"Estuvo muy buena la gira, muy positiva, con muy buenos resultados artísticos. Ese fue el objetivo principal y el objetivo principal se cumplió, por eso estoy muy contento", afirma el maestro de ballet Vladimir Guelbet, sobre la primera excursión del Ballet Juvenil Universitario (BJU) con su elenco completo fuera del país.
La delegación chilena estuvo compuesta por la Directora artística del BJU, Hilda Riveros; el Regisseur y maestro de ballet, Vladimir Guelbet; el Director del Departamento de Danza, Álvaro Cruz; y los bailarines Jennifer Alegría, Eva Aranda, Camila Escala, Claudia Fernández, Rodrigo Jorquera, Luis Leiva, Scarlet Ramírez, Sergio Sánchez, Julio Sanz, Camila Scholtbach, Daniela Soto, Andrea Torres y Mauricio Vidal.
El viaje, que contempló las ciudades de Xalapa, Veracruz y Montreal, fue financiado por un fondo concursable de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores (DIRAC) y la Facultad de Artes, y su principal gestor fue Álvaro Cruz, quien también regresó satisfecho por la experiencia y los vínculos que se forjaron.
"Fue un intercambio muy cercano, ellos recibieron a los alumnos en sus casas, fue muy bonito", asegura Cruz, y agrega que también fue "muy bueno para estrechar lazos con los profesores, que también quedaron interesados en venir".
Los integrantes de Danza UV, grupo representativo de la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana, recibieron a sus pares de Chile en sus hogares, al igual que los miembros de Le Jeune Ballet du Quebec, de Canadá, lo que contribuyó a conocer más cercanamente la realidad de otros estudiantes de danza.
"Fue un éxito, los chicos conocieron cómo estudian allá, cómo viven, y en lo artístico nos va a abrir bastantes puertas", dice Cruz. Vladimir Guelbet complementa: "Como experiencia de los alumnos creo que fue muy bueno para ellos, porque viven un poco encerrados aquí, no solamente en nuestra universidad sino que en nuestro país. No tienen posibilidad de compararse con otros alumnos, o con otras compañías, y les sirvió muchísimo de estimulo porque se dieron cuenta de las cualidades y el nivel de otros muchachos, que está bastante alto", afirma.
Guelbet cree que esa posibilidad de mirarse y compararse con pares que están a un alto nivel es muy buena para lograr mejores resultados artísticos: "Eso los estimula a ellos a entregar todo lo que tienen en el escenario, fue destacada la entrega y la fuerza de nuestro elenco, tanto en México como en Montreal, y eso me alegra mucho porque en general el latino posee un temperamento y cuando ese temperamento se suelta en las coreografías da buenos resultados".
Las funciones
Esta gira es todo un hito para el BJU, formado en 1999 "como un espacio para que alumnos y egresados pudieran acercarse al profesionalismo", como dice uno de sus impulsores iniciales, Vladimir Guelbet.
El maestro, quien ya no participaba en el conjunto, fue invitado para preparar el grupo para esta gira. "Me pidieron que me hiciera cargo de nuevo, porque yo dejé el Ballet Juvenil hace tiempo, para poder llevarlo al nivel artístico y profesional aceptado para poder mostrar la cara de Chile en el extranjero, y con mucho orgullo puedo decir que la meta se cumplió. Artísticamente pasamos muy bien, dejamos nuestro nombre bien en alto".
El conjunto ofreció cinco funciones: el 11 y 12 de julio en la Sala Chica del Teatro del Estado, en Xalapa, junto al conjunto Danza UV; el 19 de julio en el Teatro Francisco J. Clavijero de Veracruz, en solitario; y el 24 y 25 de julio en el Theatre de Verdure de Montreal, junto a Le Jeune Ballet du Quebec. El repertorio del BJU para esta gira incluyó ocho coreografías de su Directora Artística, Hilda Riveros: "Encuentros", "Futura", "Canción de cuna", "Tiempo de percusión", "De aquí y de allá", "Novia fugitiva del océano", "Huida" e "Iraila".
"Allá los teatros son muy buenos", cuenta Álvaro Cruz. "Lo otro interesante es que tuvieron que actuar y adaptarse a condiciones distintas, en Veracruz hacía mucho calor, además el idioma en Canadá, todo, fue un desafío notable para ellos".
