Profesor Marco Espinoza:

"El atractivo de la obra es desplazar los conceptos de víctima y victimario"

Entrevista a Marco Espinoza, director de "Cómo aprendí a manejar"

La manipulación, la misoginia, el abuso sexual y el incesto son algunos de los temas presentes en "Cómo aprendí a manejar" ("How I learned to drive"), obra escrita por la ganadora del premio Pulitzer en la categoría drama y de la Academia Americana de Artes y Letras, Paula Vogel, cuyo estreno fue en el Vineyard Theatre de Nueva York el 16 de marzo de 1997 bajo la dirección de Mark Brokaw.

A más de diez años de su estreno en las tablas norteamericanas, la obra vuelve a recobrar vida en el Festival de Dramaturgia Norteamericana Contemporánea, esta vez bajo la dirección del Master en Artes Escénicas en la Universitat Autónoma de Barcelona y académico del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile, Profesor Marco Espinoza.

"Cómo aprendí a manejar" pone en escena un análisis crítico de la sociedad de consumo actual, utilizando la imagen del automóvil y las lecciones de conducir como una metáfora para aludir a la idea de las relaciones afectivas como objeto de consumo. Además, habla de lo que ocurre desde el momento en que las personas insertas en una relación tienen algo que ofrecer a otras siempre y cuando reciban algo a cambio.

El elenco de la obra, que será llevada a cabo por la Compañía del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile, DETUCH, está formado por los académicos Víctor Montero, Carolina Larenas y Annie Murath y por los estudiantes Gabriel Urzúa y Alejandra Díaz.

 "Lo más bonito, es que el DETUCH tiene el objetivo de trabajar con alumnos, profesores y egresados del Departamento de Teatro, formándose una instancia de creación muy especial y en donde se produce un intercambio bastante atractivo", explica Marco Espinoza sobre esta obra, cuyas temáticas tienen que ver con asuntos como las familias desestructuradas y el abuso infantil, esto, en un texto que combina el drama y la comedia en articulación simultánea.

"Otra característica fundamental del DETUCH, es que los alumnos empiezan a trabajar con profesionales y con docentes y eso es un logro para ellos no solamente en términos artísticos, sino también de aprendizaje. Lo anterior constituye otra manera de hacer docencia, esta vez desde el arte, no desde la pedagogía del arte", agrega el profesor Espinoza.

-¿Cómo nació este proyecto?

Nosotros, como DETUCH, nos adjudicamos este texto tras haber recibido una invitación pública del Instituto Chileno Norteamericano. Teníamos que escoger entre cuatro textos de dramaturgia y luego presentar un proyecto para dirigir la obra seleccionada. Yo leí las cuatro propuestas que estaban en competencia y escogí esta, sin saber en ese entonces que la autora había ganado un premio Pulitzer por la obra.

-¿Por qué crees que ganaron con ese proyecto?

Creo que el proyecto que presentamos era muy bueno y si bien, algunas temáticas han ido cambiando con respecto al proyecto original, sumado a que también la poética y la estética han ido evolucionando, no es menos cierto que el texto aborda los temas que nosotros propusimos trabajar en escena y eso le gustó a la comisión. Yo creo que el proyecto en sí es un buen trabajo de reflexión sobre la incapacidad del ser humano de entregarse en relaciones afectivas si no hay algo a cambio. En este trabajo, las relaciones afectivas han pasado a un plano prioritario en la medida en que son un objeto de consumo para algunas personas y para otras no y es ahí donde nos hemos enfrentado con la gran crisis, porque el texto habla de un victimario y una víctima: el victimario es quien abusa sexualmente de la víctima, pero en este caso la víctima ocupó esa relación para salir y aprender a manejar, mientras que el victimario se enamoró de la víctima y finalmente termina siendo víctima también él, entonces aparte de ser un objeto de consumo, las relaciones se vuelven intercambiables y dinámicas. En algunos momentos eres el que consume y en otros momentos eres el consumido.

-¿En ese sentido la obra pretende ser un diagnóstico de la sociedad?

Absolutamente, porque si bien es cierto la obra fue escrita en los 80, la autora habla de dos cosas que diagnostican o le toman el pulso a las sociedades contemporáneas: uno, la incapacidad de relacionarse afectivamente desde la profundidad y desde el riesgo que significa afectarse por el otro. Paula Vogel  hace una cosa estética con la estructura del texto, porque lo desarticula y lo saca de la narración lineal, lo que significa que también hace un efecto posmoderno al no contar la historia de una manera lineal.

-Hace una fragmentación…

Una desarticulación más bien, pero que finalmente esa desarticulación logra generar un todo, entonces de alguna manera pone en crisis la representación, porque además el personaje protagónico en todas las escenas define y describe qué es lo que va a suceder, entonces ella nos cuenta lo que pasa. Todos sabemos que lo que vamos a ver es teatro, entonces esa fue una premisa para que estéticamente la plástica se apropiara del límite de lo real y la representación en sí, entonces hay un trabajo de desarticulación de la realidad de lo que se está mostrando.

