Partamos con una sencilla pregunta: ¿Te es familiar el nombre de María Luisa Sepúlveda? Es probable que no, pero si mencionamos algunas emblemáticas piezas escolares como la canción El Aire o la cueca La rosa y el clavel, recopiladas por ella, pero que no figuran con su rúbrica, es seguro que no sólo las conozcas si no que además las hayas interpretado en algún momento de tu etapa infantil. Los aportes de María Luisa Sepúlveda, compositora, intérprete, docente, recopiladora y directora, al igual que los de muchas otras mujeres han sido invisibilizados por la historiografía oficial. Buscando aportar a revertir esta situación es que el Departamento de Música de la Universidad de Chile (DMUS) participará por tercer año consecutivo en el Día del Patrimonio con la campaña María Luisa Sepúlveda: Creadora al margen.
La iniciativa busca profundizar en la figura de Sepúlveda y en su enorme legado, pues fue una verdadera pionera en varios ámbitos. Uno de ellos tiene que ver con que, a diferencia de las mujeres de su época, no se formó en música en el espacio doméstico sino que lo hizo en una institución de educación superior, siendo la primera egresada chilena de composición musical. Luego de haberse titulado de pianista en 1906 y haber estudiado violín y canto, decidió que quería dedicarse a la composición, un ámbito hasta hoy enormemente masculinizado, y lo hizo con éxito pues recibió varios premios en su carrera. Pero quizás una de las cosas que más destaca de su trayectoria es el espacio público que ocupó como creadora y docente, siendo parte de la Asociación de Compositores Chilenos y profesora de piano del Conservatorio Nacional de Música, entre otras.
“La relevancia de María Luisa Sepúlveda es que ella empieza a ocupar espacios que no estaban permitidos para las mujeres según la heteronorma. Esa es la clave para entenderla, por ejemplo, las mujeres no dirigían, no había un curso, pero ella es la primera que dirige una agrupación formada sólo por mujeres del Conservatorio (White Orquest). Ella ingresa a estudiar piano, pero adentro se encanta con otras cosas y lo que más le gusta es la composición. De hecho, se lo dice en una carta a Pablo Garrido, que necesita un poco más de trabajo (ingresos) porque quiere dedicarse a componer. Yo creo que eso es importante para las músicas chilenas porque implica una decisión, una agencia de ocupar espacios que no estaban pensados para ella”, dice Fernanda Vera, musicóloga y académica DMUS que ha investigado a la autora y durante esa semana lanzará un sitio web donde se podrá acceder a variada documentación al respecto.
Uno de los momentos más cruciales de su carrera ocurre en 1929, cuando sin motivos aparentes fue exonerada del Conservatorio Nacional de Música. María Luisa Sepúlveda apela y es reincorporada, pero tiempo después se la vuelve a marginar de la institución, lo que fue un dolor al que se refirió siempre como una injusta exoneración, pero que no la hizo detenerse y encontró nuevos espacios, en escuelas normales y colegios principalmente, donde crear y enseñar.
“Yo pienso que María Luisa hasta que murió hizo lo más que pudo y nunca se detuvo. Participó en concursos casi hasta el año 50- murió en el 58- , estudió piano, violín, viola y canto, es decir, era una mujer muy preparada que quería ocupar un espacio y formar gente. Siempre nos estamos fijando en los “grandes compositores” o en las grandes obras y yo pienso que las mujeres normalmente nos adaptamos a hacer lo que más podemos en las condiciones que tenemos y ella eso hizo. ¿Para qué iba a componer para orquesta si no tenía posibilidad que su música se escuchara en ese espacio? Pese a eso, es interesante destacar lo prolífica y variada que es su obra y que además sigue siendo muy interesante para ser interpretada, razón por la cual la gente siempre anda buscando El afilador, Locitas de las monjas clarisas, los Estudios para piano”, añade la profesora Vera.
Respecto a la insuficiente visibilidad de la autora, la musicóloga es enfática: “Para mí algo importante y que ha guiado mi trabajo es quién ejerce el poder de la palabra. Nos hacemos una idea de las cosas por lo que se ha escrito, es decir, tenemos mucha fe en los libros, basta que esté escrito y lo creemos, pero las mujeres hemos salido perdiendo ahí porque quienes tenían el derecho a la palabra en el momento en que María Luisa estaba activa no tenía una opinión favorable de ella, y es por eso por lo que fue normalmente invisibilizada y hay cargas en los dichos que hacen que sea minimizada. Yo creo que a María Luisa siempre la están poniendo en su lugar o la están poniendo fuera de un foco que valore o ponga en medida lo que hizo”, concluye.
La campaña María Luisa Sepúlveda: Creadora al margen busca justamente profundizar en todos los aportes de esta pionera. Entre el 24 y el 30 de mayo a través de las redes sociales del DMUS (Fanpage: Sala Isidora Zegers; Instagram: música.uchile; y Youtube: Música. UChile) se compartirán distintos materiales con el objetivo de acceder a la autora y su producción. La actividad concluirá con un concierto virtual en el que se interpretará parte de su repertorio del que participarán académicos del DMUS como la soprano Patricia Cifuentes, la pianista Leonora Letelier, la arpista Patricia Reyes, la pianista Patricia Castro, el guitarrista Benjamín Zúñiga, estudiantes de la cátedra de canto, entre otros. Dicha presentación se realizará el domingo 30 de mayo al mediodía. También la actividad estará disponible desde la web https://www.uchile.cl/conectateconelpatrimonio quereunirá todas las actividades de la Universidad de Chile.
Desde el 2019 el Departamento de Música participa en el Día del Patrimonio. Aquel año lo hizo con el concierto Pioneras: Mujeres de la música chilena que permitió acceder al repertorio de las primeras creadoras locales y reunió a 150 personas en la Sala Isidora Zegers. En 2020 la participación fue virtual y consistió en conmemorar los 50 años del estreno de la Cantata Santa María de Iquique, de Luis Advis, e interpretada por el grupo Quilpayún, logrando un alcance de 50 mil cuentas digitales.
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