Reportaje Arte en la Chile:

Los caminos de Margot

Los caminos de Margot

Histriónica, carismática y divertida. Así define Carlos Delgado a la destacada folclorista chilena, Margot Loyola. “Escucharla conmueve. Su capacidad interpretativa y artística es sencillamente abismante”, dice el académico del Departamento de Danza que tenía 14 años cuando la vio por primera vez en un escenario y que incluso, siendo ya estudiante de biología en la Universidad de Chile, se acercó a ella para asistir como alumno libre a las clases que en esa época dictaba en la Universidad Católica de Valparaíso.

“Como maestra era de una generosidad maravillosa. Todo lo que preguntabas era capaz de contestarlo, de averiguarlo. ¡Entregaba todo lo que iba descubriendo!”, recuerda Carlos Delgado. “Y lo más importante es que ella, en su trayectoria, fue estructurando una metodología respecto a cómo acercarse al estudio del canto y de la danza, cómo traspasarlo y ser el sujeto a través del cual pasa un material que no es propio. Y asumirse como puente cultural entre una localidad y un público, esa sabiduría del arte de la tradición, es una propuesta que está plenamente vigente", añade.

Y es que con 96 años recién cumplidos, Margot Loyola es dueña de una de las trayectorias más destacadas y diversas de la historia musical chilena, siendo reconocida por su labor como intérprete, creadora, recopiladora y maestra. Y esta última actividad comenzó a desarrollarla precisamente en la Universidad de Chile, cuando en el año 1949 fue invitada por el entonces Rector Juvenal Hernández a enseñar en las Escuelas de Temporada de esa casa de estudios.

“Don Juvenal la vio bailar cueca en un evento social y le dijo ¿por qué no enseña esto a través de las Escuelas? Y ella le dijo que no sabía enseñar, que bailaba no más, y entonces don Juvenal comenzó a orientarla respecto a cómo enseñar esto que ella hacía de manera tan natural”, cuenta Carlos Delgado sobre ese vínculo con las Escuelas de Temporada que se extendió hasta 1963. “Ininterrumpidamente, durante esos catorce años, Margot fue parte de los académicos de la Escuelas de Temporadas, que eran académicos de gran nivel”, agrega.

Sus inicios en la Universidad de Chile

Siendo una niña, Margot Loyola (Linares, 1918) inició sus estudios de piano en su ciudad natal, continuándolos, una vez que se radicó en Santiago, con Flora Guerra. Como cuenta el académico del Departamento de Danza, fue “ella quien la presentó para que audicionara para el ciclo básico del Conservatorio Nacional de Música, donde finalmente cursó el vespertino en la época en que don Armando Carvajal era director. Ése fue su primer acercamiento a la Universidad de Chile, a través del Conservatorio y de sus estudios de música, teoría, solfeo y piano, estos últimos, con Elisa Gayán”.

Paralelo a ello, Margot Loyola solía presentarse con el dúo Las Hermanas Loyola que tenía junto a su hermana Estela, interpretando tonadas tradicionales en distintos escenarios. Fue en ese contexto que el trabajo de Las hermanas Loyola llegó a oídos de Carlos Isamitt, compositor e investigador que tras escucharlas las invitó al Instituto de Investigaciones Musicales de la Universidad de Chile para formar parte, poco tiempo después, de lo que sería la antología discográfica Aires folclóricos y tradicionales de Chile.

“Ellas cantaban muy bien porque se asimilaron a una tradición muy potente que existe en Chile: el canto de las mujeres, las cantoras, que viene del siglo XIX”, cuenta Rodrigo Torres, académico del Departamento de Música y Sonología, quien explica que lo que en esa época buscaban los miembros del Instituto de Investigaciones Musicales “era tratar de ingresar el folclore al espacio de la institución musical que en ese momento se estaba formando”. Añade que la labor desarrollada al alero de ese espacio se tradujo, entre otras cosas, en conciertos y en esa antología de 1944 en la que Las hermanas Loyola tuvieron una destacada participación.

“Fueron protagonistas. Es decir, la mitad de las canciones están interpretadas por ellas”, cuenta el académico, quien además explica que esta iniciativa tuvo “un carácter fundacional de construcción de la cultura nacional desde el Estado”. Es a través de este proyecto que Margot Loyola “ingresó al mundo académico, desligándose en parte de esas otras actividades en las que estaba participando aunque nunca completamente, porque como dúo seguían funcionando en el circuito de artistas del folclore, donde tenían actividades permanentes”, dice Rodrigo Torres.

La Escuela de Margot Loyola

Tras la participación de Las hermanas Loyola en la antología Aires tradicionales y folclóricos de Chile, “Margot establece un contacto con el Instituto de Investigaciones Musicales de toda una vida. Sin ir más lejos, al fallecer el compositor Pablo Garrido, deja todo su archivo en manos de Margot, quien lo toma completo y lo entrega al Instituto, a la Facultad de Artes”, recordó Osvaldo Cádiz, folclorista y compañero de esta artista, en la ceremonia que la Facultad de Artes organizó recientemente para homenajearla.

Para Rodrigo Torres, el ingreso de Margot Loyola a esos espacios académicos aportó en su desarrollo como investigadora, acentuándose ese interés que “la lleva a viajar permanentemente para conocer, como ella llama, en fuente viva, estas formas culturales distintas”. Sin embargo, destaca el hecho de que su capacidad interpretativa “la desarrolló ella misma. Es decir, Margot Loyola generó una escuela en la que hizo de vaso comunicante de estas músicas que estaban debajo de la alfombra de la modernidad chilena. Y esa puesta en valor del mundo popular es un gesto que sigue siendo completamente vigente y necesario”.

Como explica, es en las Escuelas de Temporada donde Margot Loyola va a generar su metodología, “su forma de sistematizar una didáctica del acercamiento a estas prácticas musicales y dancísticas. Y ese gesto, esa forma de trabajar de Margot Loyola, es también el gesto de otras mujeres que han tenido la capacidad de empaparse, dialogar y hacerse parte de esos otros mundos culturales. En ese sentido me parece que cuando se premia a Margot Loyola se premia una trayectoria en ese campo”, afirma el académico del Departamento de Música y Sonología.

Y eso es precisamente lo que ha transmitido a los cientos de estudiantes que se han formado con ella, varios de los cuales han creado conjuntos de proyección folclórica, haciéndose cargo de buscar repertorios y trasladar prácticas culturales populares a distintos escenarios. “Es importante que se reconozca en vida la huella que Margot Loyola ha dejado en el estudio y difusión de la cultura tradicional en Chile a casi 20 años de haber recibido el Premio Nacional. Es una huella que ha dejado en muchas y muchos para que continuemos una labor de estudio de la cultura tradicional”, concluye Carlos Delgado.

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