-¿Esta desarticulación de la narración tiene un correlato en el montaje?

Absolutamente. Obviamente en el montaje seguimos el orden que propone la autora, pero antes de eso tuvimos que hacer el orden cronológico para poder comprender cual es el estado de los personajes en cada escena, y ahora cuando hemos vuelto al orden que propone ella, empezaron a aparecer muchas más ideas y claridad respecto del texto porque está desarticulado de una manera para llevar a una tensión dramática final. Esta desarticulación finalmente opera como síntesis de lo que realmente debiera provocar una buena obra realista. Es súper raro lo que pasa porque el efecto "videoclip" de desarticular y no contar una historia lineal, termina contando una historia lineal mucho más brutal. Tu nunca sabes lo que ha pasado hasta el final, que es la última escena, pero cronológicamente la primera.

-¿Qué puedes decir sobre la musicalización de la obra?

Hemos trabajado con el imaginario musical de los 60 norteamericano, propuesto por la autora. Pero hay tres canciones que se cantan en vivo, porque la autora propone que los dos personajes protagónicos, Pedacito y tío Peck, estén acompañados de un coro: un coro femenino, uno masculino y uno adolescente, y este coro opera haciendo todos los otros personajes que no son los protagonistas. Afortunadamente tenemos a Annie Murath en el elenco, quien además es soprano dramática. Junto a ella está Carolina Larenas, quien es profesora de voz y también muy buena cantante, y Gabriel Urzúa alumno que se destaca por cantar muy bien. Entonces interpretan en vivo las canciones que se suman a la atmósfera teatral. En ningún momento las canciones son las protagonistas, sino que se suman a la creación de un entorno apropiado para la realización de escena.

-¿Cuál dirías tu que es el principal atractivo de "Cómo aprendí a manejar"?

Creo que el principal atractivo tiene que ver con la temática de la obra, que es desplazar los conceptos de víctima y victimario, que no hay víctimas exclusivas ni victimarios exclusivos, y por otro lado el gran atractivo estético y plástico-visual en que Ricardo Romero y Chino González han trabajado mucho. Estamos trabajando una realidad que si bien es cierto es fragmentada, ellos logran hacerla unitaria en términos de espacio poético.
Hay una premisa de dirección que también puede ser atractiva, que tiene que ver con lo que se llama el fin de la representación, donde ya nada es real, todo es manejable y liquido. En ese sentido nosotros nos hacemos cargo de mostrar la trastienda del teatro. El hecho de que la obra tenga una mujer diciendo "en 1966 pasó esto" y nos lo muestra, claramente está evidenciando que el teatro es una representación y no una presentación en vivo, pero nosotros intentamos en algunos momentos hacer presentaciones en vivo, como si realmente sucediera de verdad lo que está pasando, con estas cámaras ocultas en los camarines, y ese tipo de recursos que permiten preguntarse qué es la verdad en el teatro.

-¿Tienen altas expectativas de ganar el Festival de Dramaturgia Norteamericana?

Obviamente nadie puede decir que no nos interesa ganar el festival por los pasajes a Nueva York, pero como objetivo del grupo el trabajo que hemos hecho ha sido súper importante. Yo tenía muchas ganas de trabajar con algunas de las personas con las que estoy trabajando en esta obra, entonces ese objetivo ha sido suficiente para mí. Desde esa fortuna yo me relaciono con el festival: la posibilidad de dirigir un texto que es brutal, que es maravilloso, que es absolutamente solidario con uno en algún momento de la vida, y trabajar con la gente que quiero. Ese placer, que es finalmente por el cual uno hace teatro, ya me está dando todos los placeres de más. Creo que seguramente el festival va a ser de muy buen nivel, pero creo que estamos dentro de un contexto mucho más importante para nosotros, que es personal, como un reto artístico particular más que ganar el festival. Con la compañía lo hemos pasado súper bien, ha sido una circunstancia de encuentro maravillosa, y la obra está llena de esas citas, de lo bien que lo hemos pasado. Todos los ensayos parten con ponernos al día en qué nos ha pasado,  nos tomamos una rica once antes de partir ensayando, generamos compañía, generamos familia. Para nosotros es importante que el público sea partícipe de los procesos de los territorios de la teatralidad y la no teatralidad. La obra lo sugiere, porque al decir 'esto es representación', obviamente hay un límite y una fractura entre lo que es realidad y representación, y nosotros estamos estimulando ese límite.

En el marco de la presentación de la obra "Cómo aprendí a manejar", su autora, Paula Vogel, quien es una connotada dramaturga y académica de la Brown University de Estados Unidos, además de Phd en Teatro, realizará una Clase Magistral en torno a la dramaturgia norteamericana contemporánea el viernes 18 a las 15:00 hrs. en la sede Pedro de la Barra de la Facultad de Artes (Morandé 750).

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