"La docencia junto con la escultura han sido, después de mi familia, lo más importante de mi vida y me satisface plenamente. Durante estos treinta y tantos años de docencia no dejan de sorprenderme los logros -de buenos a excelentes- alcanzados por mis alumnos con un programa bastante experimental y nada fácil. Pienso que la mayoría de los jóvenes que ingresan a la carrera son más talentosos e inteligentes", explica la académica y ex directora del Departamento de Artes Visuales, Patricia del Canto, cuyas obras ya forman parte de la Revista Electrónica de Artes, REA.
"La Revista Electrónica de Artes me parece una iniciativa buenísima. Es muy visionario de parte de su creador, Arturo Cariceo, aprovechar los recursos tecnológicos actuales en pro de la difusión de las artes visuales", señala la académica, agregando que el hecho de que pertenezca a la Facultad de Artes es "de absoluta pertinencia y de gran valor didáctico porque permite a los estudiantes un fácil acceso al conocimiento de la obra de sus profesores", sentencia Patricia del Canto.
Formada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, la artista se tituló de Artífice en Cerámica en 1970, para luego especializarse en escultura. Como ella misma cuenta, "en realidad, yo no seguí estudios regulares de escultura. El taller de cerámica, en esa época, estaba dirigido por un artista visual-escultor de excelencia, con mucha claridad en la entrega de conceptos (Luis Mandiola). Ello contribuyó a afirmar mi formación como artista, la que continué en forma personal en la escultura propiamente tal".
Varias han sido las distinciones recibidas por esta artista y académica del Departamento de Artes Visuales, entre las que se cuentan el Premio del Círculo de Críticos de Arte de la V Región en 1987; el Primer Premio Monumento a las Ciencias en 1996; la Beca Departamento de Investigación, Universidad de Chile, en 2000; y una nominación a los Premios Altazor en 2003, entre varios otros. Además, Patricia del Canto tiene varias esculturas emplazadas en espacios públicos, tanto en Chile como en República Dominicana, Korea y Estados Unidos.
¿Qué le interesaba abordar, temáticamente, en sus inicios como escultora?
Cuando empecé a explorar en el ámbito de la escultura, mis primeras obras eran figurativas antropomorfas: cabezas, torsos, manos. Me concentré en las manos por su sentido social -manos obreras, constructoras, etc. Era una época conflictiva, a finales de los setentas, con mucha represión, injusticias y sufrimiento de personas valiosas, y la dictadura se consolidaba. Una escultura representativa de esa época es la mano árbol: mano izquierda empuñada con dos de sus dedos convertidos en fruto abierto mostrando las semillas que simbolizan la fuerza positiva, los valores interdictos, pero sin perder la capacidad de resiliencia, de volver a manifestarse a pesar de lo negativo.
En su trabajo actual, ¿se mantiene algo de ello?
Sí, se mantiene una estructura, pero sin duda ha habido variaciones más en la forma que en el fondo porque las condiciones de vida, tanto sociales como personales, no son las mismas. Los cambios en el entorno hacen variar mis motivaciones y, por ende, mi obra también varía.
¿En qué momento insertó su trabajo en el espacio público?
Cuando comencé a trabajar en escultura, muy pronto me di cuenta que me interesaba trascender el objeto en tamaño y concepto, y abordar la escultura-sistema agrandando el formato y proponiendo con ella una activación espacial abarcadora en el que la escultura formara parte de un sistema expandido, constituido por la escultura propiamente tal, por el espectador que pasa a ser activador de la obra, ya que por su formato antropométrico se hace parte integrante de ella, y por el entorno tanto físico como conceptual. Físico, por las características propias del lugar de emplazamiento y conceptual por las características de los que está sucediendo: situaciones de vida y también lo contingente metaforizado poéticamente. En este contexto, el tránsito hacia la escultura social y participativa, instalada en espacios abiertos con alto flujo de personas, se hace de manera muy natural y fluida, tomando como opción definitiva la escultura interactiva.
¿Está de acuerdo con que su obra es una mezcla de instalación, land art y arte ecológico?
Eso de que tiene una mezcla de instalación, land art y arte ecológico es algo que se ha dicho de mi obra. Supongo que lo de instalación se refiere al recorrido que permite mi obra al proponer una activación corporal y mental de parte del espectador. Lo de land art es más bien conceptual, porque mi obra no se desplaza en enormes extensiones de terrenos ni tampoco está siempre concebida para espacios exteriores, pero supongo que la cita al land art es en el sentido de la relación de la obra con su lugar de emplazamiento. En cuanto al arte ecológico, también es en un sentido conceptual: es la obra en armonía con el entorno y también el hecho que evito trabajar con materiales no biodegradables que agredan al ambiente, como son las resinas plásticas.
¿Qué ve en los espejos que los hace parte de sus obras?
Siempre me ha interesado develar, descubrir lo que subyace, lo que está más allá de lo aparente superficial, la verdad oculta, lo esencial. En ese sentido me han servido los espejos porque devuelven la imagen real sin distorsiones, de ellos no hay evasión posible a la vez que reflejan el entorno conectando lo contingente, la vida, el devenir, el mundo exterior con el mundo interior del ser humano, sus emociones, mente e inteligencia, configurando de esta manera un sistema retroalimentado.
Patricia del Canto comenzó su carrera académica en 1971 como ayudante de Cerámica y Escultura y, siete años después, pasó a ser académica de jornada completa del actual Departamento de Artes Visuales, llegando a ser Directora del DAV en 2003. "A la docencia llegué de manera muy natural, sin proponérmelo. Mientras estaba preparando mi unidad plástica para mi examen de título, el profesor jefe del taller me pidió que fuera su ayudante ad honorem, a lo cual accedí gustosamente, sintiéndome muy honrada. Luego de dar mi examen, tuve la suerte que hubo un llamado a concurso para un cargo de académico a contrata, presenté mis antecedentes y, afortunadamente, gané el concurso pasando, al poco tiempo, a integrar la planta de la Facultad de Bellas Artes", señala la académica.