Raúl Osorio:

"El tema de cómo soñar un país sigue absolutamente vigente"

Osorio: "El tema de cómo soñar un país sigue absolutamente vigente"

Este jueves 7 de noviembre, el Teatro Nacional Chileno de la Universidad de Chile inició una gira por diez días a Suecia para exhibir su obra “La Pequeña Historia de Chile”, un pieza que relata la supervivencia de cinco profesores de esta asignatura que observan cómo se desgasta la reflexión sobre el país. Es una obra que acentúa la importancia de la vocación por la pedagogía. 

El Director de la compañía, Raúl Osorio, conversó con UChile.online sobre la proyección internacional de los proyectos que está desarrollando este cuerpo artístico de nuestra Casa de Estudios y sobre las características actuales del teatro nacional.

El recorrido por Suecia durará diez días y luego esta compañía, perteneciente a la  Facultad de Artes de la Universidad de Chile, regresará al país para continuar con la exhibición de obra hasta diciembre.

-¿Cómo surgió la idea de realizar la gira?

-Es una gira de carácter internacional, a propósito de una invitación que recibimos del Teatro Real de Estocolmo, que es el teatro nacional de Suecia, históricamente el más antiguo, en el marco de los programas de internacionalización. Nosotros tenemos programas dentro del país, de la Caminata Teatral por Chile, de norte a sur del país –estamos en la segunda versión–, y también tenemos la Caminata Teatral Internacional. En el último año hemos estado en distintos lugares, como Londres y París, y estamos con algunos proyectos para el próximo año. Tenemos una invitación de La Habana, Cuba.

La gira está dentro de nuestro objetivo de tomar contactos, relacionarnos a nivel internacional, lo que nos permite crear redes de conexión, redes de trabajo, intercambio de directores, coproducciones. Y tiene esa finalidad, no solamente la gira en sí misma, sino como parte de un sistema de relaciones que nos favorece, en términos de producción, de creación y de intercambio a nivel cultural.

La obra que viaja es La Pequeña Historia de Chile, de Marco Antonio De la Parra, que estrenamos aquí en abril, y que ya va en la tercera etapa de la Caminata Teatral por Chile. A la vuelta, seguiremos viajando por Chile con la misma obra, que está dentro del concepto de clásico del teatro chileno, junto con La Remolienda, que fue la obra que hicimos el año pasado.

Creando un teatro profesional en El Maule

-¿Cómo evalúa usted el recibimiento por parte del público?

-Extraordinario. Iniciamos este programa de teatro chileno con un clásico, que el año pasado era La Remolienda, y ha funcionado muy bien, tanto en Santiago como en regiones. Funcionó muy bien porque hay un concepto que nosotros tenemos para dar nuestros espectáculos, un concepto en donde nosotros creamos también instancias de encuentro, de relaciones, hacemos conferencias y talleres. Por lo tanto, el espectáculo es un factor más dentro de una serie de actividades que permiten una mayor conexión.

En esos talleres, cursos, seminarios y conferencias en regiones, vamos contactando los grupos teatrales locales. Y eso ha dado sus frutos, vamos teniendo una información directa de qué está ocurriendo en el teatro de regiones. Ahí también, al igual que a nivel internacional, intercambiamos experiencias y vínculos que nos permiten intercambiar directores y tener frutos en regiones.

Uno de esos frutos es que a partir de diciembre comenzamos a trabajar en la creación del teatro profesional de la Región del Maule. Ahí hay un edificio teatral muy espectacular pero no hay compañía teatral, entonces vamos a ir a trabajar allá. Yo, personalmente, voy a ir con un equipo de personas, para crear una compañía. Hay muchos actores, directores y dramaturgos, gente con mucha potencia, mucha capacidad, pero vamos a ir nosotros como Teatro Nacional y yo como Director del Teatro a organizar este asunto y a crear el teatro profesional de la Región del Maule. Eso es fruto de estos viajes, de esta conversación con personas in situ, en los lugares, de hablar de teatro, de la cultura, del desarrollo, de la relación de lo que nosotros hacemos con la educación, que para nosotros es fundamental. Los viajes son sólo una parte, importantísima para mí, de esas vinculaciones nacionales e internacionales.

Se ha trabajado "muy poco en la calidad" teatral

-A partir de esa sinergia que ha logrado con otros grupos nacionales, ¿cómo evalúa usted la situación actual del teatro en Chile?

-Es complicado. Es como tratar de definir la situación política. Lo que sucede en el país, en la sociedad chilena, y cualquiera sea ella, tiende a reflejarse muy fuertemente en el campo de la escena artística, en expresiones como el teatro, que recoge las experiencias directas de lo que ocurre en el mundo, la vida de la sociedad en la cual se encuentra inmerso, y refleja esa sociedad. Y ahí hay una visión política del momento.

