Emovere es un proyecto que hace interactuar la danza con el sonido, invitando a seguir a los intérpretes en un viaje a través de distintas emociones. Éstas son exploradas en una original puesta en escena, que se apoya en la tecnología y en los sentimientos de sus bailarines.
La idea nació de los académicos de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, Francisca Morand, del Departamento de Danza, y Javier Jaimovich, del Departamento de Música y Sonología. Y luego de un arduo trabajo de investigación y creación, se está presentando en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) hasta el 28 de octubre.
"Esto responde a inquietudes individuales. Por mi lado, realicé un trabajo que se llamó Invisible y esa labor interdisciplinar entre sonido, cuerpo y danza me pareció súper interesante, fue un proceso corto, pero que abría muchas preguntas artísticas. Así que me acerqué a Javier, que venía llegando de un doctorado y su especialidad era la interacción sonora, para plantearle esta propuesta y a él le interesó", cuenta Francisca Morand.
Morand, quien además de dirigir es parte del elenco de bailarines, agrega que "los dos teníamos esta inquietud sobre el cuerpo pero desde la emoción, lo que para mí era algo súper nuevo porque, a pesar que la danza trabaja con ella, no lo hace desde el punto de vista biológico. Eso me pareció muy intrigante e interesante".
Los directores trabajaron durante un año y medio para darle forma a este proyecto, el que fue financiado por la Universidad de Chile a través del fondo de creación de la Facultad de Artes bajo el Programa de Estímulo a la Excelencia Académica (PEEI), y un fondo de creación de la Iniciativa Bicentenario Juan Gómez Millas (IBJGM); además del Fondart Nacional 2015 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Para Emovere se diseñaron y construyeron distintos objetos sonoros, como, por ejemplo, las vocalizaciones de los intérpretes al trabajar diferentes emociones. Para esto, tuvieron que entrenarse en el método Alba Emoting, que les permitió explorar todos los patrones físicos relacionados con emociones básicas como alegría, pena, miedo, rabia, ternura y erotismo.
Además, los bailarines trabajan en escena con sensores fisiológicos en sus extremidades, además de uno en el corazón. Según explica Javier Jaimovich, "los objetos se diseñaron para ser modificados y modulados por las variaciones voluntarias e involuntarias de las señales fisiológicas de los bailarines, lo que genera un ambiente sonoro interactivo e impredecible".
Este proyecto, más allá de producir un efecto determinado en la audiencia, busca descubrir qué es lo que se puede generar en los espectadores. "Más que ser una obra sobre algo o que quiere expresar algo, nuestro objetivo es explorar cómo estos materiales, al ser procesados y desarrollados, presentan un potencial artístico. Es un gran conjunto de material que va produciendo una tercera cosa que recién estamos viendo qué es", explica Francisca Morand.
De la misma forma, Javier Jaimovich destaca que la puesta en escena "busca evidenciar la naturaleza exploratoria de la obra, donde el espectador es enfrentado a una especie de laboratorio de emociones, tecnología y propuestas artísticas. Nuestra intención es invitarlos a sumergirse en los movimientos, sonidos y visuales de la obra, acompañando a los intérpretes en un viaje a través de distintas emociones".
La obra Emovere tiene una hora de duración y se presenta en la Sala B1 del GAM hasta el 28 de octubre. Los horarios son de jueves a sábado a las 20:00 horas y el domingo a las 19:00 horas. Además, tendrá una presentación gratuita este viernes 9 de octubre en el marco del Foro de las Artes de la Universidad de Chile a las 17:00 horas en el GAM. Para más información, se puede visitar la página www.emovere.cl.