Ganador del Premio a la Música Nacional 2008 en la categoría raíz folclórica:

Hiranio Chávez: "Lo que más he aprendido a valorar es la gente"

Hiranio Chávez: "Lo que más he aprendido a valorar es la gente"

Hiranio Chávez es un hombre preparado, y ha desarrollado sus intereses en múltiples disciplinas a lo largo de una extensa y rigurosa formación. A pesar de los diversos títulos y grados académicos que tiene a su haber -Licenciatura en Etnomusicología, Pegadogía en Educación Musical, Postítulo en Investigación musical, Magíster en Musicología, estudios de interpretación en danza, composición coreográfica, técnica académica, contemporánea y folclórica- en opinión del profesor Chávez "uno nunca termina de aprender, y estando aquí como profesor me siento alumno todavía, porque siempre estoy aprendiendo, sobre todo cuando uno tiene una relación con los estudiantes que lo obliga a estar preocupado de eso".

Recientemente galardonado con el Premio a la Música Nacional en la categoría de raíz folclórica, la vida académica de este profesor ha estado ligada desde hace años al estudio y recuperación del folclor nacional. Y es que uno de sus grandes compañeros de ruta fue precisamente Fidel Sepúlveda, uno de los más profundos conocedores del folclor chileno y a quien Chávez recuerda como "un gran maestro".

"Todos los escritos de Fidel Sepúlveda tienen una profundidad y una belleza que permiten descubrir y conocer al hombre desde una dimensión distinta, que es a la vez simple y tremendamente profunda. En la simpleza hay una profundidad recóndita que si no se logra tener la llave para entrar en ese universo, la gente no lo va a entender. Si pudiéramos tener esa llave que nos entregó Fidel Sepúlveda creo que el interés por el fortalecimiento de la cultura tradicional, de lo popular y del patrimonio tendría otra mirada. La sociedad se miraría a sí misma con otros ojos, con ojos más tolerantes", señala Chávez.

¿Cómo recibió la noticia de que había sido galardonado con el Premio a la Música Nacional? ¿Se lo esperaba?

Fue totalmente inesperado, en el sentido de que cuando uno ha hecho su trabajo durante toda la vida, lo hace simplemente, es parte de tu ser, y por eso no esperas recompensa. La recompensa simplemente es hacer un trabajo bien hecho y aportar con él, porque creo que una de las cosas que uno debe hacer para que tenga sentido la vida, es poder aportar a los demás, ser solidario, tener ese concepto de vida.

¿De qué forma sus estudios en musicología y danza se han traspasado a la actuación?

En mil formas, porque mi concepto de vida está en relación a la transversalidad en el arte y la cultura. Creo que está en todas partes: en el teatro, en la música, en la danza, en la pintura, en la arquitectura, en todo. Es un todo homogéneo que está atravesado por la melodía, el ritmo, el movimiento, la gravedad, la energía, etc. Es todo una sola cosa, y eso encaja y se produce un engranaje maravilloso que permite a las personas tener esa sincronía de sus acciones, de su pensamiento y su hacer.

Por lo tanto la música, la etnomusicología, la cultura, la ciencia y las artes confluyen en un punto determinado. Es como la tradición: viene de atrás, de traer, y significa que uno recupera el pasado para fortalecer su identidad y luego desarrollarla para transmitirla hacia adelante. La traigo al presente para entregarla al futuro. Todos los conocimientos que uno aprende en distintos lugares, en algún momento son colocados en el momento preciso para la acción de transmisión de cultura, de ideas, de mensajes, de arte, de emociones, de sensaciones. Es por eso que yo relaciono los conocimientos de las otras áreas del arte con el teatro o con la danza.

¿Cómo ha sido su relación específica con el mundo del teatro?

