(apuntes durante residencia de creación
CAMPO#1, coreografiar la disidencia)
Desde hace un tiempo la pregunta ¿qué nos constituye? habita cada uno de los ámbitos de mis prácticas. Estamos hechos de huesos, músculos, órganos, fluidos, tejidos celulares, sangre, nervios y sin embargo, somos mucho más complejos; somos un entramado constituido por nuestra experiencia, por nuestra historia.
Estamos hechos de nuestra historia íntima, familiar, cultural, social. Cada uno de estos espacios modifica nuestros tejidos. Nos enteramos de nuestra historia, en tanto humanidad, por nuestros restos óseos. Es nuestro cuerpo el que da cuenta de nuestra historia.
Durante el proceso de creación de la obra Status Quo, dirigida por Nelson Avilés y creada en colaboración con el Colectivo de Arte La Vitrina, trabajamos en torno a la pregunta de cómo ciertos ejercicios de poder, resuenan en mi experiencia, y por tanto, en mi corporalidad. En ese proceso, trabajé desde mi memoria (en tanto representación subjetiva de un momento), de la experiencia de haber sido formada en colegios públicos en períodos de dictadura, donde mi cuerpo y sus modos fueron organizados disciplinadamente. Esta experiencia me constituye.
No es lo mismo hablar de arte y política que practicar arte y política. No es lo mismo una obra con una temática política que una obra cuyos procedimientos son una acción política.
Desde esta pregunta y desde la práctica realizada por el Colectivo de Arte La Vitrina, desde sus inicios como proyecto de danza contemporánea de la FECH, hasta hoy, hemos intentado dialogar con la historia, la memoria, los cuerpos y lo que nos constituye.
Desde aquí reconozco ciertos gestos que se acercan a lo que se devela del pensamiento arendtiano en relación a que toda acción política es acción libre que resulta de la implicación entre discurso y acción; ¿qué es esto?, ¿un deseo inabarcable?, ¿una declaración de principios?, ¿un marco de acción para la creación?, ¿una tarea que atraviesa distintas prácticas artísticas contemporáneas?.
En octubre pasado nos reunimos en Madrid, el Colectivo de Arte La Vitrina, de Chile; Lote#2, de Brasil; ¿y si dejamos de ser artistas?, de España. Trabajamos en el proyecto CAMPO#1, coreografiar la disidencia, en Teatro Pradillo. Nos preguntamos sobre cómo coreografiar la disidencia, qué interrupciones y/o desplazamientos son posibles, ya sea en nuestros contextos sociales, artísticos, personales. Durante el proceso de creación se develaron interrogantes que nos atraviesan en tanto artistas y ciudadanos, en donde las preguntas fundamentales fueron, cómo materializar el pensamiento; cómo realizar escénicamente esa implicancia entre discurso y acción; cómo trabajar con las preguntas en el cuerpo. Un cuerpo que no es sólo cuerpo.
Quizá la acción política reside no sólo en la obra acabada, sino en cada una de las acciones que la constituyen, entendiendo por esto cada uno de los procedimientos implicados en su creación y producción, en cada uno de los materiales que la constituyen, materiales que nos agitan, nos interrogan, nos mueven.
Daniela Marini
Académica del Departamento de Danza