Entrevista

Varinia Brodsky: "Para mí, ser mujer es inherente a mi trabajo"

Varinia Brodsky: "Para mí, ser mujer es inherente a mi trabajo"

“Ingresé a la Facultad de Artes en 1996, con la convicción desde pequeña de querer estudiar artes”, señala Varinia Brodsky Zimmermann, Licenciada en Artes con mención en Pintura de la Universidad de Chile y Magíster en Museografía y Exposiciones de la Universidad Complutense de Madrid, y quien el pasado 13 de septiembre se transformó en la primera mujer en asumir la dirección del MNBA desde el retorno a la democracia en 1990.

Varinia Brodsky tiene una amplia trayectoria como gestora cultural con especialidad en artes visuales y curadora. Trabajó en el MAC desde 2005, siendo su coordinadora general entre 2008 y 2015; y posteriormente fue coordinadora nacional del área de artes visuales en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio entre 2015 y 2022. Con esa experiencia llegó al MNBA en 2022, como coordinadora artística, asumiendo como directora subrogante en mayo de 2023 y, recientemente, como su directora tras ganar el concurso de Tercer Nivel Jerárquico abierto para completar este cargo.

En el comunicado que oficializó su nombramiento, la directora del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, Nélida Pozo, resaltó la trayectoria de Brodsky, señalando que “la nueva directora ha destacado por una visión política que releva la participación colectiva, la inclusión, la diversidad cultural, en definitiva un enfoque de derechos culturales, que otorga un rol protagónico al trabajo de mujeres, disidencias y otros grupos sociales históricamente marginados del imaginario colectivo de los museos”.

“Estoy seguro que la nueva directora del Museo Nacional de Bellas Artes hará una gran labor, especialmente por su experiencia de trabajo en el Museo de Arte Contemporáneo y en el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, pero, por sobre todo, por poseer una mirada sobre el arte donde emerge la complejidad de lo contemporáneo, y que entrará en un diálogo fructífero con la colección, donde también estarán presentes una mirada feminista y los discursos críticos sobre el pasado y presente”, señala al respecto Luis Montes Rojas, vicedecano de la Facultad de Artes.

Su paso por la Universidad de Chile

“Una de las cosas más valiosas de la Universidad era su diversidad, personas provenientes de variadas realidades sociales, territoriales, lo que enriquecía la formación personal y colectiva”, destaca Varinia Brodsky sobre los años en que fue estudiante en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. “No tuvimos ningún lujo; una infraestructura bastante básica, clases con diapositivas muchas veces desteñidas por el uso, ocupábamos materiales muy precarios, pero creo, de hecho, que ‘lo precario’ era lo que de alguna manera impulsaba la creatividad”, añade la hoy directora del MNBA.

Adolfo Couve y Alberto Pérez son algunos de los profesores que recuerda de su época de estudiante, “muy marcadores para nuestra generación, bastaba una o dos clases para hacerte explotar la cabeza”, cuenta. Y César Osorio y Francisco Brugnoli, los profesores que marcaron su formación y “generaron en mí un cambio que me determinaría”, dice.

Una vez egresada de la carrera, Varinia Brodsky tuvo la oportunidad de hacer un magíster en museografía en Madrid. “Pasé la crisis de la creación y de no saber cómo continuar mi trabajo como artista. Nunca corté mi diálogo con Francisco Brugnoli y él, de alguna manera, me iba orientando en los pasos. Él ya era director del MAC y esa experiencia me incentivó a abrirme paso al campo de los museos como una posibilidad laboral”, cuenta Varinia, quien regresó a Chile para hacer su práctica en el MAC como asistente de producción, “donde me quedé un año trabajando gratuitamente como practicante, colaborando con proyectos maravillosos como Travesías Asia Pacífico”.

Luego, ya incorporada al equipo de producción del MAC de manera formal, Varinia encontró “el espacio para un desarrollo integral, estar vinculada al arte, a la creación pero desde ese otro lugar, que era posibilitar que las cosas se produjeran. El MAC fue sin duda mi escuela formativa, el punto de inflexión, y si bien Francisco era quien inspiraba y daba las directrices, el encuentro con otras mujeres y un equipo de un compromiso de alto impacto fue lo que nos movilizaba y nos hizo entender que la fuerza es colectiva”, cuenta. Y añade sobre su experiencia en el MAC: “Puedo ver ese paso como el lugar donde encontré una vocación de servicio público desde el mundo del arte y entender ´el museo` como un espacio político, para imaginar lo imposible y generar conectores a través del conocimiento y la creación”.

