Profesor Jorge Mittelmann:

Doctor de la Sorbonne expuso sobre la noción aristotélica de cuerpo

Doctor de la Sorbonne expuso sobre la noción aristotélica de cuerpo

Durante toda la entrevista, el Doctor en Filosofía y profesor de Filosofía de la Naturaleza del Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes, Jorge Mittelmann, no dejó de mirar a través de la ventana la ligera nevazón que tímidamente se dejaba caer sobre el sector oriente de Santiago.

El académico, Periodista y Licenciado en Filosofía, quien realizó su Doctorado en la Universidad de París Sorbonne-París IV, obteniendo el grado máximo y bajo la dirección de Jonathan Barnes, fue invitado por el profesor del Doctorado en Filosofía de la Universidad de Chile, Juan Manuel Garrido, para exponer en uno de los seminarios de dicho Doctorado, el que está organizado por las Facultades de Filosofía y Humanidades, Ciencias Sociales y Artes.

"Fue realmente agradable haber podido participar con mi ponencia en el Doctorado. La experiencia fue muy enriquecedora, ya que la atmósfera era excelente, el nivel de discusión era muy bueno y la receptividad de los estudiantes era total, ya que estaban muy comprometidos con entender los temas, a través de una mirada muy libre y desprejuiciada sobre las materias, sin una excesiva reverencia hacia Aristóteles, sino que viéndolo como un insumo para una reflexión muy personal", explica el profesor Mittelmann.

El académico agrega: "Los estudiantes venían de horizontes muy diversos, por lo que incluían en la reflexión cosas que no siempre están en la bibliografía del filósofo, como por ejemplo, experiencias estéticas, referencias cinematográficas y de pronto emergían alusiones a la performance contemporánea. El profesor Juan Manuel Garrido, por ejemplo, evocó algunas experiencias estéticas contemporáneas en que se hace difícil distinguir entre el cuerpo y el cadáver, o que hay algunos cuerpos que simulan ser cadáveres, y gran parte de la reflexión aristotélica sobre el cuerpo tiene que ver con cómo delimitamos entre un cuerpo y un cadáver, por lo que se logró una conexión fascinante".

-Tomando en cuenta que Jonathan Barnes es uno de los principales traductores y editores de muchas de las obras de Aristóteles, ¿cuál es la sensación que queda tras haber cursado un Doctorado bajo su dirección?

-Fue una experiencia muy exigente, ya que Barnes es un profesor muy reputado y riguroso, por lo que fue un privilegio haber trabajado con él. Cada vez que yo le entregaba un informe, me lo devolvía con observaciones muy sugerentes, las que hasta el día de hoy inspiran mi trabajo, por lo que siento que yo le debo muchas cosas importantes a él. Barnes es un filósofo muy técnico, muy austero, preciso, modesto en su enfoque y muy anglosajón, por lo que era curioso verlo en París IV, donde hay otra manera de abordar la filosofía. Fue una experiencia muy interesante y enriquecedora, aprendí una enormidad de él y sus clases eran siempre apasionantes. Me hizo trabajar mucho y me tuvo siempre en ascuas porque es un hombre de pocos elogios y muy severo, pero de vez en cuando me demostraba que las cosas iban bien.

-¿Por qué Jorge Mittelmann está haciendo clases en la Universidad de los Andes y no está en la Universidad de Chile?

-Esta universidad me acogió y yo le estoy muy agradecido por eso. Mi carrera aún es muy incipiente, puesto que tengo pocas publicaciones y que quizás soy una persona que entendió tarde lo que había que hacer para ingresar en el circuito académico de la filosofía. La Universidad de los Andes hizo una apuesta conmigo, ya que aquí hay una voluntad por hacer un trabajo académico serio, tanto en filosofía antigua como contemporánea. Debido a que todavía no tengo mucho que exhibir, ellos creen en mí, por lo que me siento como un cheque a fecha (risas). Si bien, en el panorama de la Educación Superior en Chile existen algunos límites, hay cosas que son positivas, como por ejemplo, que existan distintas facultades de filosofía que tengan interlocución recíproca, que puedan dialogar entre sí. Yo pienso que el compromiso de un intelectual con ciertas posiciones o tesis, no inhibe su reflexión como filósofo, de hecho, muchas veces el intelectual que posa de neutro o no comprometido, lo que hace es encubrir algunos compromisos implícitos que de todas maneras tiene.

-¿De qué trató su ponencia en el Doctorado en Filosofía que dictó al interior de la Universidad de Chile?