Mi primera obra fue "Martín Rivas", en el Teatro Nacional Chileno. Después vino "La vida en el circo" y de ahí en adelante no he parado nunca más mi relación con el teatro. Lo que me ha entregado la musicología, la etnomusicología y la cultura tradicional es la posibilidad de plasmar en la puesta en escena hechos reales y cotidianos. Siempre he pensado que la coreografía no es un elemento ajeno a la realidad, sino que es parte de ésta, y la gente puede  reconocerse en ella al verla en una obra de teatro. En la medida en que eso es fluido dentro de la escena, permite que pase tranquilamente y se incorpore como un hecho normal, no como un elemento ajeno.

Permite generar una identificación en el público...

Además hay una identificación con el público, una cosa circular. Ha habido muchas experiencias de coreógrafos en el teatro, pero la gran mayoría de los coreógrafos para teatro tomaban el mundo de la danza como su propio mundo, separado de esa cotidianeidad, entonces se producía una especie de desfase, una fractura. Por lo tanto mi trabajo con el teatro consistió en permitir que se pusiese en escena acciones totalmente fluidas, que pasaran a ser cotidianas, sin sentirlas como algo forzado.

Pensando en trabajos que han nacido en el Departamento de Teatro y en los cuales usted ha participado, como por ejemplo "Hamlet / post-teatro" ¿qué nos puede contar de esa experiencia?

Creo que "Hamlet / post-teatro" es tremendamente interesante porque es una hipersíntesis de una realidad en movimiento. En el caso de su director, Abel Carrizo, mi experiencia con él se remonta desde hace 30 años, entonces conozco como dirige, él me conoce a mí, yo le adivino y él me adivina, a veces él me dice no y yo digo sí, lo rehacemos y no hay ningún problema. Cuando él me pide algo yo sé lo que me está pidiendo concretamente, no tenemos ninguna dificultad. Hemos trabajado juntos en muchas obras, en el Teatro Nacional, en teatros independientes y aquí en la escuela.

Al momento de intentar determinar una identidad nacional, ¿cuál es la importancia de realizar un rescate patrimonial del folclor?

El término folclor es un concepto muy antiguo, que viene del siglo XIX, después llamado cultura tradicional a partir de los años 60 o 70 en adelante, y hoy en día llamado patrimonio intangible. En el caso de la cultura tradicional o patrocinio intangible es tremendamente importante porque son las bases de la identidad y la tradición, permiten que uno ancle con su propio pasado y sepa quien es. Uno siempre tiende a reconocer sus espacios como propios cuando están ligados con una cultura del pasado que se ha transmitido hasta el presente. Por lo tanto es tremendamente vital, importante y necesario tener ese conocimiento, porque a partir de eso se construyen los lenguajes que son propios de cada comunidad artística y cada nación. En ese sentido creo que es importante un cono y reconocimiento.

Usted acaba de recibir el Premio a la Música Nacional Presidente de la República 2008. ¿En qué ámbitos específicos se ha desempeñado con respecto a la música?

Yo he trabajado fundamentalmente en el mundo de la antropología cultural en rescate de una infinidad de músicas, danzas y formas culturales que hoy en día circulan en el teatro, en la danza, en grupos de proyección folclórica, en el campo de la musicología o en el cine, tanto documental como argumental, donde también se ha ido plasmando ese tipo de identidad. Por lo tanto ese conocimiento no es que esté en un solo punto, sino que está en distintos puntos. Está en uso, está en la pedagogía para los estudiantes de danza, está en el teatro, cuando yo hago una clase para mis estudiantes de rítmica o de danza, está en una conferencia, en definitiva está siempre. Es parte de esta complejidad de la cultura. El conocimiento adquirido en terreno está tanto en los lugares más increíbles de este país como en la ciudad.

 

Hiranio Chávez (de pie en la fotografía) en la obra "Misa gran danza ecuménica" de la Agrupación de Danza Mobile, dirigida por Hernán Baldrich en 1978.


De toda la experiencia y trabajos acumulados durante todos estos años ¿qué es lo que más valora?

