                        en el último rincón de la belleza,
            donde no hemos sido invitados
            antes de capear la tormenta.

            Seré un deudo más de tus penumbras y tus confesiones.
            Seré un deudo de tus palabras de ceniza y de tu sangre lenta,
            de tus soles abatidos por bestias milagrosas,
            de tus mujeres ingratas que se llevaron el horizonte
            envuelto en un pañuelo
             perdido en la autopista.

            Seré un deudo final de las orillas desconocidas
            y de todos los amores vanos
            que vendieron su alma
            para ser arrojados a la hoguera:

            Sólo que la maldición escriba su nota final
            temblorosa de sollozo y despedida,
            en un verso como una sentencia feroz
            que se acompañe con el trueno entre las manos.

 

LIEBESTRAUM

            ¿No es divertido asomarse al viento del malecón,
            con el atardecer,
            ciñendo al cinto el sonido de agua falsa
            que prometiste saltar,
            como una travesura
            siguiendo el curso del Támesis?
            Tus maneras de niña dormida
            se ríen de esas falsas promesas,

            y eso está muy bien
            (hay promesas que no cuentan),
            pero en cambio prefieres
            rehacer todo el camino -
            te tiendes en la gravilla,
            sacudes un poco los zapatos
            sembrando diminutas polvaredas
            y hablas de estampidas de recuerdos
            probablemente muy hermosos.

            Los vientos se desplazan también con indolencia,
            y por más que lo repites hasta hacer razón
            te tientan los mensajes que no llegan a destino.
             Esos nombres, por ejemplo,
             ofrendas de turistas desarmados 
            ante la luz de la mañana en Savile Row,
            y que nunca supieron cómo regresar
            adonde sea que iban dirigidos.
            De seguro soportaron su vergüenza
            como un templado desvarío,
            un fastidio o una equivocación,
            como de costumbre.
            Una pista que te preparaste a corregir
            tú sola,
            en todo caso,
            perdida en tu propio entusiasmo,
            una lejana tarde en las inmediaciones
            de una casa parecida a un sueño. 

            Todos esos nombres
            son ahora tuyos
            (un nombre no es algo
            que podamos regalar sencillamente,
            se agitan en sus ramas y añoran
            migrar con cada primavera).
            Bajo tus manos ya parecen crisálidas durmientes.
            Los recoges con dulzura,
            los compones en herbarios,
            sumando trinos y arboladuras,
            visiones encantadas de otros tiempos,

            tus dedos que saben de caricias
            los recorren como si fueran
            quién sabe, 
            un don que ha madurado
            de la misma corteza terrestre.

            Entonces los castillos de arena
            se posan como una fábula de ausencia, 
            de aquéllas que adorábamos contarnos
            doblando cada esquina
            por entonces y más tarde, hasta la estación
            siguiente
            (o como el aullido de esos pájaros
            con sus nombres salvajes,
            los que aún no llegaron a tus manos).

            Y en la Sala de la Turbina,
            me dices,
            están todos sentados,
            y el aire huele mal,
            y la desolación lleva una firma
             que parece la de Carsten Höller.
            Desde abajo nada puede desplomarse
            hasta ningún pozo de terror.
            Tus ojos lo siguen de pie,
            te abruma el exceso de seriedad.
            Las cosas se siguen apilando,
            pero ya habrá tiempo de ordenarlas.
            Queremos llegar hasta tus manos,
            y tus párpados se doblan en silencio
            con pasmosa lentitud,
            y suben los pliegues de tu boca
            devorando la sangre,
             la noche remota,
            con todas esas cosas por nombrar,
            con tus maneras de niña dormida.