La calidez y el relajo de los mexicanos se contrastó con el orden y la rigurosa programación de los canadienses. Pero curiosamente a la hora de aplaudir se invirtieron los papeles. "Lo que me sorprendió a mi es que el público de Canadá estaba muy cálido, tuvimos un recibimiento muy bueno. En México también, pero me sorprendió que el público latino haya estado mas frío que el nórdico" dice Guelbet.
Cada función tuvo sus dificultades: en México el tema de la comida afectó a varios que se intoxicaron, y también sufrieron descoordinaciones con los sonidistas. Luego, en Canadá el impacto ante las estilizadas bailarinas del Jeune Ballet du Quebec y su destreza técnica, que tendieron a desmoralizar a algunos. Pero todo ello fue superado por la cohesión que alcanzó el conjunto.
Scarlet Ramírez, una de las bailarinas más jóvenes del BJU, cuenta que durante el viaje se disiparon pequeñas divisiones que traían desde Santiago. "Sentí una unión, sobre todo al momento de estar en el escenario... Cuando estuvimos en Canadá igual fue fuerte el impacto con las niñas de allá, ellas son muy buenas, de un nivel técnico súper alto, entonces a una le viene el bajón y ya no quiere bailar. Al final fue al revés, nos unimos y el maestro nos dio fuerza para eso y en las funciones nos fue bastante bien".
Lo mismo cree otro bailarín de la compañía, Julio Sanz: "Tú mirabas al otro en caso que te fueras a equivocar y el error se tapaba, en escena, en cosa de segundos. O de repente se jugaba con eso también, porque hay bailes que son muy sensuales, entonces en el mirarse, el tocarse, ser cómplices, hubo un complemento muy grande", afirma.
"El nivel del ballet de Canadá es muy alto y nosotros orgullosamente nos paramos de igual a igual con ellos, eso me enorgullece mucho y quedé muy conforme con los resultados artísticos", asegura Guelbet sobre las funciones en el Theatre de Verdure, cotizado escenario al aire libre que tiene capacidad para cerca de dos mil quinientas personas, y que el BJU presenció prácticamente lleno.
"Era impresionante, porque hacían cola para ver el ballet, habían familias completas y luego la gente aplaudía de pie, les gustó mucho", cuenta Álvaro Cruz, y agrega: "Una cosa muy emotiva es que éstas fueron funciones realmente compartidas, con un ballet mucho mejor que el nuestro, con el que no podemos competir en lo técnico, pero todos destacaron la entrega y la fuerza del Ballet Juvenil", afirma.
"El Ballet Juvenil nunca actuó ante esa cantidad de personas, ni con otro conjunto juntos. Así que también fue como una competencia en un buen sentido", dice Guelbet.
El maestro sólo resiente la falta de disciplina. "Del punto de vista de la disciplina quedé insatisfecho, disconforme, porque justamente como es la primera gira los muchachos no están acostumbrados, les falta rigor todavía, les falta responsabilidad, y esa es una parte de la formación de un bailarín que se denomina profesionalismo. Es allí donde nosotros apuntamos", afirma, agregando que "tenemos que tratar de cambiar la mentalidad de los muchachos, enfocarlos en ser profesionales, porque en cualquier compañía del mundo si se atrasa o falta a un ensayo simplemente lo echan, sin importar que tan talentoso es".
A pesar de ello, para los jóvenes bailarines fue una experiencia muy enriquecedora, a nivel personal y artístico. Scarlet cuenta: "Lo que me gustó mucho de México fueron los montajes, aparte que allá todos los años van distintos coreógrafos, entonces un montaje no tiene nada que ver con el otro. Aprendí movimientos que uno de repente no ve aquí en Chile. De Canadá me gustó más que nada la técnica, los cuerpos eran maravillosos, las piernas larguísimas, todas lindas, todas delgadas, las coreografías también me gustaron, pero la parte interpretativa no me gustó mucho. Quedé más contenta en ese sentido con México".
Julio Sanz confirma la apreciación de su compañera: "Los canadienses son muy herméticos y pasan a ser un poquito conceptuales, entonces les falta desarrollo expresivo, México tenia un lenguaje mucho más rico a nivel de interpretación".