Lo que más he aprendido a valorar es la gente. La simplicidad, cuando uno llega donde un campesino que no sabe leer ni escribir pero sin embargo tiene un conocimiento enorme de su propia cultura y de su entorno, yo llego desnudo ante él porque no sé nada, soy un ignorante. Entonces valoro el aprendizaje que me ha brindado la gente al momento de entregarme sus conocimientos. Hay una humildad en el otro para enseñar a partir de sus propias palabras y maneras de transmitir esta herencia, y también se produce una humanidad de quien recibe y quien entrega. Es una generosidad sin límite, y uno entiende los conceptos de solidaridad a través de esa generosidad, porque uno invade espacios que no le son propios. Es una invasión obviamente concertada, pero es igualmente una invasión de su privacidad y su mundo.

Es como abrir la propia casa y mostrarla a un desconocido para que la conozca todo el mundo. Es tan tremendamente íntimo ese espacio que uno le agradece a la gente y aprende también esa misma enseñanza de la generosidad. Yo creo que soy generoso, y que lo aprendí de los viejos y los jóvenes también, porque esa generosidad no tiene límites. Uno pregunta y ellos responden. Eso creo que ha sido lo más valioso. La humanidad.

Ahora que menciona a los jóvenes, usted dijo en una oportunidad que se sentía como un puente entre el folclor y las nuevas generaciones. ¿Es así? ¿De qué forma establece ese puente?

Cuando hablo de puente me refiero a un puente transmisor de la tradición, pero de una forma mucho más académica y conciente, porque la tradición se transmite de forma natural, en la vida cotidiana. Yo actúo como un puente en el sentido de hacer consciente esa tradicionalidad y decirles a mis estudiantes "eso que está ahí son las voces de miles de personas que están representadas en un momento por ti, y tu no te das cuenta que traes en tu espalda a millones de personas que están transmitiendo esa herencia".

Lo que yo hago es concientizar esa situación de transmisión de la oralidad, que es otra forma de educar. Existen dos formas de educar en la sociedad: una se aprende en el colegio y la universidad, y la otra es por un lado la enseñanza que los padres les transmiten a sus hijos, y por otro, la comunidad, que va transmitiendo sus bienes a los otros para que tengan este límite que los identifica con su realidad. Yo me siento como un puente, porque cómo no voy a ser un puente de un viejo que murió hace cuatro o cinco años atrás y que me enseñó durante toda su vida, toda su vida. Yo soy el puente de ese hombre que fue quien recogió la tradición de su comunidad durante toda su vida y que me la entregó a mí, generosamente. Hoy día soy el puente con los estudiantes de danza, de música, de teatro, con quien quiera escuchar. Cualquiera lo puede hacer. Cualquiera que se haga conciente de esa realidad, de ser generoso con los conocimientos que vienen de atrás.

Si asumimos la cultura latinoamericana como mestiza por excelencia, ¿qué rasgos de ese mestizaje podemos percibir en la música y en la danza?

Hablamos de mestizaje en América pero América también es híbrida. Hay un mestizaje original pero también un hibridismo posterior, que es multirracial y multiétnico. Más aún con el mundo global, donde se van produciendo nuevas formas de pensamiento, nuevas formas de creación de  la cultura. La cultura se va creando y recreando cotidianamente, se va dinamizando al igual que la tradición. Entonces cada día y cada momento está cambiando, pero hay elementos identitarios que permiten esa presencia, y que la sociedad actual la transforma, la hace propia y desarrolla de una manera distinta a la original.

Por ejemplo, si hablamos de danzas tradicionales, hay tres o cuatro danzas venidas de Argentina en la época del ejército de San Martín que conforman hoy día, una identidad propia de Chile. Son danzas que uno conoce como chilenas, pero que sin embargo llegaron desde Argentina. Hay otras que llegaron de Perú, de España, otras que se crearon en Chile, otras que fueron hibridizadas, entonces hay un proceso continuo de desarrollo de la cultura.