Es difícil hacer una evaluación, pero yo diría que hay mucha cantidad de teatro y de escuelas de teatro. Se producen doscientas obras al año, se ha trabajado mucho en el factor cantidad y muy poco en la calidad, de las cualidades que el arte teatral debe tener en una sociedad como la nuestra, que es una sociedad bastante pobre en términos materiales.

Los artistas, y nosotros los directores, recibimos los Fondart y eso es espectacular. Nunca había pasado en Chile, en la historia del país. Pero todavía sigue siendo insuficiente. Hay que seguir revisando aquello, en términos no sólo materiales, sino de las estrategias que se deben usar para entregar los fondos. Hay que ir perfeccionando los modos de producción, crear instancias de reflexión. No solamente tiene que haber un espectáculo brillante, comercial y vendible, sino que hay pensar el arte también, y el teatro especialmente, desde una perspectiva de cómo presta un servicio a una sociedad, a una comunidad que está en formación.

Si bien este discurso puede ser asociado al Teatro Nacional como cumpliendo la misión de la Universidad de Chile, pienso que en general el teatro debería tener esa perspectiva social y política. Todo el mundo piensa en diversidad de modos de hacer teatro, pero en esa diversidad se incluye muy fuertemente la participación del arte teatral en el tema del desarrollo de la educación y la cultura de un país.

El sueño de construir un país "es una pregunta muy lejana"

-En ese sentido, ¿cómo se plantea hoy La Pequeña Historia de Chile frente al público nacional?

-Es una obra que intenta remover un poco las células cerebrales, las emociones, la memoria de un país, para intentar una visualización de quiénes hemos estado siendo en la Historia y de quiénes somos hoy, no solamente en relación con los temas de la educación, como lo plantea la obra, sino que como idiosincrasia, como definición de carácter, de modo de ser. De qué modo nos planteamos objetivos y utopías, y de qué modo somos capaces de soñar un país.

Hoy no somos capaces de soñar un país, simplemente estamos en una práctica extremadamente pragmática. Y a lo mejor no estamos pensando el país, sino sólo cada uno por su cuenta, y la sociedad da respuestas individuales a las necesidades básicas de lo que la gente necesita. Pero el gran sueño de construir un país del cual nos podamos sentir orgullosos, y un país en el cual uno esté contento y feliz de estar viviendo, creo que es una pregunta muy lejana. Cuando los políticos la usan, lo hacen de manera, yo diría, muy proselitista, en el nivel más bien de marketing que de profundas convicciones frente a la pregunta de quiénes somos y quiénes queremos ser finalmente.

La obra se sitúa por ahí, más o menos. En todo caso, una obra no puede dar respuesta a las cosas, sino que más bien las plantea, e intenta crear inquietudes, preguntas y percepciones de alguna manera, de lo que puede ser el país y que tiene que ver con la educación. Evidentemente, toda visión del país tiene que ver con el grado de educación que tenemos.

Transversalidad de "La Pequeña Historia de Chile"

-La obra tiene más de una década…

-Han pasado doce años desde el primer estreno y hoy día tiene mucha más vigencia, lo que significa que hay aspectos en ella que habría que sentarse a discutir, a analizar y reflexionar. La obra tiene que plantear preguntas, tiene que plantear dudas, tiene ser crítica no proselitistamente, sino que plantear preguntas y en cierta manera inquietar a un público –en este caso particular- de todas las edades, y de diversidad cultural. Es una obra popular, además; es transversal en relación a la diversidad de público a la cual se va enfrentando.

Tenemos presentaciones en el norte, en el centro y en el sur; la obra se da en gimnasios, en teatros y en lugares muy incómodos y también en grandes teatros, en lo que venga en relación con la infraestructura que nosotros vamos encontrando en los diferentes lugares a los cuales estamos llegando y con los que queremos conectarnos para discutir y conversar.

"La Historia no ha terminado"

-¿Qué efecto se podría producir al mostrar esta obra en una realidad como la europea, tan distinta a la chilena?

-Hay un efecto interesante, porque el tema de la educación –evidentemente– en esos países está bastante resuelto, en términos prácticos. Pero el tema central de cómo soñar un país o cómo la gente se pone de acuerdo para construir la sociedad, sigue absolutamente vigente. La Historia no ha terminado. Y nadie diría que estamos satisfechos con todo lo que está ocurriendo en el mundo, aun en aquellos países que han solucionado sus temas de salud, educación, habitación, trabajo, de una manera bastante extraordinaria y son países ricos. Aún así, esas preguntas siguen vigentes.

Y por otro lado, nos vamos a encontrar con una comunidad de chilenos extremadamente grande que vive en Suecia, especialmente en la ciudad de Estocolmo. Por lo tanto, vamos a tener un público de chilenos bastante numeroso.

Últimas noticias