Lotty Rosenfeld luce cansada. "Yo no soy una mujer de palabras, sino de imágenes", es lo primero que dice desde uno de los cuartos de su casa, ubicada en el sector oriente de Santiago, y a escasas cuatro horas de haber arribado desde el viejo continente.
Rosenfeld, artista visual y egresada de la Universidad de Chile, habla de lo que fue su experiencia en la Documenta 12 y de su malestar al haberse convertido "en una artista tristemente famosa", después de que los servicios se limpieza de Kassel y "concientes de que era una obra para la Documenta", como aclara, destruyeran "Una milla de cruces sobre el pavimento", obra que la artista montó por primera vez en 1979 como protesta contra el régimen de Pinochet.
Fue Roger Buergel, curador de la doceava versión de la Documenta, que se celebra entre el 16 de junio y el 23 de septiembre del 2007 en Kassel, Alemania, el que invitó a Lotty Rosenfeld a exponer, en una de las salas del Museum Fridericianum, inaugurado en 1779, remodelado en 1955 tras ser bombardeado durante la segunda guerra mundial y considerado el primer museo público de Europa, un video con la documentación de la primera acción de arte realizada por Roselfeld en 1979 y a su vez realizar, al exterior del Museo, intervenciones al signo, "las que nunca he dejado de realizar desde 1979 hasta ahora".
"El exponer, tanto al interior, como al exterior del Museum Fridericianum me dejó tranquila, porque yo no soy una persona a la que le guste ir a meterse a museos para mostrar su obra. Soy una artista que le gusta estar buscando el diálogo entre exteriores e interiores, y de preferencia yo buscar mis espacios de exhibición, y que éstos sean públicos", explica la artista, quien agrega que la documentación de su primera acción de arte se ha convertido en "una pieza de museo".
"Con la intervención del espacio público en las calles de Kassel, quise demostrar que mi obra todavía estaba vigente. Yo hago este trabajo y sé que en un minuto lo van a sacar, pero no me quedo a mirar quién o cuándo lo sacan. Mi interés es que permanezca el tiempo más largo posible y aquí viene la primera mala interpretación sobre mi obra, y que incluso fue la que corrió entre los medios de comunicación y que se escuchaba en la misma Documenta, lo que me hizo sentir muy incómoda. Esa mala interpretación tiene relación con creer que mi obra se cumplió en el momento en que se saca y que lo que yo hago es provocar a la autoridad para que actúe y la elimine. Eso es minimizar mi trabajo a la más mínima expresión", explica Lotty Rosenfeld.
¿Qué buscas con esta intervención al espacio público?
Me interesa comunicarme con el espectador, con el ciudadano común y corriente que pasa por las calles y transmitir lo que yo quiero transmitir con esta intervención y eso no lo podría hacer si estoy pretendiendo que vengan y lo saquen lo antes posible. Me interesa dar cuenta y que la gente pueda reflexionar cómo acata ordenes, donde actúa el poder de manera subliminal, para ir creando sujetos irreflexivos, obedientes, porque eso es conveniente para todos los sistemas. Esto, a través de gestos de intervención, por medio de una señal que está dada. Lo que intento con la repetición de esta señal, es que alguien que vaya pasando, vea una línea que nunca había visto y que atraviesa la línea que esa persona obedecía.
De Europa llegaba información de que estabas "horrorizada", ¿fue así?
Sí, horrorizada, sorprendida y preocupada en varios aspectos. Por una parte, al darme cuenta de que mucha gente de la misma Documenta creyó de que yo debía estar feliz porque llegaron los del servicio de limpieza de Kassel. Ellos pensaban que ahí se había cumplido mi trabajo y me sorprende e inquieta que fuesen las personas del mismo equipo productor de la exposición los que creyeran eso, cuando se supone que es gente que entiende y por lo de más, con muchos textos explicativos y material entre medio. Por otra parte, es primera vez que veo cómo retiran mi trabajo y lo tratan como una verdadera basura. Eso me sorprendió mucho porque estamos hablando de la Documenta, la que se desarrolla en una ciudad muy pequeña, la que se transforma en torno a esta muestra, donde todo gira en torno al arte. Además, en la prensa aparece que fue una equivocación del servicio de limpieza, cuando no fue así. Ellos estaban con una orden escrita para retirar mi trabajo, por lo que sabían de lo que se trataba y si por último, no lo sabían, yo me paré frente a ellos mientras estaban sacando mi trabajo, pero siguieron, porque estaban cumpliendo órdenes. Es más, llamaron a la Documenta para comunicar lo que iba a hacer.
¿Esta orden se la atribuyes a alguien? ¿Quién pudo haber querido que retiraran tu obra?
Ahí es donde estoy absolutamente confundida. No lo sé. Puede ser que un ciudadano común y corriente se haya molestado. También, pudo haber sido una orden de las autoridades de limpieza de la misma ciudad, quienes quizás vieron el orden y la limpieza vulnerados con mi trabajo. Quizás también fue alguien de la misma Documenta, quien pudo haber pensado que al retirar mi trabajo me hubiese venido feliz de vuelta a Chile. Pero no sé qué pasó.