-Básicamente mi ponencia giró en torno a las dificultades que hay en la noción aristotélica de cuerpo y la diferencia entre lo vivo y lo inerte. Expuse el tema de mi tesis doctoral, que arranca de una observación trivial de Aristóteles sobre el alma, cuando la define con mucho tecnicismo, "como actualidad primera de un cuerpo natural orgánico que tiene vida en potencia". La noción de cuerpo que hay en esa definición es un tanto confusa, ya que pareciera ser que si algo tiene vida en potencia, no puede ser un cuerpo, sino que un cadáver. Entonces, el concepto de un cuerpo vivo en potencia parece ser contradictorio, y de ahí arrancaba la exposición.

-¿Cree usted que las universidades están apostando por la filosofía?

-Yo creo que ese es uno de los límites del sistema, ya que en general, la filosofía tiende a ser vista desde una perspectiva instrumental, o sea, se la concibe como una disciplina auxiliar. Se decía de modo muy divertido de que la filosofía era una esclava de la teología, pero ahora podríamos decir que muchas veces es esclava de la administración de empresas o de la ética profesional, en cuanto se requiere del filósofo para que fundamente la praxis de los médicos o de los empresarios, para que de algunos parámetros para que la gente se oriente en su acción. Pero por si misma y en si misma no se cultiva tanto la filosofía, ya que se ve más bien como un costo y es cierto que no es lucrativa ni un buen negocio. Es una prueba de fuego para una institución que se define como una universidad tener facultades de Artes, Filosofía, Teatro o ciencias duras, como licenciaturas en matemática o química, por ejemplo., por lo que las universidades privadas que asuman ese riesgo, a primera vista tienen mayor legitimidad para aspirar el título de universidad.

-Durante la entrevista usted ha mencionado en reiteradas ocasiones la palabra interlocución ¿se siente usted un interlocutor?

-Sí, de todas maneras. Yo concibo mi actividad como una conversación y creo que a todos los filósofos les pasa lo mismo, tomando en cuenta que yo me siento un aprendiz, pero consciente de que un trabajo básico del filósofo es conversar. Soy un desesperado por obtener que tradiciones dispares entablen un diálogo y creo que eso siempre se puede obtener, a pesar de que a veces hay supuestos muy difíciles, yo pienso que incluso podemos avanzar en esclarecer nuestros propios desacuerdos y ponernos de acuerdo en lo que discrepamos. Estoy muy contento de poder entablar excelentes diálogos con académicos como Juan Manuel Garrido de la Universidad de Chile y otros más que tengo en carpeta y así hacer cosas interesantes. En Chile, el panorama académico siempre ha estado fragmentado, a veces con justa razón, por diferencias políticas y prejuicios sociales, y creo que hay una generación relativamente joven, que bordean los cuarenta años y que rompen el hielo.

-Tomando en cuenta de que el tema de su tesis doctoral fue la vida y la corporalidad en el tratado "Acerca del alma" de Aristóteles, ¿cuál es la vigencia que tienen hoy estas discusiones antiguas sobre la vida y el cuerpo?

-Las contribuciones de esas discusiones antiguas al debate contemporáneo, es una cuestión de suyo discutible. Es legítimo que alguno piense, a primera vista, que Aristóteles tiene poco que decirnos para comprender nuestra situación actual, pero suele ocurrir que uno encuentre allí datos empíricos completamente erróneos, una visión de mundo completamente superada, pero junto con eso, uno encuentra verdaderas perlas, verdaderas intuiciones de problemas conceptuales más generales que están tratados de un modo extremadamente fino. La demarcación entre lo vivo y lo inerte, tal como decía Aristóteles, probablemente está entrando en crisis hoy, entonces tiene sentido dirigirse a Aristóteles para ver cuál es la demarcación que él realizó y si es realmente sostenible. Uno puede tomar a un autor tan antiguo como referencia para comprender mejor el debate contemporáneo. A menudo, las tesis filosóficas más generales que constituyen el debate actual, fueron formuladas mucho tiempo antes y tienen precedentes muy iluminadores para lo que ahora se discute. Aunque uno rechace la demarcación aristotélica y al leer a Aristóteles, uno obtiene una claridad sorprendente sobre problemas que se discuten ahora.

El académico del Instituto de Filosofía de la Universidad de los Andes está preparando una traducción de dos tratados aristotélicos, los que deberá entregarla en noviembre próximo a la Editorial Lozada. Dichos tratados son sobre las categorías y otro sobre interpretaciones, los que se suelen publicar en forma conjunta en la edición de Oxford Classical Text.

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