Usted está continuamente involucrado en distintos proyectos ¿Qué proyectos tiene a futuro?

En este momento estoy terminando un proyecto relacionado con el estereotipo del traje de la mujer campesina chilena que si bien no tiene nada que ver conmigo desde el punto de vista de mi formación, es un buen ejemplo para ilustrar cómo se transversalizan las cosas, porque ese proyecto está ligado a la música, a estereotipos venidos de afuera, a la danza, al teatro y al cine.

También estoy participando en la producción de un documental sobre un músico de Chiloé que se llama "Canahue de Calen". Ya está terminado, afortunadamente lo hicimos antes de que él falleciera. El documental recoge su aporte a esa comunidad, porque Canahue es un hito dentro de la historia de una comunidad en Chiloé.

El otro proyecto tiene que ver con realizar un registro de voces, de las formas de hablar en Chile. Es un registro de los modos de hablar que uno generalmente tiende a sintetizar y estereotipar al usarlos en el teatro. Yo quiero buscar un modelo que permita identificar regionalmente esas identidades locales, para que se hagan presentes no sólo a través de las formas de vestir sino que también a través del habla. Es un proyecto largo, pero afortunadamente hay mucho registro ya hecho, por lo que se pueden establecer alianzas con bibliotecas y archivos sonoros públicos y privados. Desde ese punto de vista se podría perfectamente llevar a cabo un rescate de voces chilenas para el teatro.

Otro proyecto que también me interesa es el rescate de figuras importantes del teatro en su habla. Sería una especie de archivo de la palabra del actor para tener la memoria, para saber, por ejemplo, cuál es el sonido de la voz de Agustín Siré o de Andrés Pérez. Cómo hablaban, cuál era su sonido en su vida cotidiana, cuál es su lenguaje y su legado para adelante. Son pequeñas cápsulas sonoras de actores y directores chilenos.

¿Cuál es la importancia de realizar ese rescate?

La tradición y la identidad.

¿Aunque sean personas particulares?

Claro, porque tiene que ver también con una larga tradición en el teatro. Porque Andrés Pérez, por ejemplo, no es Andrés Pérez por su nombre solamente, sino porque es un hombre que viene de tal lugar, porque estudió con tales personas y porque plasmó en sus montajes teatrales un tema de identidad y tradición. O por ejemplo Fernando González, y lo que él significa desde el punto de vista de la tradición en el teatro en Chile. Entonces va mucho más allá de la persona, sino que tiene que ver con el oficio.

Al momento de recibir el Premio a la Música Nacional, Hiranio Chávez estuvo acompañado por Luis Merino, ex Decano de la Facultad de Artes, José Pineda, Director del Departamento de Teatro y Rolando Cori, Director de Extensión, Vinculación y Comunicaciones de la Facultad de Artes, quienes lo celebraron desde el público.

Hiranio, agradecido y emocionado por todo el apoyo recibido, señaló: "La Universidad de Chile es como mi casa, y yo siento que parte de mi vida y de mis logros son de esta universidad, donde además está la gente que yo más he querido".  Según confesó, una de las cosas que más valora de esta casa de estudios, es que "aquí existe esa magnitud de conceptos que están ligados a la libertad, la democracia, la tolerancia y la diversidad, y además es una universidad laica. Todos esos componentes lo conforman a uno como un profesional comprometido con la sociedad, y eso me lo dio la universidad y se lo agradezco".

El académico concluye: "La Universidad me acoge como algo propio y yo lo acepto, de un modo como si el premio que yo he recibido fuera de la universidad también. Y de hecho es así y somos dos, mi persona y el Coro de la Universidad de Chile, como institución histórica que ha desarrollado una labor importantísima en nuestro país. Somos dos premios para la Universidad y para la comunidad, porque ambos nos dedicamos también a los otros, no solamente a nosotros, sino que también a los otros".

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