¿Sentiste que tu obra fue poco entendida en la Documenta?
Yo no me atrevería a decir que mi obra fue poco entendida en la Documenta en general. Hay mucha gente que la entendió. De hecho, antes que ocurriera esto, se estaba mostrando mi video dentro del museo y la entendían, y si no era en su totalidad, conversaba con los asistentes y la podían comprender. Siento que mi trabajo pasó a segundo plano cuando me di cuenta que la gente creyó que mi participación en la Documenta era solamente la intervención en la vía pública y no el video que se proyecta al interior del Museum Fridericianum donde muestro cómo hacia "Una milla de cruces sobre el pavimento". Se produjo una desinformación porque no se habla de ese video, el que permanecerá hasta que termine la Documenta y donde lo interesante era el diálogo que se producía de mi obra entre el afuera y el adentro.
¿Qué sientes al estar exponiendo en la Documenta?
Si bien, tengo que decantar y reflexionar en torno a lo que ocurrió, es lo que siempre quise, siempre había querido llegar allá. Yo tengo obras suficientes como para haber llegado con otras piezas, y que son bastante sólidas y de buen nivel, pero se eligió esta otra y la idea me gustó, porque tiene relación con cerrar un círculo. Era la primera intervención que yo hacía y yo sentía que iba a ser la última. Me gustó el reconocimiento a este trabajo, quizás tarde, pero más vale tarde que nunca. De todo lo que vi en la Documenta, salvo la obra de un artista chino, no encontré trabajos similares al mío, con el que yo me hubiese podido sentir afín.
¿Qué te produce "Una milla de cruces sobre el pavimento"?
Este trabajo no se ha detenido nunca, y creo incluso, que puede seguir cuando yo no esté. Es como una posta, lo puede tomar otra persona, ya que es muy simple, pero tiene un peso y miles de lecturas. Este es un trabajo al que constantemente estoy citando en mis obras. "Una milla de cruces sobre el pavimento" lo sigo haciendo y me sigue pareciendo pertinente, incluso en la Documenta con todo lo que pasó.
¿Recibiste disculpas por lo sucedido con tu obra?
No. Antes de regresar a Chile yo busqué conversar con Roger Buergel, el curador de la Documenta, pero me hubiese gustado que esa conversación hubiese nacido de él, que hubiésemos tenido una complicidad para enfrentar a los medios que decían cuanta tontera te puedas imaginar y que a él lo deben haber incomodado mucho, porque la gente ve la destrucción de mi obra como una censura.
¿Te hubiesen gustado unas disculpas formales por parte de Buergel?
No unas disculpas, sino que haber podido conversar en torno a lo que ocurrió. Pero estuve con él un día antes de venirme y dijo que los del servicio de limpieza no le habían consultado, pero que de haber sido consultado, su respuesta sería que no la tocaran por lo menos por dos semanas, eso me dijo él. Yo le dije que me hubiese gustado una mayor presencia, o complicidad, porque me sentí abandonada y sola.
¿Fue una mala experiencia haber estado en la Documente?
Fíjate que no, porque con todo lo que ocurrió, siento que este trabajo, que yo había pensado iba a ser el último, toma una nueva fuerza, donde aparecen aspectos que no me habían tocado vivir y que necesito reflexionar en torno a ellos, como por ejemplo el hecho de que hayan tirado mi trabajo a la basura, a pesar de que le insistí a los del servicio de limpieza que era una obra de arte, y no hubo caso que entendieran. Hubo un momento en donde me sentí envuelta en una pesadilla y fue cuando llegaron más de veinte fotógrafos y tres canales de televisión al espacio donde estaba proyectando mi video y me sacaban miles de fotos, yo me quería morir, era como si me estuvieran enterrando cuchillos.
¿Cómo fue tu diálogo con Gonzalo Díaz en Kassel?
Yo creo que la obra de Gonzalo es la mejor de la Documenta. Las dos instalaciones, "Eclipse" y "Al Calor del Pensamiento" son espectaculares. Fue lo primero que vi porque me interesaba y quedé boquiabierta porque son perfectas. Luego vi el resto y no encontré ninguna de ese nivel. Por otra parte, los trabajos de Juan Dávila son casi una exposición individual y sus obras también estaban espectaculares.
¿Cómo ves tu trabajo en el futuro?
Ya casi no lo veo, tengo ganas de parar. Estoy un poco cansada y aburrida, por ejemplo, con lo que pasó en la Documenta, donde me di cuenta que mi trabajo no se entendió ni acá en Chile ni en Alemania. Quizás me gustaría tener una última experiencia con actores, ya que yo siempre quise hacer una película. Si bien, ahora no tengo nada en mente, me gustaría hacer ficción, pero el problema es el financiamiento, porque ya estoy vieja para andar pidiendo dinero para mis proyectos, me da vergüenza y en eso topo, sino, yo creo que hubiese producido más cosas en mi vida.
¿Te sentiste discriminada en la Documenta?
Sí.