Connotada dramaturga y novelista:

Isidora Aguirre: "Yo no soy profeta en mi tierra"

Isidora Aguirre: "Yo no soy profeta en mi tierra"

La puerta del departamento E de un viejo edificio ubicado en el barrio Ñuñoa se abre sigilosamente. Su arrendataria por más de sesenta años, la connotada novelista y dramaturga de obras como "La Pérgola de las Flores", se asomaba por el umbral de la puerta de aquel departamento ubicado, casualmente, en la calle Rengo, que en mapudungún significa harina cruda, a dos cuadras de la calle Lautaro y a una de Caupolicán.

Nadie había tocado el timbre, sin embargo ella lo había sentido, en un acto al que la escritora le restó importancia, puesto que según ella, "está acostumbrada a oírlo sin que lo hagan sonar", rememorando las tardes en la quinta donde vivía con toda su familia y donde ella tenía la misión de transcribir las sesiones de espiritismo junto a sus tías, "ya que la verdadera casa de los espíritus era la mía, y no la de la Isabel Allende", como aclara.

Aquella calurosa tarde, la señora que amasaba el pan en la recientemente inaugurada pastelería de color pistacho, ubicada a pocos metros del edificio donde vive la dramaturga, no estaba segura si la vecina de la "chef", era o no Isidora Aguirre. "En caso de que sea ella, le digo que le gusta tocar el piano a las cuatro de la mañana, pero los vecinos están acostumbrados, total, a los famosos se les perdona todo".

A pesar de que la escritora reclama no tocarlo bien, aquel piano de pared existe y con una vieja partitura abierta, se impone elegante en uno de los rincones del luminoso departamento, el que ya no tiene lugar para más libros y donde los recuerdos coleccionados durante toda una vida se posan orgullosos por las paredes de la sala principal del departamento de quien recibió en 1969 en La Habana y por su obra "Lo que va quedando en el camino", dedicado a Ernesto "Che" Guevara, hombre al que admira mucho y que tuvo la oportunidad de conocer, cuando éste fue Ministro de Industria de Cuba, el premio Casa de las Américas.

Tras un breve y veloz tour por su departamento, el que incluyó la cocina, donde la tataranieta de Isidora Zegers dejó los cuatro pequeños queques de naranja y frambuesa provenientes de la pastelería color pistacho, los que fueron "succionados" por una vieja caja de metal, la dramaturga llegó rauda a su habitación tras pasar por una pared en donde colgaban afiches plastificados de sus obras, las que han sido estrenadas en varias partes del mundo y en diversos idiomas.

Fotografías de sus veintitrés descendientes directos adornan la habitación de la escritora, inmortalizando sus cerca de noventa años de vida. Un salto la llevó directamente a su cama, donde la dramaturga se sacó los zapatos, se cruzó de piernas y empezó a elongarse de forma increíble, moviéndose de izquierda a derecha y viceversa, sacando libros, bajando el volumen a "La Tempestad" de Beethoven, que en ese momento escuchaba y hurgueteando entre sus fotografías, las que en su mayoría guarda en el computador, el que maneja con gran destreza.

Al preguntar el motivo de la entrevista, un ruido proveniente del computador interrumpió la conversación, ante lo cual, Isidora Aguirre se volteó y le escribió a su hija por Messenger que no podía atenderla. Al enterarse de que los estudiantes de último año de Actuación y Diseño Teatral llevarían a escena una versión libre de su obra "Lautaro, Epopeya del Pueblo Mapuche", que le valió el premio Eugenio Dittborn, otorgado por la Universidad Católica de Chile en 1982, la escritora preguntó quién sería el director, y al enterarse de que era Pato Pimienta, exclamó con un tono de ternura: "qué divertido, el pájaro aliño", aclarando que no lo conocía.

"A fines de los años setenta, un mapuche dirigente urbano de Santiago, que se llamaba Sergio Paineman, me pidió que escribiera defendiendo la raza mapuche. Esto era en víspera de la Ley Indigenista promulgada por Pinochet, la que reemplazó la Ley de Allende, a favor de los mapuches. En el fondo, era una forma de suprimir el minifundio, ya que a fines del Siglo XIX y para la pacificación de la Araucanía, repartieron tierras, dándole diez hectáreas a cada mapuche y lo demás se lo dieron a los alemanes y a los colones. Pinochet quería que los mapuches pidieran préstamos, siempre que tuvieran la nacionalidad chilena, por lo que los mapuches iban a tener que pagar con la tierra", explica Isidora Aguirre referente a la Ley.

"Lo que más aprendí de Lautaro fue por boca de los actuales mapuches, ya que hay muy poca documentación sobre él, en cambio hay mucho escrito sobre Pedro de Valdivia. En los años ochenta, había un programa de radio llamado Nuestras Raíces, donde uno de los panelista era un militar retirado de apellido Valenzuela. Por casualidad, cuando yo estaba escribiendo Lautaro, hablaron de él y este señor Valenzuela dijo que él había escrito un libro donde narraba la batalla de Marihueño, siendo lo único que hay escrito sobre las tácticas que usaba Lautaro", explica la escritora.

Entre las distinciones que ha recibido la escritora, destacan el Premio Casa de las Américas, El Premio del Consejo del Libro y la Lectura y el Premio Eugenio Dittborn, entre otros.

"De este libro del señor Valenzuela, yo deduje cómo fue la Batalla de Tucapel, donde muere Pedro de Valdivia y por deducción escribí cómo Lautaro fue nombrado Toqui. Con esto quiero de decir que yo, una novelista y autora de teatro, escribo por deducción parte de la historia que no está narrada. O sea, les entregué a los mapuches una parte que faltaba de la historia de Lautaro y eso refleja cómo uno va formando una obra y lo que significa la inspiración, que finalmente es la investigación sumado a la deducción", señala la escritora, quien se casó a los veintiún años con un refugiado de la Guerra Civil Española.

En estos momentos están ensayando en Bogotá la obra "Bolívar y Miranda" de Isidora Aguirre, la que le valió, en 1994, un Premio del Consejo del Libro. "Esta obra no se ha dado nunca en Chile y desgraciadamente esa obra no está en mi antología, pero la van a publicar en España, por lo que yo no soy profeta en mi tierra", explica la dramaturga, a quien le dedicaron, el 2006, el Festival Internacional de Teatro Clásico, el que se desarrolló en Almagro, España y en donde se presentó parte de su obra "Don Diego de Almagro".

Entre el 3 y el 14 de enero de 2008 se realizarán las funciones de "Leftraru: epopeya de un guerrero mapuche", en una versión libre de la obra "Lautaro, Epopeya del Pueblo Mapuche" escrito por Isidora Aguirre en 1982.

La temporada se realizará en la Sala Agustín Siré del Departamento de Teatro de la Universidad de Chile (Morandé 750).

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