 

SUEÑO TRISTE PARA CLAUDIA, A LA ORILLA DEL MAR

            Parecía obra de la misericordia,
            de los mares agitados y el
            susurro de las piedras,
            como si estuvieran inventando vaticinios
            para las enfermedades del alma humana.
            En el otro extremo de la bahía
             se desvanecen las nubes 
             en el paisaje de medianoche,
             mis amigos leen el libro final,
            visten de blanco,
            nada puede devolver la calma
            a unos espejos desgarrados
            por desconocidos fulgores.
            Abrimos las ventanas en silencio,
            nos tiemblan las manos tendidas en el frío.
            Citamos unos versos de Catulo,
            un retrato de un soldado anónimo,
             sin omitir ninguna referencia.
            Han salido a cosechar frutos milagrosos.
            Un camino como el paso de San Gotardo
            nos lleva penosamente
            hacia una fuente oracular.
            Buscando tu nombre
            la luna fragante nos sumerge
            en su atávica resina.
            Miradas sin destino en pleno vuelo
                                            del atardecer.
            La lenta despedida.
            Empieza a nevar
                                 la nieve inoculada.

 

REGINA PACIS

  La respiración de las cosas puede confundirse con su sangre. Un cielo de ceniza
las sorprende como un alumbramiento. Se despiertan rasgando ese sueño insepulto
que es el mismo de la noche anterior y que muere en la dispersión de los nombres, en
el eco lejano de las calles, en las volutas del rocío recién amanecido.

 

FÍSICA DOMÉSTICA

  Los signos de la vida en común fermentan una sustancia oscurecida, cubierta de
musgos y otras alimañas sonámbulas: leves surcos en la materia de la respiración,
sobresaltos monosílabos, chasquidos musculares. Vocablos infectos de origen
desconocido resurgen de cenizas despobladas. Allí donde libra la intimidad de los
nombres como escenas de un ánfora en las comisuras de la boca.

 

RESINA

  Nacida de aire, de la voz anterior que despide la resina del nombre, la borda que
quema, la adorada.

 

ABRIL

                        Como si una fina punta de pincel
                        hubiese mecido el agua que duerme
                        el último sueño.

                        Como si hubieran pulverizado tus manos
                        desolando la furia luminosa:
                        la que te arrancan en húmedas raíces,
                        la que lleva tus pasos cavilantes,
                        la que nada alcanza finalmente.

                        Ni aún antes, cuando siquiera fue la víspera.

                        Furia soñada que un último sueño
                        sofoca espumándote los ojos.

 

POEMA ASMÁTICO

                        Cuando explota la sangre
                        dentro de tu cabeza
                        y la conversación parece un desmayo
                        del que cuesta incorporarse,
                        cuando ya nada puede blindarte de la luz
                        en víspera de primavera
                        es cuando mejor te viene un aire pánico.
                        Las emisiones de onda corta
                        te arrastran en décimas de segundo
                        de endomorfina diluida.
                        Los terrores diurnos expectoran,
                        su rumor de salva te agrieta los ojos
                        y aprendes a quedarte en paz por un buen rato.
                        Esputan sus fríos polares
                        untados en papel azufre.
                        Las madres inmundas
                        acabarán el aire.
                        Un pobre Cristo de utilería
                        toca tu alma por primera vez.

 

MAESTRANZA EN SAN BERNARDO

            Qué fue que te llevaste, entonces, si aún puedo tomar la palabra.
            Las últimas luces del último día seguirán estando cerca.
            Un paso enmudecido, aromas de arcilla batida con el cielo encumbrado y el
contacto del sol.
            De un solo recuerdo quedarán naciendo criaturas de asombro.
            No te dejarán dormir.
            Qué fue que te llevaste, si aquí no cesa la palabra nunca, si aquí me cava con esa
maldición de estar despierto.

 

POST

            Claudia Va, como algunos lectores podrán notar, quiere ser también un homenaje a
una vieja canción de Luis Alberto Spinetta, "Laura va".
            Barry White Memorial Barbecue alude directamente al título de una pieza musical de
Frank Zappa, "Eric Dolphy Memorial Barbecue" (del disco Weasels ripped my flesh, 1970). La
relación entre las circunstancias que el texto refiere y la obra de Zappa dedicada a Eric
Dolphy, no pudo encontrar, en definitiva, su lugar en el poema.
            Los "nobles insectos" mencionados en el poema Latido, si se mira con detención,
tienen algo de unos insectos igualmente nobles provenientes de algún escrito de Henri
Michaux.

 

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Conformado por académicos de la Facultad de Artes:

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