Varinia, mencionaste a los profesores César Osorio y Francisco Brugnoli como aquellos que fueron determinantes en tu formación. ¿Por qué?

César Osorio, en dibujo de primer año, me transmitió la lección de la perseverancia. Me desafió a comprometerme con mi trabajo, a no aflojar, era bastante exigente y eso en primer año para mí era relevante para situarme. Más adelante, ya en último año de escuela, haber optado por pintura con Francisco Brugnoli fue lo que sería determinante en mi vida profesional. Sus clases me despertaron, fue abrir el campo de la mirada y la reflexión desde el arte contemporáneo. Me enseñaría a descubrir mi propia obra y que el arte es una manera de habitar el mundo. Esa confianza que Francisco tuvo por mi trabajo fue en lo personal muy relevante en el futuro,  porque es imposible recordar la escuela sin pasar por el machismo que imperaba. Sin duda para las estudiantes todo nos era significativamente más difícil. Hacernos de espacio de credibilidad y valoración por nuestro trabajo y aprendizaje requería de una alta resistencia personal. Sinceramente espero que a estas alturas se haya avanzado en estas dinámicas que fueron para muchas de nosotras, bastante dolorosas.

A propósito de lo que mencionas, ¿en qué momento comienzas a problematizar en torno al género en las artes visuales? Estoy pensando principalmente en las publicaciones “Mujeres en las Artes Visuales en Chile (2010 – 2020)” y el catálogo razonado “Ximena Cristi 100 años”. ¿Cuál es tu diagnóstico al respecto?

Para mí, ser mujer es inherente a mi trabajo. Desde que fui estudiante y con las dificultades que implicaba abrirse espacio, hasta el día de hoy, creo fehacientemente que somos quienes debemos defender y trabajar por proporcionar una valoración y reconocimiento en el amplio sentido de nuestras labores, así como exigir un trato igualitario. Ya en el MAC desarrollamos algunos proyectos en esa línea, como las exposiciones de Ximena Cristi en 2010 o Dinora Doudtchitzky en 2012, que fueron procesos mucho más complejos y preciosos que producir una exposición, tenía que ver con devolverles el lugar de dignidad que les correspondía como artistas.

Una vez en el Ministerio, me llamó la atención que el tema de género en términos de problematización existía muy incipientemente, más aún desde la perspectiva de las áreas artísticas, ni siquiera existían indicadores suficientes que evidenciaran las inequidades, lo que es peor, el problema no existía. Por lo que fue un foco de interés inmediato. En ese momento Gloria Cortés Aliaga, quien ya era curadora del MNBA me invita a que produzcamos la Primera editatón para mujeres artistas, cosa que hicimos, y repetimos al año siguiente, sumado a la  invitación que le hice a Elina Chauvet, artista mexicana y autora de la obra "Zapatos rojos", abordando la violencia de género y el feminicidio, y así cada gesto que podía hacer desde mi labor en el área de artes visuales tenía esa señal de buscar espacios de mayor participación, visibilidad y reconocimiento, como generadoras de pensamiento crítico, creación y gestión. Los libros que mencionas son justamente, y sin saberlo en ese momento, la culminación de ese trabajo en el Ministerio, y me quedo con la tranquilidad de haber aportado a una dimensión distinta desde la política pública a las formas de hacer y de cómo estas pueden generar cambios.

Desde esa perspectiva, ¿será ése uno de los ejes de tu gestión en el MNBA? ¿Cuáles serán las directrices que guiarán tu gestión?

Sin duda será uno de los ejes relevantes. Pero también aquí lo importante es sumar miradas y experiencias. El MNBA viene haciendo esta labor desde la revisión crítica de sus colecciones sobre todo, y mi visión viene a contribuir para fortalecer institucionalmente estos impulsos. Aquí la mirada sí tiene una perspectiva feminista, pero no tan solo en el qué exponemos, o qué acciones desarrollamos, sino también en instalar desde la dirección y con los equipos otro modelo de gestión del que el museo ha venido conociendo, y en cómo aportamos al futuro desde las narrativas del arte.

En esa línea, y considerando tu trayectoria y los espacios en los que has podido desarrollarte profesionalmente, ¿cuáles piensas que son los principales desafíos que enfrenta hoy un museo como el MNBA?

En lo personal, creo que el MNBA tiene por desafío pensarse como un museo de arte del siglo 21, esto implica asumir nuevas formas de comunicación con sus públicos que además son versátiles; posibilitar otras formas de interacción social, territorial, generacional; problematizarse para la reinvención; abordar una gestión con enfoque de derechos; y ser un articulador de redes que pongan en el centro la relación entre artistas, comunidades y su colección.

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